Capítulo 30

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Meses después.

En el pueblo un nuevo escándalo en boca de todos, en la primera plana del periódico local se leía el encabezado en letras negritas: 

Gerente del Banco es detenido y llevado a juicio por cuantioso fraude.
Simon Wagner reconocido empresario financiero, valiéndose de su cargo como gerente del Banco de Prince George aprovechó el acceso que tenía a las cuentas de sus derechohabientes para cometer un copioso fraude de cientos de miles de dólares.

La investigación alegaba que durante años el señor Wagner ordenó a los empleados le entregaran diversas sumas de dinero de los ahorristas para entregarlas en calidad de préstamo a otras personas, dinero que nunca fue entregado. El dinero lo utilizaba para comprar autos, bienes diversos incluso la vivienda de lujo donde residía con su familia presuntamente fue adquirida con el dinero sustraído de forma ilegal.

El agraviado, habitante del condado denuncio el fraude y cuando se hizo del dominio público varias personas solicitaron información de sus cuentas enterándose habían sido desfalcados, sumándose más denuncias en su contra. Al verse descubierto Wagner se dio a la fuga pero fue detenido semanas después y puesto a disposición de un juzgado por los delitos de estafa propia en forma continua. Mientras la investigaciones avanzaban, casa, autos y demás inmuebles de la familia Wagner fueron embargados en lo que se esclarecía la investigación.

En el mismo periódico en un pequeño recuadro la nota de unas cuantas líneas informando el rescate exitoso de un periodista estadounidense en Irak llevado a cabo hace semanas atrás a manos de un comando militar. Casi nadie reparó en esa noticia.

El pueblo entero estaba enfocado en Simon Wagner y familia. La vida daba giros inesperados, de imponer respeto y hasta cierto temor por su estatus ahora eran repudiados por todos. Megan también pagó las consecuencias, aunque ella no cometió el delito las personas no hacían distinciones, detalle que por mucho tiempo usó a su favor y que ahora jugaba en su contra. No podía salir a la calle sin que fuera señalada como la hija del ladrón del pueblo.

—Mírala, siempre ha sido tan creída y seguro los zapatos que lleva fueron comprados con el dinero que se robó su papá— cuchicheaba una señora al verla pasar.

—Y aparte de eso ¿No has escuchado lo que dicen de ella?— dijo la otra mujer —¡fue amante del viejo de la joyería y quien sabe de cuantos más!

—¡Pero qué familia, su papá es ratero y ella zorra!— comenzaron a reírse.

—¿Y qué me dices de Úrsula? Esa mujer seguramente sabía lo que hacía su marido desde hace mucho y lo estuvo encubriendo todo este tiempo ¡par de desvergonzados!

Fue tanta la presión que tanto Megan como su madre tuvieron que abandonar el pueblo en medio de la noche como un par de maleantes y no se les volvió a ver.

La vida para Jade también había cambiado.

Ahora trabajaba en el Kínder Garden como nutrióloga tratando a los niños, poco a poco se fue ganando la confianza de algunas personas del pueblo, algo que quería era que la conocieran realmente y lo estaba consiguiendo, ya no la veían como la joven rebelde y problemática sino como una mujer trabajadora, honesta y también buena persona.

La relación con su padre avanzaba, sabía que no iba a ser un cambio de la noche a la mañana más los dos lo intentaban y Jade era feliz, si alguna vez pensó que no recuperaría nunca el cariño de su padre ahora esa idea estaba en el pasado, Robert a su manera se lo estaba demostrando.

—Respira General que te estas poniendo morado.

—Estoy respirando aunque no lo parezca.

—¿No estas contento con la noticia?

La hija del GeneralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora