Capítulo 18.

4.1K 72 10
                                    

Capítulo 18. Feel like a strange with you.

Hacía ya tiempo que Carlos se había marchado de mi cuarto cuando yo decidí salir, todavía un poco conmocionada por todo lo que había pasado en tan poco tiempo. ¡Le había besado de nuevo! Yo ya no sabía qué actitud debería mantener con él a partir de entoncés. Hasta que se demostrara realmente lo contrario, Carlos seguía siendo un mentiroso, y, por tanto, seguía odiándole. Daba igual lo que hubiera pasado. Daba igual cuantos besos fuera capaz de darle. Lo importante es que seguía siendo despreciable hasta que corroborase su historia. Igualmente, tardaría un poco en perdonarle por arrinconarme el día anterior en la entrada del despacho del director. Lo de manipulador psicótico, no se lo quitaba nadie.

-Ey.

Levante la vista. Delante de mí, parado en media de las escaleras de la tercera planta, estaba sentado Daniel. Se encontraba leyendo un libro del internado, probablemente de historia. ¿Por qué estaba leyendo eso, cuando aún no habían empezado las clases? Bueno, daba igual. Estaba encantada de poder verlo de nuevo. Daniel me había parecido fantástico ya en un primer momento, cuando chocamos en los pasillos.

-Ey. ¿Qué tal?

Se acercó unos pasos hasta mí, y me dió la mano. ¿Otra vez? Se notaba muchísimo que era demasiado tímido. O eso, o era costumbre de su país darse la mano en vez de saludarse con la cabeza, o darse dos besos. Pero no lo creía.

-Bien, ¿y tú? ¿Qué te ha pasado en la camiseta?

Me miré, algo sorprendida, esperando encontrar una mancha, o un roto, o algo parecido. Nada comparado con lo que me encontre. ¡El muy idiota de Carlos me había arrugado toda la camisa! Me dió muchísima vergüenza, e intenté taparlo con las manos, pero fue imposible.

-Es que... me he quedado dormida con la ropa puesta. Ya ves, me cambié para bajar a desayunar, pero seguía teniendo sueño.. y... y eso.

Ya. Bien pensado, Bianca. Claro que sí. No has bajado a desayunar porque te has quedado dormida. Sola. En tu cuarto. ¿Verdad? Odiaba las mentiras, y esa era una muy grande para esconderla. Pero Daniel pareció reirse.

 -¿Y no tienes hambre?

Me senté a su lado, y negué con la cabeza. No, no tengo hambre. Me dolían demasiado los labios como para comer, en aquellos momentos. Supongo que para la hora de comer ya estaría bien. O eso esperaba. Tenía la boca agrietada y muy hinchada.

-No, ayer comí demasiado por la noche.

Otra mentira más. El día anterior, ni siquiera baje a cenar. Me parecía una idea ridícula entonces, y quería descansar, y olvidarme de todo lo que había sucedido. Pero esta mañana... esta mañana se había vuelto a poner todo patas arriba. Incluso más que antes. Comer tan poco no debía de ser bueno, pero no podía forzarme.

-Bueno, supongo que entonces...

Nos quedamos así un rato. El uno al lado del otro. No me gustaba la gente tan callada, pero parecía que Daniel merceía la pena. Era otro reto. Quitarle su timidez.

Solo un paso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora