31 | Nada más que la verdad

1.9K 145 38
                                    

31 | Nada más que la verdad


Scarlett

Me sumerjo en una espiral de pensamientos turbulentos, constantemente preocupada por el futuro. Ninguna garantía en el mundo puede calmar mis nervios. Miro de reojo a Chris, el bosque en sus ojos que me atrae hacia la orilla, y me pregunto, ¿me estarán llevando hacia la seguridad o hacia una tormenta aún más grande?

Siempre me he preguntado cómo se siente estar enamorada. Mi abuela solía decir que si tienes que hacerte esa pregunta es porque nunca lo has estado.

Cuando estaba con Henry, siempre sentí que tenía que probarle que valía la pena estar conmigo. Era yo quien tenía que pedirle que nos viéramos, que me tomara de la mano en la calle, que me dijera que me quería. Pasé mucho tiempo tratando de cambiarlo, convencida de que podría hacerlo si tenía paciencia, pero no pude.

En el fondo, creo que sigo culpándome a mí misma. ¿Fui lo suficientemente bonita para él? ¿Fue culpa mía que me tratara así? A veces pienso que solo me quería para acostarse conmigo, y yo me conformé con eso porque estaba desesperada por sentirme querida.

A veces, la idea de esa clase de amor me parece tan inalcanzable. Me pregunto si alguna vez seré la primera opción de alguien, si alguna vez un chico me verá y pensará que soy la chica más hermosa que ha conocido, si conoceré a alguien cuyo corazón lata con tanta fuerza cada vez que estamos juntos y que quiera pasar cada minuto de su tiempo conmigo.

Y se me hace tan lejano que alguien sea capaz de querer cada parte de mí, porque ni siquiera yo me veo de esa manera.

—¿No te gustó la comida? —pregunta Christopher, interrumpiendo mis pensamientos y señalando mi plato con gesto interrogante.

—Ah... —balbuceo, confundida, mientras remuevo los espaguetis sin comprender del todo lo que está pasando.

Él insiste, señalando de nuevo mi plato

—Si quieres, puedo pedirle a Sandra que te lo cambie por otro.

—¿Quién es Sandra? —pregunto, todavía confundida por la abrupta interrupción de mis pensamientos.

—Sandra es la chef —responde Christopher con una sonrisa, señalando hacia la cocina con su pulgar—. Si hay algo que no te guste o quieras cambiar, solo dímelo y lo arreglaré.

—Oh, no, está bien. Todo está delicioso —respondo con una sonrisa, finalmente apartando la mirada de mi plato y volviendo mi atención hacia él.

—¿Segura? —pregunta, arqueando una ceja con curiosidad—. ¿Entonces qué es lo que tienes?

—Nada, de verdad.

—No te creo —responde con una mirada penetrante, como si pudiera leer mis pensamientos — ¿Algún huésped te está molestando? Puedo pedirle a Bernie que los saque.

—No, no es eso. Solo estaba pensando en algo que no tiene sentido.

—Me gusta escucharte hablar, incluso si son cosas sin sentido

Me quedo en silencio por un momento, con la mirada perdida en el plato de spaghettis. Una oleada de pensamientos me invade, pero ninguno de ellos puede salir de mis labios. No puedo decirle que tengo miedo de que me rompa el corazón.

—¿Estás molesta conmigo por lo que pasó antes? —pregunta, interrumpiendo mis pensamientos otra vez.

Me sorprende su pregunta directa, pero niego con la cabeza rápidamente, intentando disimular mi confusión.

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora