Capítulo 15.

4.2K 70 4
                                    

Capítulo 15. No cambiaré nunca.

El sol se abría paso entre las persianas de la ventana que se encontraba a mi lado; iluminando cada extremo del cuarto en el que me encontraba.

Las sábanas se me pegaban al cuerpo, no quería levantarme. Quería permanecer allí, tumbada. Al menos un rato más. Dormir no había funcionado lo bastante bien como para olvidarme por completo del día anterior, aunque la verdad era que, cuando pensaba en ello; parecía un recuerdo borroso y brillante; como si solo hubiese sido un sueño. Pero no lo era.

Ordene lo que había sucedido en mi mente. Había conocido a Carlos, de manera no muy agradable. Había conocido a Eve, ese simpática chica menuda con los ojos azules y el pelo rubio. Había conocido a mi ocmpañera de cuarto. Había conocido a Denise, mi compañera de cuarto. Había ido al despecho del dircetor, luego Carlos me había acorralado. Había tropezado con Daniel. Había hablado con Denise, que no había sido que digamos muy simpática conmigo. Luego Carlos me había besado, y yo había salido corriendo. Había hablado con Eve en los jardines, y ella me había contado que Carlos y ella habían estado juntos, y que él la hizo daño. Había jurado vengarme.

Solo había una cosa común en casi todos los instantes que recordaba en mi mente. Ese era Carlos. Cínico, popular, Don Juan, manipulador, psicótico, y asquerosamente ridículo. Pero atractivo, muy atractivo. ¿Qué? ¿Había dicho atractivo? No, él... él no lo era. Tampoco feo, pero... ¡Bianca! Me recorde a mí misma que lo odiaba, porque parecía haberseme olvidado. Era gilipollas, ¿cómo podía haber dicho eso?

Miré para el otro lado. Denise ya no estaba en el cuarto. ¿Sería muy tarde? Daba igual, no había prisa. Solo estabamos a Domingo, podía hacer lo que quisiera los fines de semana. Era libre para hacer lo que me viniera en gana.

Me levante, aunque quejandome por haber tenido que hacerlo. Me desvestí, y me puse una camiseta de tirantes, y unos pantalones cortos vaqueros, que había dejado en el armario. Escogí unas sandalias romanas que me había comprado el año anterior, y fui a mirame en el espejo. Aceptaba que simplemente estuviera presentable; pero aún así añadí una pequeña línea al rededor de mis ojos con la raya de maquillaje. Tenía por costumbre hacerlo.

Alguien llamó a la puerta, insistentemente, más incluso que el director. Pense que podía ser Eve, o Denise mismamente. Me dirige a la entrada, y abri, relajadamente. Pero allí ni había ninguna chica rubia, ni ninguna compañera de cuarto. No. Allí estaba Carlos.

-¿Tú otra vez?

Estaba colocado en el marco de la puerta, de manera que parecía incluso más intrigante que antes. Daba realmente miedo. Llevaba puesto una camisa de manga corta azul marino, y unas bermudas naranjas claras. Me miraba con expresión penetrante.

-He venido a verte. ¿No me das un beso?

Acercó su cara a mí, pero yo aleje la mía. Para evitar cualquier contacto físico que pudiese darse. Por si acaso. Mejor prevenir, siempre.

-Hiciste daño a Eve. Eres un completo capullo.

Cambió el rostro. Definitivamente, sabía de que hablaba. Y no veía ni un ápice de pena o arrepentimiento por su parte. Idiota, esa sería la palabra que concordaba perfectamente con su cara en aquellos instantes.

-¿Eve? ¿Yo? Oh, me parece que tu amiguita no te ha contado toda la historia, eh, ¿pequeña?

No tenía ni idea de a que se refería. Toda esa situación resultaba poco normal. Demasiado enredada. Algo seguía fallando.

Carlos sonreía, aunque estaba ciertamente un poco sorprendido. Su pie impedía que cerrara la puerta, porque la tenía bloqueada. Capullo.

-¿Qué dices?

Me miró, y me sentí amenazada. Me sentí verdaderamente desnuda ante su mirada. Tanto que ví la necesidad de ocultarme un poco más tras la puerta del cuarto. Todo el cuerpo, para ser preciso. No era una sensación cómoda.

-Vaya... ¿Quieres que te lo cuente? Que pena, porque tengo la boca un poquito seca ahora mismo. Quizás si me dejaras darte un beso...

Solo un paso.Where stories live. Discover now