13- No las escuches

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-Axel Basta. -le pedí al rubio pero no paraba.

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-Detente por favor. -le rogué esta vez.

-Señorita Miller, ¿quiere compartir el chiste con el resto de la clase?

Avergonzada me hundí en el asiento y el viejo dinosaurio continuó con la clase, minutos después volví a sentir los dedos de Axel meterse bajo mi suéter y hacerme cosquillas.

-Basta, demonio rubio. -le susurré mientras intentaba sacar sus manos.

-Los polinomios son muy aburridos Vic, y me quedaré dormido si sigo escuchando al dinosaurio. -respondió con sus labios pegados a mi oreja, la electricidad se extendió por mi cuerpo y las mariposas comenzaron a aletear- Verte luchar por sacar mis manos de tu suéter es excitante.

¿Dije mariposas? Porque no se sentían como mariposas, había un huracán azotando mi interior y mi pulso iba más rápido que el de un colibrí. Las cosquillas se detuvieron y fueron reemplazadas por suaves caricias, sus dedos quemaban mi piel, me faltaba el aire; de repente, sentí sus labios en mi nuca.

-¡AXEL WILLIAMS NOS VAN A SACAR DEL SALÓN! -grité, abrí exageradamente los ojos cuando me di cuenta de que lo había hecho.

-¡Señorita Miller! -me reprendió el vejestorio- ¡Tome sus cosas y salgase de mi clase! Me sorprende que una alumna tan brillante como usted tenga esta clase de comportamientos.

Me puse de pie, giré mi cabeza hacia el pupitre de Axel y lo fulminé con la mirada mientras guardaba las cosas en mi bolso, podía escuchar como mis "compañeros" murmuraban cosas sobre mi, levanté el brazo y les enseñé mi dedo corazón.

-¡No toleraré una falta de respeto más señorita Miller! Con todos los años que llevo dando clases nunca me ha...

Me coloqué el bolso en hombro y me fui dejándolo con la palabra en la boca.

Estúpido viejo, estúpida clase, estúpido Axel que hace que me saquen del salón.

Caminé hasta mi árbol favorito y me acosté en la grama, cerré los ojos y dejé que mi mente volara, necesitaba un poco de paz. Han sido días duros desde que las voces volvieron.

Tres días antes.

-Hice albóndigas para cenar. -dijo Paola entrando al comedor con la olla en la mano y dejándola sobre la mesa- Te van a gustar, quedaron di-vi-nas.

Me reí, su imitación de sifrina le queda muy bien.

-No lo dudo pero no tengo tanta hambre, hace rato me comí un helado que me dejó agotada.

-¿Agotada? -frunció el ceño- ¿De comer helado?

Asentí -Muchas calorías, más de las que me podía permitir. -la felicidad se le fue del rostro- Pero me lo comí, intento olvidar todo eso, en serio.

Una Chica con ProblemasWhere stories live. Discover now