Cuarenta días; fueron exactamente cuarenta días en los que los soldados con los que fui a Vietnam estuvieron torturándome de todas las maneras que encontraron, algunos con el afán de asesinarme, otros simplemente porque estaban aburridos, y el hijo de puta de Deeckens solo porque creía que debía haber una forma de asesinarme. De una u otra manera se podría decir que "milagrosamente" aquí sigo. En una pieza. Bueno, más o menos, ya había matado al menos a veinte soldados —cinco de ellos eran americanos y otros quince eran vietnamitas—, debido a eso me encerraron en una cabaña, la cual modificaron para que yo no pudiera salir.
Me privaron de agua, comida, la luz del día, la comodidad y comenzaron a tratarme como a un maldito animal como si no supieran que perro amarrado se hace más bravo; por supuesto, no importaba cuantas noches durmiera para evitar el hambre, esa sensación de insatisfacción e incomodidad estaban ahí y para este punto el comerme esos cadáveres cada vez se veían más apetitosos.
Quería comer, aunque debía aguantarme, y podría comerme mis dedos de uno por uno en lo que pensaba como salir de ese lugar pero tampoco podía darme el lujo de perder algo que me podría hacer falta después.
No había de otra, debía comer ahora, habían pasado cuarenta días.
Tomé una respiración profunda, sentía mi cuerpo débil, me sentía mareada y temblaba un poco, me acerqué gateando a los restos de los soldados que estaban apilados en una esquina de la cabaña y busqué uno que fuera más reciente para poder despedazarlo. No lo comería crudo, podía usar mi visión láser para cocer un poco los trozos, así que me puse manos a la obra y una vez que terminé de preparar la carne, no perdí más tiempo y comencé a comérmela, sintiendo aún como se salía la sangre del trozo con cada mordida. Nada me costaba imaginar un corte fino de carne en término medio, con el jugo escurriendo con cada bocado... realmente extrañaba eso.
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Cuando terminé de comer solté un suspiro de satisfacción al haber finalmente saciado esa sensación de incomodidad en el estómago, sonreí ligeramente al sentirme extasiada y me recosté sobre el suelo de la cabaña mientras pasaba mis dedos superficialmente por las tablas del piso. Era una sensación extrañamente excitante. Como si todo a mi alrededor se ralentizara...
Tal vez por eso no me inmuté cuando escuché pasos afuera o cuando abrieron la puerta y me apuntaron con los rifles, no me importaba eso ahora.
—Te encontré... —dijo la voz de un hombre, se me hacía bastante conocida a pesar de que no podía diferenciarla.
Solo cerré los ojos y me relajé; que sucediera lo que tuviera que suceder, ¿no?
Apenas comenzaba a despertarme luego de un sueño profundo, comencé a sentir caricias en mi mejilla y como movían mi cabello, al abrir mis ojos lentamente la luz me calaba, además de sentir los ojos pesados.—¿Ya despertaste? —habló el mismo hombre de antes mientras dejaba un beso en mi mejilla.
Separé mi rostro al sentir algo raspándome, tal vez una barba, por lo que abrí los ojos de golpe cuando intente tallármelos con las manos pero las tenía atadas a lo que parecía ser una camilla.
—Te busqué mucho tiempo, Hadi...
Comencé a maldecirme internamente, me sentía encerrada de nuevo, atada no solo en el sentido literal y completamente jodida. De nuevo.
—¿Por qué te fuiste? —dijo con voz extrañamente suave. —Estaba muy preocupado por ti...
—Esto debe ser un sueño... —murmuré, cerrando los ojos con fuerza.
Él no cambió, no podía ser tan dulce conmigo ahora después de todo lo que pasamos.
—¿Qué pasa, mi amor? ¿Realmente no me crees que he cambiado?
—No, no lo haz hecho... —negué, intentando romper las correas de la camilla, pero parecía imposible. —¿Pero qué...?
