22- Pinocha

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Me desperté gracias a una pesadilla, algo totalmente normal en mi vida.

Miré la hora en mi celular y eran apenas las 4:51 de la madrugada, tan sólo había conseguido dormir media hora.

Me levanté de la cama con pesadez, agarré una manta y caminé hacia la sala, me tiré en el mueble como saco de papas, sabía que por más que lo intentara no lograría volverme a dormir, así que encendí el televisor para ver alguna tontería por cable.

Abraham se había ido a eso de las dos a "trabajar" porque sus empleados eran unos completos inútiles incompetentes que no sabían hacer nada sin él, sus palabras, no mías.

Hacia zapping y no encontraba nada interesante que ver hasta que el título de una película que estaba comenzando captó mi atención, "Verónika decide morir"; me pareció interesante y lo deje allí. 

La película trataba sobre  la historia de una muchacha de 24 años llamada Verónika, que lo tenía todo pero que decidió suicidarse tras darse cuenta de que su vida se había vuelto monótona. Verónika parecía tener todo lo que cualquier joven de su edad podría desear, pero no era feliz y eso la llevo a tomarse un montón de pastillas. Después de fracasar en su intento de suicidio y pasar dos semanas en terapia intensiva, su familia decide ingresarla en un hospital psiquiátrico donde al despertar el psiquiatra le comunica que debido a su intento fallido de suicidio acaba con problemas cardíacos, tal problema causa en su vida escasos días de vida, aprende muchas cosas, conoce nuevos amigos, y hasta se enamora mientras espera la muerte. 

La película terminó y yo tenía los ojos hinchados de tanto llorar.

Por suerte ya eran las siete de la mañana, hoy no estaba dispuesta a ir al instituto, ni mañana, ni pasado; igual ya la época de exámenes finales había finalizado y los había aprobado todos con excelencia, ya sólo quedaban días para la graduación, así que no era necesaria mi presencia en ese desagradable lugar.

En realidad, nunca lo fue.

Fui al baño a ducharme y lavarme los dientes, Abraham se había tomado la molestia de mandar a comprar ropa interior para mi y ropa a mi gusto, me recordó a los viejos y amargos tiempos. Una vez aseada, fui a la cocina por algo de comer, me costaba hacerlo pero era más fuerte el deseo por dejar de ser un saco de huesos que el de no comer, me serví un tazón de cereal y me senté en la isla. 

Decidí enviarle un mensaje a Paola para comunicarle lo que haría hoy, puesto que estaba supuestamente castigada.

Para: Paola.

Hola, no iré a clases, voy al consultorio de Susan y luego a trabajar. Te repito nuevamente que no me preguntes donde estoy.

Continué comiendo mi cereal y unos minutos después mi celular vibro con la notificación de un mensaje nuevo.

De: Paola.

¡Buenos días para ti también, hermanita! Ya hablaremos cuando vengas, Axel pasó la noche aquí y tampoco irá al instituto, se quedará esperándote.

Cerré los ojos y apreté el celular en mi mano, que chico tan necio. El aparato volvió a vibrar.

De: Paola.

Se lo ve muy mal, deberían hablar y solucionar las cosas. El pobre está sufriendo mucho, él realmente te quiere.

¿Qué me importa a mi si está mal? Debió pensar bien sus palabras antes de dejarlas salir, debió pensar en el daño que me causaría.

Para: Paola.

Voy a lo de Susan, adiós.

Dejé el tazón en el fregadero y me fui.

Una Chica con ProblemasWhere stories live. Discover now