34 | Todo mi mundo

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34 | Todo mi mundo


Christopher

Siempre sentí cómo si estuviera muerto por dentro. Cómo si hubiera algo faltándome, algo vació en mi interior  que ninguna cantidad de éxito o riqueza podía llenar. Pero desde que la conocí, todo cambió.

La forma en que su risa enciende una chispa en lo más profundo de mi ser, hace que mi corazón se acelere y que mi mente se despeje. Somos imperfectamente compatibles. Nuestros mundos son tan diferentes, pero si de alguna manera nos atrevimos a coincidir es porque quizá, solo quizá el destino, en el cuál no creo, tiene algo preparado para nosotros.

Me encuentro sentado en el borde de la cama, absorto en el libro que Scarlett me regaló. Una frase en particular me llama la atención:

"Desde el momento en que nos conocimos, todo pareció encajar de una manera que nunca había experimentado, como si nuestros destinos estuvieran entrelazados desde el principio de los tiempos, destinados a encontrarnos incluso en los rincones más oscuros del mundo."

Así que tomo un lápiz y la subrayo antes de arrancar la hoja y doblarla para formar un corazón de papel. Con cuidado, lo dejo en la cama, cerca de su almohada.

Cuando estaba en el ejército, a menudo me entretenía haciendo piezas de origami cuando no tenía nada más que hacer. Es una costumbre que perdura, y ahora, es mi manera de hacerle saber a Scarlett que pasamos otra noche juntos y que lo primero que ella piense al despertar sea en mí.

La observo mientras duerme, y una sensación de paz y felicidad me invade al verla tan hermosa y serena. Aún no puedo creer lo que pasó anoche, y desearía quedarme para disfrutar más de su compañía, pero tengo que ir a la reunión. Mientras antes vaya, antes podré regresar a su lado.

Me quedo un momento más contemplando su rostro sereno antes de levantarme de la cama. He estado con tantas chicas antes, pero lo que experimenté con Scarlett superó todo eso. Fue como si hubiera hecho el amor con ella sin que siquiera me tocara. Fue una conexión a un nivel mucho más profundo, como si hubiera tocado su alma, y ella, la mía.

Antes de salir, me inclino para darle un suave beso en el hombro, deseando que tenga un buen día y con la esperanza de que al despertar y encontrar el corazón de papel, su primer pensamiento sea yo.

Una risita tonta se escapa de mis labios mientras me separo de ella, y no puedo evitar pensar que esta mujer me tiene completamente perdido.

Durante las tres horas de camino a la ciudad, no puedo apartar de mi mente a mi chica. Cada kilómetro que nos separa me hace sentir su ausencia de forma más aguda. Extraño su presencia a mi lado, su risa, su tacto. Me pregunto si debería dejar plantados a los generales y regresar con ella. La imagen de su rostro mientras dormía aún se encuentra grabada en mi mente, y no puedo evitar lamentar haberle dicho que se detuviera anoche. Anhelo con todas mis fuerzas que esa noche se repita, que podamos estar juntos de nuevo.

Me detengo al final de la calle estrecha, donde el asfalto se desvanece en una amalgama de grava y basura. Aparco el coche cerca de un callejón, donde el olor a orina y basura en descomposición me golpea como una marea maloliente. El bar de mala muerte se alza frente a mí, con su fachada descascarada y una luz parpadeante sobre el letrero que apenas ilumina el nombre: "El Bucle".

Bajo del coche y camino hacia la entrada, sorteando charcos de agua estancada y esquivando sombras sospechosas. La música de fondo, mezclada con gritos y risas estridentes, crea una cacofonía insoportable que resuena en mis oídos.

Empujo la puerta de madera carcomida y entro en el interior oscuro y viciado. El humo del cigarrillo se mezcla con el olor a alcohol rancio y sudor, hacen que me den ganas de vomitar.

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora