36 | Black Jack

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36 | Black Jack


Scarlett

—¿Qué fue eso? —pregunto, mi voz temblorosa mientras trato de procesar la situación.

Observo a Christopher, que sigue sin camisa y solo con los bóxers puestos, y siento un impulso irracional de cubrirme con mi ropa, que está esparcida por el suelo. Pero antes de que pueda hacerlo, él me sujeta de la mano y me guía hacia un rincón de la habitación.

—Espera aquí, amor. Voy a ver de qué se trata —me dice, pero mi instinto de supervivencia grita en mi interior.

—No, no puedes dejarme aquí sola —le digo, aferrándome a él con desesperación—. Por favor, quédate conmigo.

Él parece debatirse por un momento, pero finalmente se rinde ante mi súplica. Sin embargo, sus palabras me sacuden hasta lo más profundo.

—Te llevaré conmigo, pero debes hacer todo lo que te ordene —me advierte, su tono es serio.

Asiento con un nudo en la garganta, sabiendo que no tengo otra opción más que confiar en él. 

Se apresura a subirse los pantalones y tratar de abrocharlos con una sola mano mientras revisa entre los cajones en busca de algo.

Siento que mi corazón se detiene cuando Christopher saca un arma de la mesa de noche. Mi respiración se corta y mis manos tiemblan, incapaces de procesar lo que está sucediendo. El miedo se apodera de mí mientras observo cómo sostiene el arma, su rostro reflejando un conflicto interno que me resulta incomprensible.

—¿Qué está pasando? —pregunto, mi voz apenas un susurro lleno de temor.

Él no responde, su mirada fija en el arma entre sus manos. Una sensación de desamparo me invade mientras lo observo, preguntándome qué peligro puede haber llegado hasta nosotros en esta noche aparentemente tranquila.

Cuando finalmente él se decide a hablar, su voz suena cargada de indecisión.

Apenas me da tiempo de ponerme mi pijama antes de que suene el segundo disparo, que resuena en la casa como un trueno en la noche. Mi corazón se acelera, latiendo con fuerza en mi pecho mientras el miedo se apodera de mí una vez más.

Christopher me toma de la mano y salimos de la habitación con cautela, moviéndonos en silencio por el pasillo oscuro. Cada paso que damos parece aumentar la tensión en el aire, y mi respiración se vuelve superficial mientras nos acercamos a la escalera que lleva a la cocina.

La oscuridad envuelve la casa, envolviéndonos en un abrazo frío y ominoso. El silencio es abrumador, roto solo por el sonido de nuestros propios pasos y el latido frenético de mi corazón en mis oídos. Me aferró con fuerza a la mano de Christopher, buscando consuelo en su presencia en medio de la oscuridad.

Mi mente corre salvaje con posibilidades, pero sé que debo mantener la calma y confiar en Christopher para mantenernos a salvo.

Finalmente, llegamos a la entrada de la cocina, y me detengo, conteniendo el aliento mientras espero que Christopher decida el siguiente movimiento. Mis ojos escrutan las sombras, buscando cualquier indicio de peligro mientras el corazón late con fuerza en mi pecho.

De repente, vemos una sombra removiéndose entre las sombras, acompañada de un gorgoteo inquietante. Un rastro de sangre se extiende por el suelo, marcando un camino macabro hacia el origen del sonido. Christopher alista el arma, como si estuviera dispuesto a usarla si hace falta. 

Me encuentro paralizada por el miedo, sin saber si debo seguir a Christopher o quedarme escondida. Pero la idea de quedarme sola en medio de la oscuridad me resulta insoportable, así que decido seguirlo, gateando con cautela para no hacer ruido.

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora