Capítulo 46.

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Capítulo 46. You make me become a crazy girl.

Subí lentamente hacia mi habitación, seguida por Carlos, que me agarraba por la cintura. Ninguno había hablado desde que le había mencionado lo de Bonnie. Era muy evidente que le gustaba, y también para él que estaba algo celosa de lo que había ocurrido.

-No es cierto. O sí, bueno, pero es normal. Solo mirame. Pero tranquila, Bonnie no me gusta. Aunque quizás entre las dos... No sé, nos lo podríamos pasar bien, ¿no?

Era un egocéntrico, pero me encantaba. Su forma de ser, su manera de tratarme. Nuestra relación se basaba en la posesión. En los dos sentidos, tanto para uno, como para el otro. Le miré con expresión algo enfadada, y puse los ojos en blanco, bromeando.

-Vale. Entonces quédate con ella. Yo no pienso compartirte.

Empujo la puerta de mi habitación lentamente, y me metió dentro, cerrandola tras de sí. Me cogió en brazos, violentamente, y me dejó encima de la cama, sentada. Yo le rodee la cintura con las piernas, impidiendo que se moviera. La cama era alta, así que no me resultó díficil. Estábamos yendo mucho más rápido. Pero no me importaba. No después de los dos días que habíamos tenido. Solo unas horas desde que salía con él, pero ya parecían meses.

Me besó rápidamente, y yo me aprete más contra él. Sus ojos me volvían completamente loca. Pero no solo eso. Le acaricie el pelo con las manos. Esta vez era todo mucho más fugaz, más con prisa. Porque había algo en todo eso que me impedía ir más despacio. ¿Demostrar lo qué era mío? Era un instinto primario, pero cabía la posibilidad.

-Me encantas, Bianca. Me encantas.

Esas dos palabras me encendieron completamente. Mi cuerpo se juntó mucho más al suyo, y él soltó un gemido. Apartó las manos un segundo de mi cuello, e hizo un amago de quitarse la camiseta, pero yo se lo impedí.

-Déjame hacerlo a mí, por favor.

Él se detuvó, y puso sus manos arriba, para que tuviera mejor acceso. Yo levanté mis brazos, y me separé un poco, para subirsela lentamente. Oh. Era perfecto. En toda su extensión. Esta vez no habría peros. Esta vez no importarían las consecuencias.

Su torso estaba bien formado, típico de deportistas. ¿Cómo estaba tan bien si vivía en un internado? A no ser que hubiera aprovechado las vacaciones, no lo entendía. Pero daba igual. Le acaricie con una mano, mientras con la otra le empujaba más hacia mí, de manera que caímos los dos a la cama. Me sonrió otra vez, con esa mirada que le caracterizaba.

-No es justo. Tú me has quitado la camisa. Deberías dejar que yo hiciera lo mismo, por cortesía.

Yo sonreí, cerré los ojos, y pensé. En cualquier otro momento me hubiera negado en rotundo, teniendo en cuenta el poco tiempo que llevabamos juntos. Pero ahora, me daba igual. Solo quería seguir besándole. Así que levanté los brazos, en una invitación. ¿Pero y si se abría la puerta?

-Si nos ven...

No me importaba mucho, pero si debía decirselo. Por si quería asumir las consecuencias. O por si no quería hacerlo, y prefería que parasemos. Tenía miedo a que decidiera lo último.

-Nadie nos verá.

Suspiré, y se colocó sentado encima de mi. Empezó a tirar de mi camisa hacia arriba, hasta que esta cedió por completo, y cayó al suelo. Solo estaba cubierta por el top deportivo que me había puesto para llegar al internado. Él sonrió de manera pícara, mirándome de arriba a abajo, dos o tres veces. Luego bajó la cabeza y me besó. Me besó con tanta dulzura que me sobresalté. Ahora ya no había prisa, todo había cambiado.

-Date la vuelta.

Me giré despacio, dándole tiempo a cambiarse de posición. Ahora estaba de espaldas a él. ¿Qué pretendía? Me sonrojé un poco, y empecé a sentir que sus manos se deslizaban lentamente por mi cuerpo. Caricias cálidas.

Solo un paso.Kde žijí příběhy. Začni objevovat