Capítulo 37: Eva

829 45 8
                                    


Lunes 25 de diciembre, 21:30 pm.


Estaba cepillándome frente al espejo del baño, el único problema era que Jase estaba dentro del mismo baño. Se había quedado de pie delante de la puerta. Me siento algo inquieta, observada, tímida, no sé bien cómo explicarlo. Me pone nerviosa tenerlo ahí de pie sin decir nada, supongo que él también estará algo nervioso. No había estado a solas con él desde que me fuí a Nueva York, cuando lo ví en mi cumpleaños el otro día fue como una patada al pecho. El ver a alguien que quería y me lastimó fue duro. Creo que ahora entiendo un poco más esas patéticas películas de romance donde la protagonista se reencuentra con su ex y está toda traumada. Aunque no somos ex, pero ajá.

También había empezado a ir con la psicóloga, se llama Gemma. Ella es una mujer de unos cuarenta años masomenos, cabello negro hasta los hombros con un flequillo abierto en el medio, siempre lleva un conjunto de pantalones y blazers a color, la última vez era de color celeste y unos zapatos negros de tacón, preciosos. Ya había ido tres veces, al principio estaba super negada y no hablaba de nada, a medida que pasaban los minutos me hizo hablar mucho más de lo que pensé que hablaría. Casi toda la hora fue hablar de mis padres, le pareció una buena idea que fuera a conocerlo. También que deje de guardarme las cosas y las exprese sean buenas o "malas", que el contacto con otro humano no me haría nada mal. De vez en cuando dar o aceptar abrazos está muy bien. Con mi madre no había hablado mucho sobre esto. La he visto en navidad y poco más, Gemma también insinuó que sería buena idea poder hablar y retomar o construir un vínculo con ella. Aunque claro, ella no me decía lo que tenía que hacer con sus palabras, sino que me iba guiando hasta que lo dijera yo misma. La verdad, Gemma me cae bien.

Volviendo al tema del presente, Jase, no decía nada y yo tampoco. Él me pidió hablar así que es justo que él empiece, ¿no? Ya me estaba cansando de que me mirara, ¿cuánto va a durar el suspenso?

—Y bien... —empecé a hablar nerviosa—. ¿Entramos aquí para que me veas cepillarme el pelo o vas a hablar?

—No me molesta ver como te cepillas.

—Jase...

—Vale —se acercó a mí.

—¿Qué haces? —pregunté cuando intentó quitarme el cepillo.

—Dejame cepillarte.

No sé porqué lo dejé hacerlo. Solté el cepillo y se paró detrás de mí comenzando a cepillarme el pelo. A medida que me sujetaba el pelo me rozaba la nuca, sus manos estaban calientes. Lo observó a través del espejo, sus ojos se encontraron con los míos e inmediatamente le esquivé la mirada. No quisiera confundirme, todavía estoy sanando. Salí de mis pensamientos cuando vi que Jase miraba mi espalda confundido.

—¿Pasa algo? —pregunté.

—¿Te has hecho un tatuaje?

Ah, eso. Me los hice en Nueva York. Son unos pocos y pequeños, aún me faltan.

—Sí.

—¿Puedo verlo?

—Levántame la camiseta —pedí tirando de ella desde arriba.

—¿No será mejor si te lo quitas?

—No llevo brasier.

—Nunca lo llevas —negó con la cabeza divertido.

—Es que es más cómodo.

—Nunca me he quejado.

Esbocé una sonrisa, la detuve cuando Jase pasaba sus manos por mi espalda.

El camino hacia ti...Where stories live. Discover now