25- La propuesta

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La inseguridad es otro de los enemigos más comunes de una persona depresiva.

Te hace pensar que los demás te defraudarán o temes defraudarlos a ellos, te hace sentir inferior, inútil, despreciable. Es la mejor amiga del autoestima, juntos te van dando empujones para hacerte caer en el abismo de dolor y destrucción, sin darte cuenta, en un abrir y cerrar de ojos ya estarás dentro.

No podrás mirarte al espejo sin sentir desprecio de tu propio reflejo, desearás con toda tu alma desaparecer, eternas noches de lágrimas y dolor serán tu nueva compañía.

A mí la inseguridad me tiene agarrada de la mano y no tiene intenciones de soltarme, aunque intente safarme desesperadamente.

Hace una semana que le hicimos la broma a Lina, Abraham colgó el video en Internet y en cuestiones de minutos se hizo viral. Recibí un leve regaño por parte de Axel y felicitaciones de mi hermana; las cosas en el instituto están un poco tensas según lo que me ha contado Ax, razón suficiente para no aparecerme más por allá, pero mi querido novio tiene otros planes; anoche me pidió dramáticamente que fuera hoy y me negué rotundamente, no tenía pensado pisar de nuevo esa espantosa cárcel.

Pero él, mi hermana y Alissa se aliaron en mi contra.

Una melena rubia me despertó quitándome las sábanas de sopetón y obligándome a meterme a la ducha. Paola la dejó entrar a la casa, y no sólo eso, también le entregó la ropa que ella misma eligió para ponerme; una blusa blanca ceñida semitransparente con mangas hasta el codo, un jean negro tan ajustado que en cualquier momento me hará dejar de sentir las piernas y mis antiguas botas de tacón, y además entre las dos me agarraron para maquillarme.

Me tenían como su muñeca.

Y ahora estoy en el auto de Alissa, de camino al instituto, con una ropa que deja al descubierto las cicatrices de mis brazos, me siento como un payaso.

Te ves como un payaso, querida.

-Alissa, ¿por qué no quieres decirme para qué quiere Axel que vaya al instituto? ¿Y por qué estoy vestida así? Además, tu ni siquiera estudias allí. ¿Tú madre sabe que te estás saltando las clases?

La rubia rodó los ojos y me miró con impaciencia.

-Claro que lo sabe, ella es la que le indica al chófer a donde irá y deja ya de hacer tantas preguntas, déjate llevar.

Dejarme llevar...

Dejarme llevar...

Mi mente evocó recuerdos de mi pasado, recuerdos dolorosos.

Basta Victoria, no vayas allí.

Dejarme llevar...

¿Qué no eran esas mismas palabras las que decían tus queridos compañeros drogadictos? Déjate llevar Victoria, te gustará.

Las voces susurraron como serpientes.

¿No era lo que tu padrastro te decía aquella noche? Déjate llevar, zorra.

Todo a mi alrededor comenzó a dar vueltas y el oxígeno abandonaba mis pulmones, sentí unas manos alrededor de mi cuello apretándome, haciéndome daño, impidiéndome respirar.

Vic-to-ria, ja ja ja, Tori, eres tan frágil e insignificante.

Ellas, son sus manos; luché por quitarlas pero se aferraban mas a mi cuello.

-¡VICTORIA DETENTE! -gritó Alissa sacudiendo mis hombros.

Mi mente se calló y caí en la realidad, unos grandes ojos azules me observaban con preocupación mientras la dueña de esos ojos aún sostenía mis hombros, cuidadosamente movió sus manos hasta mi cuello y retiró las mías que seguían aferradas a el colocándolas sobre su regazo.

Una Chica con ProblemasWhere stories live. Discover now