43 | Me gustas mucho

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43 | Me gustas mucho


Christopher

—¡Papá, hay alguien afuera buscándote! —grita uno de los gemelos traviesos.

La rapidez con la que Connor sale de su silla y se dirige hacia Ashton me toma por sorpresa. Su rostro se tensa de inmediato, y una reprimenda aflora en su voz. 

 —Ashton, ¿cuántas veces te he dicho que no debes abrir la puerta sin saber quién está afuera? —lo regaña, mientras lo carga para alejarlo de la entrada.

Connor levanta a Ashton en sus brazos con facilidad, alejándolo de la entrada con un gesto decidido. En ese instante, nuestros ojos se encontraron y su sorpresa fue evidente al verme allí, en su porche, como un visitante inesperado. 

 —Christopher, ¿qué haces aquí? —pregunta, extendiendo una mano en un gesto de saludo fraternal aún sosteniendo al niño en el otro brazo. 

Mientras Connor se acerca a mí, un estruendo proveniente de la sala interrumpe nuestro breve intercambio. Un cristal se hace añicos en el suelo, seguido de una risa traviesa y el sonido de pasos corriendo. 

—¡Andrew! —exclama Connor, con un tono que mezcla exasperación y preocupación—. Christopher, pasa, por favor. Necesito ver qué ha hecho este pequeño diablillo ahora.

Mientras Connor se apresura hacia la sala para lidiar con la travesura de Andrew, mi mirada se desliza hacia Scarlett. Nuestros ojos se encuentran brevemente, y una sonrisa se forma en nuestros labios. Le tomo la mano con suavidad, reconociendo que ella tenía razón. Había accedido a venir aquí principalmente para hacerla feliz, pero empiezo a pensar que pasar un rato con los gemelos no será tan malo después de todo

—Son muy lindos —comenta Scarlett, refiriéndose a los traviesos gemelos, con una expresión cariñosa en su rostro.

—No dejes que esas caritas te engañen —respondo con una sonrisa irónica, recordando las travesuras que solíamos hacer de niños.

Cuando entramos en la sala, la escena es caótica. Connor se esfuerza por contener a los gemelos, quienes parecen estar más interesados en la diversión de la situación que en cualquier peligro potencial. Con la escoba en mano, Connor se esfuerza por limpiar el desastre mientras mantiene a los niños a una distancia segura.

Al ver nuestra llegada, Connor se gira hacia mí con un gesto de alivio evidente en su rostro.

—Chris, ¿puedes ocuparte de ellos por un momento?  —me pide, señalando hacia los gemelos y el desorden a su alrededor—. Mi esposa salió a hacer unas compras y mis empleados están de vacaciones por las fiestas navideñas. Estoy un poco desbordado aquí.

Asiento con una sonrisa comprensiva, sabiendo que mi presencia aquí será más útil de lo que había anticipado inicialmente.

Tomando a uno de los niños en brazos, noto que lleva una camisa azul, y me dirijo a él con una sonrisa amistosa.

—¿Cuál es tu nombre, amigo? —le pregunto.

Scarlett carga al otro niño, que lleva una camisa verde, y comienza a hacerle mimos. A pesar de no conocerla, el niño parece llevarse muy bien con ella, lo que me hace sonreír con ternura.  Observo cómo interactúan y noto una expresión extraña en el rostro de Scarlett.

—¿Qué pasa? —le pregunto, desconcertado por su reacción.

Ella trata de contener una risa antes de responder.

—Nada, solo que lo tratas como si fuera un ejecutivo en una reunión de negocios —responde entre risas, haciendo que yo también sonría.

Entonces, el niño con la camisa azul responde a mi pregunta.

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora