Capítulo 48.

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Capítulo 48. Who am I?

Me desperté en mi cama, sola en el cuarto. Miré un poco hacia la ventana, y corrí la cortina que me impedía la visión del exterior del internado, parándome a pensar en lo que había pasado. Primero odiaba a Carlos, y ahora estaba saliendo con él. Y me encantaba como era conmigo, aunque había dificultades. Como mi compañera de cuarto, por ejemplo. Pero me daba un poco igual entonces que se hubiera ido a quejar de mí al director, o a quién le diera su puñetera gana. Yo estaba bien, y por una vez, me consideraba suficientemente feliz.

Observé el reloj de la mesilla, me levanté lentamente, y me miré al espejo. Era hora de que me lavara el pelo, y me duchara. Dentro de dos horas empezarían las clases. Pero aún no sabía dónde estaban las duchas. Bueno, preguntaría a alguien en los pasillos. No había problema con eso.

Agarré mi champú, y una de las toallas del armario, y los deje en mi cama. Luego cogí el polo, la falda del colegio, ropa interior, medias y zapatos que me pondría al salir. Ropa repugnante, no había cambiado de idea respecto a eso. Tomé el champú y la toalla, y salí de la habitación, con la llave en las manos.

Solo había un chico en los pasillos, así que me acerqué a él para preguntarle. Estaba con un libro de Matemáticas, de un curso inferior al mío. Parecía simpático, aunque no me fiaria esta vez de las apariencias.

-Perdona, ¿sabes dónde están los vestuarios?

Me miró con expresión extrañada, y sobresaltandose un poco, sonrió. Otro chico con una sonrisa preciosa, sin duda. Tenía los ojos más grises que creí haber visto nunca. Me miró de arriba a abajo, y volvió a sonreir. Me ruboricé un poco. ¿Qué pasaba? ¿Por qué no me respondía?

-Al fondo de este pasillo, a la izquierda. Los de las chicas, ¿no? Aunque te puedo enseñar dónde están los de los chicos también, si lo prefieres.

Sonrió de forma pícara. Tenía un ligero parecido a Carlos, aunque él tenía pinta de ser aún más chulo, si cabía. Vale. Ya no me caía del todo bien, aunque estaba dispuesta a darle una oportunidad. Juzgar por la primera impresión no había tenido muy buenos resultados en lo que llevaba en el internado. Decidí sonreir.

-De momento, solo me refiero al de las chicas. Si en algún momento me surge curiosidad por el vuestro, te buscaré.

Le guiñe un ojo, y me fui riendo. ¿Qué se creía? Daba igual, seguía pareciendo simpático. Paré un segundo dandome cuenta de mis palabras. ¿Qué? Esa actitud no era propia de mí, yo no era así. Con nadie. ¿Qué me estaba pasando? Tenía "novio", y, ¿acaso estaba coqueteando con otro? Tuve que sacar esa idea de mi cabeza.

Cuando llegué al final, torcí hacia la izquierda como me había dicho. Había dos puertas, pero elegí la que estaba más al fondo del pasillo. Y tuve suerte, porque esa era. Dentro hacia bastante calor, pero debía darme prisa si quería llegar a primera hora. Yo nunca había sido de las que tardaban poco en lo referente al baño.

La habitación era pequeña, apenas había tres duchas, con sus respectivos dispensadores de gel, y cuatro bancos medianos para dejar la ropa. Solo había dos chicas, pero estaban ya cambiándose para que las diera tiempo a llegar al desayuno, o eso parecía. Yo no sabía si llegaría a tiempo, pero no me importaba. Solo quería ducharme, para estar presentable en las clases.

Dejé mi ropa a un lado, y me desnudé para meterme en la ducha. Puse mi toalla a mi lado para después no tener que ir a buscarla. Abrí el grifo, y el agua caliente comenzó a deslizarse por mis hombros. Adoraba esa sensación. Me lavé el pelo con el champú, y utilicé el dispensador de jabón de ducha que había en la pared. Se estaba tan bien, que me costó salir luego que me hube aclarado.

Caminé con la toalla puesta hasta mi ropa, y me la coloqué, con cuidado de no arrugarla. De eso ya se encargaba el estúpido de Carlos cuando me besaba. Oh. Pero solo habían pasado horas, y ya lo echaba de menos. ¿Dependía de él? Deseaba pensar que no, aunque fuera evidente lo contrario. Me puse los calcetines, y los zapatos. Doblé la ropa con la que había dormido, y salí al pasillo, aún con el pelo húmedo.

Caminé hacia mi cuarto, únicamente para dejar el champú y maquillarme un poco. Ducharme me había servido para que se me fuera la línea de ojos que llevaba corrida desde el día anterior. El pasillo se me hizo bastante largo, pero nada más que llegué, tiré la ropa en el cestillo, y cogí mis pinturas para arreglarme con ayuda del espejo. Mi compañera seguía sin regresar.

Esta vez solo me apliqué línea de ojos, porque no me interesaba ir muy pintada a clases. Quería que los profesores se llevaran una buena impresión de mí. Aunque verían que no era demasiado estudiante, también que era capaz de atender en clase. Rezaba para que no me tocara con Carlos. Porque con él me distraería, seguro. ¿Por qué no era capaz de dejar de pensar en él?

Solo un paso.Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt