1 | Otro round

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1 | ¿Quieres otro round?


Christopher

Abro los ojos y de inmediato se que algo está mal.

El eco de mi propio pulso resuena en mis sienes, acompañado por un dolor punzante que amenaza con perforar mi cráneo. El dolor me envuelve y me abraza con una ferocidad que me roba hasta el último resquicio de lucidez, pero tengo claro que no debería estar aquí. 

Ayer me volví a exceder con el alcohol.

Mis párpados pesan como plomo, pero logro distinguir los contornos difusos de la habitación. Una lámpara de araña cuelga del techo, el dosel de la cama se alza sobre mí y las altas paredes azules se extienden hacia lo alto como los muros de un antiguo castillo.

Creo que voy a vomitar.

¿Qué rayos hago aquí?

Una risa amarga se escapa de mis labios entreabiertos. No es la primera vez que despierto en circunstancias extrañas, pero jamás había llegado tan lejos. Me habría sorprendido menos despertar atado a las vías de un tren que en la casa de mi abuelo muerto.

Quizá llamar a esto una "casa" no es la mejor descripción ya que la mansión de los Ashford parece más bien un palacio.

El silencio es roto por el gemido de una mujer a mi lado.

Mierda.

¿Quién diablos es?

No estoy de ánimo para lidiar con nadie en este momento, mucho menos para explicarle a una extraña por qué tengo acceso a este lugar, si es que no lo sabe ya.

Así que cierro los ojos y finjo estar dormido.

Por ahora. la mejor opción es ignorar la realidad y esperar a que esta situación tan absurda se resuelva sola.

—No, no, no... Esto no puede ser —murmura con un tono cada vez más angustiado.

Es obvio que ya se percató de mi presencia.

Por más que intento hacer memoria sobre la noche anterior, no encuentro nada. Mi cerebro se niega a funcionar. Recuerdo que hablé con muchas mujeres anoche, pero ninguna de sus voces coincide con esta.

Debería mantenerme al margen de esto, pero la curiosidad me está ganando. Entreabro los ojos para ver a la chica que se encuentra sentada en la cama con la respiración agitada. 

En cuanto me ve, se incorpora a toda prisa y tira de la sábana que nos cubre, dejando al descubierto todos mis dotes. Sus ojos se encuentran con los míos y puedo ver lo alterada que está. Me recorre con la mirada, como si intentara descifrar quién soy y qué hago aquí.

Es mucho más hermosa de lo que creí.

Mi mirada cae sobre sus labios carnosos.

—¿Quieres otro round? —pregunto instantáneamente y me siento un poco idiota.

Su sorpresa se transforma en un grito ahogado.

—¡Cúbrete con algo! —me grita mientras me arroja una almohada.

No puedo apartar mis ojos de ella, incluso detrás de la máscara del terror, sus rasgos son impresionantes. La intensidad de su mirada adornada por esas gruesas pestañas, sus labios rosados entreabiertos por el susto y su cabello castaño cayendo en cascada sobre sus hombros.

Entiendo porque me fijé en ella anoche. Tengo tan buen gusto incluso cuando estoy ebrio.

—¡Deja de verme!

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora