Capítulo 18: Jase

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Lunes 11 de septiembre, 03:30 am.


Habíamos llegado hace una hora, todos ya estaban bebiendo y divirtiéndose. Estuvimos bailando un rato, aunque no pude disfrutar mucho. Había unos sucios perros tirandole a Eva. A mí Eva. Ella los ignoraba, pero aún así creen que tienen la altura para estar con ella. No dejé de mirarla en ningún momento. Sólo quiero tenerla para mí.

—¿Quieres ir afuera? —le pregunté a Eva agarrándola de la cintura.

Ella me miró de lado y asintió. La guíe hasta una especie de jardín, que tenía el lugar de la fiesta. Estaba lleno de flores de todo tipo, había un pabellón mirador de madera blanca en el cual nos quedamos. Yo estaba apoyado en una de las columnas y atrapé a Eva poniendo mis brazos alrededor de su cintura, entrelazando mis dedos en su espalda. Ella observó que la estaba teniendo así, y por un momento pensé que iba a alejarse. Sin embargo, pasó sus brazos debajo de los míos rodeando mi espalda baja. Su pecho estaba pegado a mí, mientras que subía la mirada a mis ojos.

—Cuando quieres eres muy cariñosa, eh.

—Creo que he bebido de más, entonces —las palabras se le patinan.

—Me gusta que lo seas, solo conmigo.

—Pues solo lo soy contigo. En hora buena, campeón.

—¿Y eso por qué?

—Nunca he sido muy cariñosa. Puedo contar con los dedos de las manos las veces que he abrazado a Dai. Ella ya se acostumbró a mí, y entiende que no soy de ese tipo de persona...

—¿Qué persona?

—Como tú, que abrazan a todo el mundo porque sí —me miró entrecerrando los ojos—. Intensitos...

—Yo creo que te gusta que lo sea.

—A veces —pensó en voz alta—, es decir... Eres insoportable.

—Te gustan mis abrazos, admítelo.

—Me gusta cuando me abrazas desde atrás, porque puedo sentir tú... —abrió los ojos rápidamente—. O sea... Tú corazón... Sí, eso. Tú corazón.

Sonreí divertido.

—Pues me gusta abrazarte desde atrás, puedo sentir tú perfecto culo.

Eva entreabrió los labios entre divertida y sorprendida.

»También cuando me dejas abrazarte mientras dormimos.

—Sabes, antes no podía dormir si no abrazaba mi almohada. Ahora no puedo dormir si no siento que me abrazas —comentó distraídamente.

¡Lo dijo! Bueno... Lo dijo porque iba borracha, pero igual. Lo dijo. Lo siente. Le gustan mis abrazos, mis roces, que la toque.

—Yo no puedo dormir si no estás en la cama. ¿Te he contado alguna vez lo de mí insomnio?

Ella me miraba atenta mientras asentía con la cabeza.

»Pues ha desaparecido cuando empecé a dormir contigo.

Sonrió ampliamente.

—Me alegra que nos hagamos bien, Jase.

—Me alegra que estés en mi vida, Eva.

—Me alegra que me hayas vomitado esa noche.

—¿En serio? —fruncí el ceño divertido.

—No. Claro que no —negó con la cabeza.

El camino hacia ti...Where stories live. Discover now