—Shh... está bien, amor... todo va a estar bien... te pusieron un anti compuesto —dijo con una sonrisa—, inhibe los efectos del compuesto v matando poco a poco las células creadas o afectadas por el compuesto. Son tres dosis, el anti compuesto no está desarrollado al cien por ciento, así que deberás reforzar la dosis.
—¿P- por qué...?
—No seas tontita... —dijo con una sonrisa coqueta. —Tú no necesitas poderes, querida.
Me quedé mirándolo por unos instantes, buscando alguna pizca de falsedad o engaño, su expresión parecía genuinamente contenta por la noticia y su toque verdaderamente se había suavizado cada vez que él tenía un roce conmigo.
No podía creer... bueno, en realidad, de él me esperaba todo, pero lo que no podía creer que después de todo lo que habíamos pasado su solución más lógica fuera quitarme los poderes.
—Vamos, amor... tenemos una niña que cuidar, Emma te extraña —dijo, antes de inclinarse y darme un beso en la mejilla.
—Ni siquiera se llama Emma... —murmuré.
—Oh, vamos, Hadi. Tú no quisiste ponerle un nombre, solo te quedaste con el que tu mamá le puso, pero a mí no me gustaba ese nombre; así que, le puse Emma —dijo mientras acariciaba mi cabello—. Emma Elizabeth Parkneer... ¿no te gusta?
No sabía qué responder, solo quería salir de ahí e irme, aunque Ben ahora me tenía atada y si era cierto eso del anti compuesto, no me dejaría ir para nada.
—Me lo debes... me debes una familia, Hadelyne, con dos niños corriendo por ahí... —acarició mi cabello. —Yo no quería una mocosa, ¿sabes? No, una niña no. No me apunté para criar a una mocosa malcriada que seguramente cuando crezca será una maldita mojigata ofrecida...
Fruncí el ceño al escuchar sus palabras y le escupí el rostro.
—No haz cambiado en nada si aún eres capaz de referirte de esa manera a tu propia hija...
—¿Y la mentira dónde está, amor? —dijo mientras se limpiaba el escupitajo del rostro. —Sabes que es cierto, seguramente al primer chico que se le cruce por el frente le va a abrir las piernas, porque... seamos honestos... es igual de puta que tú.
Intenté soltarme, aunque de forma inútil, obvio.
—¡¿Cómo puedes hablar así de una niña?! ¡Maldito mitómano de mierda, narcisista, sociópata culero! —dije mientras comenzaba a moverme en la camilla para intentar romper, si es que podía, las correas que me ataban.
—Ah-ah- ah... cuida tu lenguaje. No puedes estar hablando así delante de nuestra hija... —sonrió de forma burlona.
La puerta de la habitación se abrió y tímidamente entró una niña, era Emma.
—Se puso triste porque no estuviste en su cumpleaños, ¿verdad, amor? —Ben tomó en brazos a Emma y ambos me miraron.
Ella asintió ligeramente.
—Dile a mamá cuántos años cumpliste ya...
Emma miró a Ben y después me miró a mí, hablando tímidamente. —Cuatro... —dijo, elevando también cuatro dedos.
—Muy bien... sí, cumplió cuatro años —dijo Ben con una sonrisa cariñosa, mientras acariciaba el cabello de Emma.
La puerta de la habitación se abrió nuevamente y entraron varios doctores.
—Cierto... tengo que irme —dijo Ben con una sonrisa.
—¿Qué está pasando?
—Moriste por una infección en el estómago, por comer carne echada a perder —dijo Ben—, deberías dejar el canibalismo.
—Vete a la mierda... —dije con molestia.
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𝙐𝙉𝘿𝙀𝙍 𝙏𝙃𝙀 𝙏𝙄𝘿𝙀 || 𝙎𝙊𝙇𝘿𝙄𝙀𝙍 𝘽𝙊𝙔
Fanfiction𝙏𝙝𝙚 𝘽𝙤𝙮𝙨|| Después de años intentando rehacer mi vida, todo se fue a la mierda en cuanto nos vimos obligados a buscar un arma para acabar con Homelander. ¿De qué manera se jodió todo? De la peor forma posible, un viaje a Rusia.