Capítulo 19

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La milicia no es una profesión apta para cualquier persona. La vida de un soldado activo es ardua, desde el momento que se enlistan pasan por diferentes pruebas físicas y mentales adquiriendo conocimientos para después ser llamados a misiones desde las más sencillas como atender a ciudadanos en desastres naturales o ser enviados a conflictos bélicos en otros países como Afganistán o Irak por ejemplo.

Rayder Hunter había nacido en una familia dedicada al ejército, desde pequeño sabía lo que el futuro le deparaba y desde que se enlistó en la US Army ha estado comprometido en cuerpo y alma al cumplimiento de su país. Su carrera impecable y sobresaliente lo ha llevado a ser uno de los mejores en su rango y después de un año de intenso trabajo pronto sería promovido de Teniente Primero a Capitán teniendo a su mando una compañía de soldados al cual liderar.

Él era el soldado por excelencia, líder nato de temple de acero, serena y sistemática, dedicado al cien por ciento a su carrera, nunca le había molestado marcharse por largas temporadas lejos de casa, ya fuera en misiones o servir en otra Base Militar, él siempre cumplía su deber sin cuestionamientos.

La vida de un militar es poco común a cualquier persona incluyendo las relaciones amorosas, encontrar una pareja capaz de aceptar las complicaciones que conlleva ser un soldado no es tarea sencilla, estar ausente por temporadas largas ha sido uno de los factores principales para que algunos noviazgos e incluso matrimonios  fueran destinados al fracaso.

Rayder había sido testigo de ello, compañeros que en medio de una misión eran abandonados por sus parejas por medio de e-mails, las razones variaban pero una constante era que no eran capaces de soportar más la soledad por la falta de su presencia.

Por esa razón él había decidido no tener novia, estar ligado sentimentalmente a una relación amorosa era una complicación que él no estaba dispuesto a sobrellevar, su estilo de vida era ya de por si compleja como para verse involucrado en otra complicación más.  Y no le pesaba esa decisión, a Rayder le gustaba tener el control sobre todo y estaba satisfecho, tuvo mujeres que aceptaban la condición de no formar vínculos afectuosos. Así le había funcionado de maravilla. 

Hasta ahora.

Hasta que ella regresó a su vida a voltearlo todo de revés.

Jade podía hacerlo perder la paciencia de igual manera que hacerlo reír con sus ideas locas e inesperadas, su aspecto le gustaba, sus labios, la sonrisa pícara, esos ojos verdes expresivos y su cuerpo lo excitaban pero también su forma de ser le atraía, era agradable, cariñosa, alegre, con sentimientos nobles y buenos. En poco tiempo su relación estaba más allá del odio y el deseo, ahora se encontraba sintiendo por ella un cariño que jamás había sentido por ninguna mujer.

Las defensas cimentadas que le habían servido por largos años cedieron haciéndose añicos a causa de ella y solo le bastó poco más de un mes para lograrlo. No buscaba enamorarse y nunca había sido un hombre celoso, nunca había deseado así alguien en su vida. No pensó en absoluto que surgieran sentimientos de afecto tan fuertes por aquella pecosa que años atrás lo molestaba con tanta perseverancia.

No podía sacársela de la mente, ansiaba estar cerca de la chica insensata y rebelde que tenía el poder de volverlo loco si no sabía dónde estaba y cuando la tenía cerca provocarle tanto deseo y mucho más. La última vez que hablaron había sido hace un par de días y las palabras de Jade resonaban en su cabeza porque ella tenía razón: él jamás arriesgaría su carrera por nadie, así pensaba desde antes que ella reapareciera, no lo había olvidado.

Aun así una pregunta rondaba por su mente, una que traería consecuencias para los dos:

¿Hasta dónde sería capaz de arriesgarse por Jade?

La hija del GeneralWhere stories live. Discover now