Capítulo 7: Eva

985 54 4
                                    


Jueves 31 de agosto, 06:50 am.

Me desperté sintiendo un peso en mi espalda. Giré mi cabeza, el gato de Jase dormía plácidamente sobre mí, como si fuera su cama.

—¡Buenos días! —saluda, Jase entrando a la habitación.

—Serías tan amable de quitarla de encima.

Él se acercó agarrandola a upa, dándole besos.

—¿Cómo se ha portado?

—O muy bien, o yo no la he escuchado, estaba muy cansada.

—¿Dormiste bien? ¿Estuviste cómoda? —interrogó dejando a la gata en la cama.

—La verdad sí, he dormido bien. Es muy cómoda tu cama y muy grande. Creo que he dormido un rato en cada parte.

Jase sonrió abriendo su armario que, por cierto, solo llevaba una toalla encima.

—¿Puedo ducharme? —me paré de la cama.

—Por supuesto, aquí tienes toallas —respondió señalando un caja negra llena de toallas de todos los colores.

Cinco minutos más tarde salgo de ducharme, me cambié rápidamente, tomé mis cosas y bajé las escaleras. «¿De verdad voy a tener que bajar estás escaleras todos los días?». Un día podría rodar escaleras abajo, casi nunca me ato los cordones.

Tendrás que empezar a hacerlo.

Bueno, mientras baje lento no hay problema.

Hablame cuando estés en el hospital por las heridas...

Cállate.

—Ya estoy lista —anuncié entrando en la cocina.

Jase está parado comiendo una tostada.

—¿Desayuno? —pregunta ofreciendo tostadas con un juego de naranja.

—Claro —respondí agarrando una tostada, untando mermelada—. ¿No tienen sillas acá o qué?

—Nop.

—¿Por qué no?

—Nos gusta estar de pie —ironizó.

Enarqué una ceja

—Nunca hemos comprado los taburetes que van aquí. Puedes sentarte sobre la barra.

Miré la barra, que me llegaba a las tetas. «¿Es una broma?» «¿Ahora hacen las cosas para gigantes o qué?»

Las hacen de un tamaño normal...

—Creo que no llegas —habló Jase con tono de burla

Lo miré con mala cara.

—Te ayudo —dijo subiéndome a la mesada en un segundo.

—Podía sola.

—Ajam —bufó volviendo a su tostada.

—De verdad, me hubiera trepado.

—Te bajo y lo haces tú —desafía volviendo a agarrarme.

—¡No, no! —chillé quitando sus manos—, otro día.

—Sí, claro...

»¿Sabes que aún me debes una cita?

—Nooooo, ¿en serio? —exageré.

Puso los ojos en blanco.

—¿A dónde me llevarás?

—Es una sorpresa.

El camino hacia ti...Where stories live. Discover now