ꜰᴏʀᴛʏ-ᴇɪɢʜᴛ

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A pesar de que el supresor ya comenzaba a hacer efecto en su cuerpo, la mezcla de olores que salía de esa casa quería hacerlo vomitar. Podía ver como todo su alrededor se teñía de los colores del dolor, de la desesperación, del deseo, del miedo, y míseramente, de esperanza. 

Podía sentir su corazón latir en su pecho con tanta fuerza, pero a la vez tan lento que parecía que creaba tímidamente ecos a su espalda como si quiera empujarlo a seguir.

Pero no podía seguir, apenas la gran escalera principal se mostró ante él un miedo que no sabía de dónde había aparecido en su cuerpo impidiendo que sus piernas o cualquier parte de su cuerpo le hiciera caso para continuar adelante. Sabe que es el líder, sabe que es quién debe ir primero, como el escudo, como la espada, como el arco con su flecha, debe proteger, debe dominar, si no, ¿Para qué tiene ese maldito poder? ¿Para qué le permitieron seguir como el humano que alguna vez perdió y con fuerza recuperó? 

Su espalda hormigueaba producto del sudor frío que estaba liberando, se sentía asqueroso, se sentía como si miles de agujas comenzaran a pincharlo como una burla por su cobardía, como una burla de lo infantil que estaba siendo. 

Pero tenía que ser infantil, era simplemente un niño metiéndose de lleno en un mundo de adultos que no ven a otros como humanos. 

Es cierto, sólo era un niño con un poder que difícilmente podía controlar, y ahí estaba, no solo arriesgando su vida, sino también de dos personas que quería y uno extra. 

Como si pudieran leer sus emociones, esperaba que no, Todoroki y Kirishima se pusieron a su lado, cada uno cubrió un espacio que no esperaba jamás fuera cubierto, sintió como si ambos pusieran una mano en su espalda y lo empujaran a dar un paso, y así lo hizo, porque era el único ahí que podía enfrentarse a la mujer de largo cabello negro y labios carnosos que venía bajando por la escalera principal. 

La sonrisa que puso en sus labios le dio demasiado asco. 

—Vaya, vaya, ¡Pero qué sorpresa!— la voz de la mujer retumbó por el amplio recibidor — ¡Y trajeron regalos!, no podía esperar más de los nietos de el distinguido señor --— 

—¿Distinguido señor? — Interrumpió Touya — ¿Así llamas al bastardo que toma todo por la fuerza y se lleva lo que no le pertenece? —  

Bakugo ni siquiera necesitó oler las emociones del sujeto que aún seguía en su espalda para saber exactamente qué estaba sintiendo, sabía que si no lo detenía iba a matar a esa mujer. 

La mujer genuinamente lo miró confundido. 

—¿"Lo que no le pertenece"? ¿A qué te refieres, lindura?— 

Touya apretó sus labios con rabia intentando contenerse, algo más que el odio que sentía por esa mujer y el progenitor de su progenitora lo tenía a raya. 

—Solo vinimos a buscar a alguien, me importa una mierda tus tratos con el bastardo ese, si te interpones, te cortaré tu maldita garganta— 

Había algo en la voz de Bakugo que había logrado poner a todos en la sala en guardia, incluso a aquellos guardias que se estaban escondiendo detrás de las columnas para atraparlos apenas bajaran la guardia, cosa que al parecer jamás pasaría, porque Bakugo hace un buen rato ya los había olido, ya sabía exactamente cómo actuar. 

Bendice y maldice que sus sentidos aún no vuelvan a la normalidad, de otra forma no sabría que el chico que iban a buscar estaba detrás de una pared falsa que quedaba por el pasillo que estaba al costado derecho de la escalera. Ni siquiera necesitaba mirar para poder ver el delicioso aroma de un omega en celo, por suerte, ese chico estaba unido, de otra forma no sabe si sus acompañantes lo hubieran podido controlar, aunque si le extraña un poco que el sujeto que debe estar unido no pueda sentirlo, quizás su cerebro aún no se logra recomponer a sí mismo y terminar de sanarse. 

Alfa [BakuTodo]Where stories live. Discover now