Capítulo 71.

3.3K 40 2
                                    

Capítulo 71. Destroying my life without shedding a tear.

Dios. Dios. Dios. ¿Cómo podía... haberme dicho eso? ¿Cómo creía... cómo podría mirarle a partir de ahora? ¡Había visto... mi ropa interior! Me sentí desfallecer en esos momentos, avergonzada, y con verdadero miedo de mirarle a la cara. 

Intenté empujarle de nuevo, pero siguió sin dar resultado. En cambio, él utilizó ese acto para agarrarme más fuerte de la cintura, acercándome a él, y presionando su cara contra la mía. Soltó una carcajada... ¿se estaba riendo de mí? Madre mía, no podía ruborizarme más de lo que estaba.

-¿Qué pasa? Bianca, eh.

Yo no reaccionaba, no podía... Me había quedado paralizada como una puñetera imbécil. "Eh, Bianca. Reacciona, eso  no te lo tiene que decir Carlos". Quería convencerme de que todo esto era irreal, un jodido sueño del que tarde o temprano despertaría. Pero los ojos de Carlos, mirándome fijamente, me demostraban lo contrario.

-Car... Carlos. Es qué... ¿por qué tuviste que hacerlo, maldito estúpido? ¿Por qué coño tuviste que hacerlo? ¡No tenías derecho!

Vale, quizás me había pasado exagerando, pero es que todo me chocaba demasiado. No me gustaba mi cuerpo. Sobretodo mis piernas, y menos mi cintura. Siempre me había dicho a mi misma que tenía una constitución horrible. Y ahora Carlos... Mierda.

Carlos se separó de mí, completamente sorprendido. Aunque pronto esbozó otra sonrisa. ¿Qué coño le pasaba? ¿Por qué sonreía? ¿Se estaba burlando de mí? ¡Maldita fuera! Ya no sabía qué hacer.

-Aquí estas de nuevo, bienvenida. Bianca, no te pongas así. Solo... tienes un cuerpo de mil demonios. ¿Crees qué dejaría pasar una oportunidad como esa? Aparte, si no lo hacia, hubieras pasado frío, y probablemente te hubieras resfriado. Yo me daría las gracias. ¿Y sabes un buen modo de dar las gracias...?

Catatónica. Así era como me encontraba cuando sus labios chocaron ferozmente con los míos. Y como era una idiota, deje que me besara. No me había parado a pensar en lo que él me había dicho hasta ahora; si, por las noches hacia frío. Y no pensaba que el uniforme fuera suficiente, por mucho que supiera que verdaderamente lo había hecho por lo que lo había hecho. Además, ¿había insinuado qué tenía un buen cuerpo? Já. Desde luego, lo de mentir se le daba muy bien.

Me cogió en brazos, y me alzó hasta que le rodee la cintura con mis piernas. Y eso mismo fue lo que me recordó al día anterior. Cuando había dejado de besarme. Cuando me había dicho que era pronto para hacer nada más que eso. Cuando también me había dicho... que él iría con otra a lo del viernes. Me separé un instante de él.

-¿Has elegido ya mi pareja?

De acuerdo, ya me había olvidado completamente de lo que había pensando minutos antes. Pero es que no sabía cómo, Carlos tenía ese jodido efecto en mí. Ah, ese, y el de las puñeteras mariposas (por no llamarlas abejorros) en el estómago. Además, se suponía que me importaba con quién fuera a ir. Mentira. Me importaba saber si había cambiado de opnión respecto a lo de no ir juntos.

-Todavía no he visto a nadie que se merezca lo suficiente mi confianza. Tanto al menos como para dejarle que lleve a mi chica al baile. Bueno, eso es mentira. Jamás encontraría nadie en quién confiar lo suficiente.

¿Cómo me había llamado? Era tarde ya para que no me viera sonrojada... pero, ¿acaso había entendido mal? ¿"Su chica"? ¿Después de decir que ya no eramos nada? Cerré los ojos e intenté tranquilizarme. Aunque por otra parte, parecia que seguía pensando lo mismo. ¿Es que estaba malditamente obcecado o que le pasaba? ¿Por qué no veía las cosas desde mi perspectiva? ¿Por qué tenía qué hacerlo todo tan complicado? Bueno, eran demasiadas preguntas para ninguna respuesta.

Pareció darse cuenta de que me había quedado mirándole fijamente, y entonces intentó besarme. Yo se lo impedí. Quería que hablasemos, ahora. 

-Umm. Ya sé, tengo que hacerlo. Sino, irás con Axel. Pero es que vayas con quién vayas, a su lado solo serás una chica preciosa. A mi lado... podrías ser mucho más.

 ¿Pero qué? ¿No era él el qué no quería que fuesemos juntos? Por favor, es que no había quién le entendiese.

-Ya, pero te recuerdo que eres tú el que no quieres que vayamos juntos.

 Apretó los ojos, y bajó su mano desde la frente, en señal de aturdimiendo. Vale. La que debería estar así era yo, él no tenía ningún derecho. Si no ibamos juntos, era su puñetera culpa. No la mía, que en todo momento había estado insistiéndole.

Me miró y apretó los puños. Luego esbozó su típica media sonrisa, y me eché hacia atras como acto reflejo. Tanto que, sino hubiera sido por sus brazos, que me sostuvieron, me hubiera dado un buen golpe contra la pared.

-Lo sé, y también sé que es lo mejor. De todas formas, ¿has elegido ya tú mi pareja?

Abri muchísimos los ojos, ante lo que me había dicho. ¿Elegir yo su pareja? Pero por favor, si ni siquiera estaba segura de que pudiera hacerlo. Además, no había pasado mucho tiempo desde que se lo dije. Y ese tiempo, además... había pasado de una manera poco favorecedora... para mí.

Se acercó de nuevo a mis labios, y yo otra vez, intenté alejarme. Pero la pared me lo impedía, por lo que se volvió a reir, y me agarró el cuello para que no pudiera moverme. Luego quedé a tan solo centímetros de su rostro, y me mordí el labio. Joder, es que su mera existencia ya incitaba al pecado.

-No me presiones, tonto. No, la verdad es que no tengo ni idea. Pero ni te preocupes, que estoy buscando a alguien de quién pueda fiarme. Preferiblemente a quién no le gustes. 

"Y para mejorar ese egocetrismo tuyo, no he encontrado a ninguna chica todavía que cumpla esa condición". Sí, y había llegado un momento en el que había pensado que directamente, es que no las había. 

Hice un puchero, y me juntó más a él incluso, rozando sus labios con mi barbilla. Luego, me dio un beso en el cuello. Y otro. Y otro más. Y yo ya me sentía desfallecer de nuevo. Carlos era mi perdición.

-No me importa si le gusto o le dejo de gustar. Eres la única de la que me importa saber eso.

Pasó sus dedos por mis labios, y yo los apreté con fuerza. Ya sé qué me había preguntado muchas veces por qué producía este efecto en mí... pero había terminado asumiendo que era cuestión de que era totalmente perfecto.

Agarré su cuello también, y dejé que sus labios se posaran encima de los míos, donde debían estar. Era más, yo fui quién le obligó a hacerlo. 

Solo un paso.Where stories live. Discover now