Capítulo 2

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Jade iba manejando sobre la Interestatal 83 a toda velocidad, los rayos del sol a su derecha resplandecían implacables sobre el toldo del Chevrolet Caprice rojo, las ventanillas del auto abiertas dejando entrar el aire tibio de verano, su melena moviéndose al viento y en los alto parlantes su música favorita retumbando fuerte mientras ella tatareaba la canción.

Si hay algo que le gustaba era la sensación de libertad, desde pequeña ha tenido el espíritu aventurero, heredado de su madre.

Llevaba más de tres horas en carretera y hacía diez minutos que había traspasado los limites del estado de Virginia, cada vez se encontraba más cerca de Fort Lee, emocionada de regresar a casa y esa sensación aumentaba al aproximarse mas a su destino.

No tienes por qué estar nerviosa  Se dijo así misma.

Después de todo había pasado tiempo suficiente para que no la recordaran, quizás sus compañeros de escuela se fueron a estudiar y trabajar a otros estados y los militares que llegaron a saber de ella seguramente ya no estaban en Fort Lee, habrían sido reasignados a las diferentes Bases instaladas a lo largo y ancho del país o en el extranjero.

Y esperaba mas que nada que él en especial ya no estuviera sirviendo en la Base.

Lo que mas preocupación le daba era el reencuentro con su padre, hacía mucho no lo veía. La mayor parte del tiempo se comunicaban con llamadas telefónicas, en el internado se permitían todos los fines de semana, al principio nunca fallaba pero con el paso de los meses se fueron haciendo esporádicas y cuando hablaban tenían bien establecido el rumbo de la conversación, como el dialogo de una obra de teatro que no duraba más de cinco minutos.

—¿Todo bien?— le preguntaba siempre.

—Sin novedad— le respondió cada vez.

—Bien. No busques problemas Jade.

—Trataré...no señor.

Y eso era todo. Cada semana "no busques problemas".

Lo que no entendía el general era que la mayoría de las veces no buscaba los problemas, simplemente el azar se los ponía enfrente y aunque algunos si los empezó a decir verdad, ninguno fue a razón de nada.

Siempre había un por qué.

En el internado trató de no meterse en líos, trató. Una vez salió del internado en la oscuridad de la noche para ver un grupo de rock que se presentaba en la ciudad, sabía que arriesgaba mucho pero era muy inteligente además de que su amiga Claudia la ayudó y no la descubrieron, y como olvidar a la pesada de Tracy Powell, odiosa a mas no poder, con ella tuvo varias peleas y alguna vez como broma le puso pegamento a su shampo o cambió su crema facial por pomada para las hemorroides pero no hizo nada tan relevante que llegara a oídos del General Asher.

Solo ha visto a su padre en dos ocasiones: cuando se graduó en el internado y cuando se recibió en la universidad. Jade nunca se lo reprochó, sabía del trabajo poco común y del tiempo que exigía, ella nunca se lo dijo pero estaba orgullosa, no cualquier chica presumía que su padre era un general de la armada de los Estados Unidos que tiene una Base Militar a su comando.


*****

Jade bajó la velocidad hasta parar frente a las puertas eléctricas de la Base de Fort Lee, de la garita de seguridad apostada a la izquierda salió un soldado con uniforme de camuflaje y una ametralladora M240 entre sus manos. Él se acercó a la ventanilla del auto y se agachó para verla.

—Asunto— la voz mecánica y seca del militar le hizo preguntarse en la mente cuantas veces al día decía la misma palabra.

—Hola buenas tardes, mi nombre es Jade Asher y vengo a visitar a mi padre, Robert Asher.

La hija del GeneralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora