Capítulo 103.

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A partir de esta semana, empezaré a fusionar los capítulos antiguos, porque si no, la obra se hace demasiado pesada. No os preocupeis, que los últimos capítulos seguirán estando con el número que les corresponde normal... A parte, no voy a borrar ninguno realmente, sino que voy a introducirlos en el anterior, haciéndolos un poco más largo. AVISO YA QUE LA SEMANA QUE VIENE NO HABRÁ CAPÍTULO. Un beso, y abajo el capítulo.



Capítulo 103. This is my kingdom come.

Y sí, en frente de mí se hallaba Evelyn, la persona a la que definitivamente no quería haber visto. La manipuladora que me hizo pensar que era mi amiga, para después no parar de joderme la vida.

-Es importante.

No pude evitar poner cara de repulsión, pero no la miré directamente. Solo me apetecía escabullirme de allí lo antes posible.

Ella empezó a frotarse las manos, y puso cara de inocente. Se pasó frenéticamente las manos por el pelo, como si estuviese nerviosa.

-Bianca... Yo lo siento, de verdad. Sabía que iba a pasar. Sabía que Carlos terminaría haciéndote daño, como nos hace a las demás. Solamente intenté advertirte. ¿Estás bien, cariño?

Y dicho esto, se lanzó hacia mí como si nada hubiese ocurrido. Como si fuese la misma chica que había conocido cuando llegué al internado. Yo la aparté de mí al momento.

Claro. Se alegraba, la muy estúpida. Pero no conocía toda la historia. Carlos me había engañado, pero solo había sido un beso; y era el mismo que yo le había dado a Humprey. Además, había decidido perdonarle y confiaba en él plenamente.

-Eso no es del todo cierto. Sigo con Carlos, y creo que estamos mejor que nunca.

Sonreí sarcásticamente, y mi interior empezó a dar saltitos. Le había hecho tragar de su propia medicina, y eso estaba genial. Normalmente, no era capaz de plantarle cara a nadie. Bastante triste, pero un hecho.

Empecé a alejarme, con su mirada retórica puesta en mí. Sabía perfectamente que le había molestado mucho, y eso era lo que hacía en parte que me alegrase.

¿Cómo pude haberla creído? Hasta ahora, la única amiga que verdaderamente me había mostrado serlo era mi compañera de cuarto, y con ella, tenía más que suficiente. Era genial, en todo. Y no me juzgaba.

No me había atrevido a entrar en mi cuarto, desde que Axel y Marion se quedaron solos dentro, aún ya pasado mucho tiempo. La verdad, no tenía ganas de encontrame con ninguna sorpresa después... ¡No sabía que Marion fuese así! No la conocía mucho, pero no me esperaba que todo ocurriese tan... sumamente rápido. Un día, para concretar.

Ya era casi la hora de la cena, y yo seguía sin ver a Carlos. Bueno, no es que estuviese obsesionada, no. Pero después de lo que había pasado, tenía muchas ganas de estar con él. Seguía sin creerme que hubiese pasado... y que toda mi vida hubiera estado rechazando esta sensación tan increíble, solo por miedo a equivocarme. Lo único que tenía miedo ahora es de que Carlos me dejase tirada, o de que no le hubiese gustado tanto como esperaba. Se había portado tan ridículamente bien conmigo, que una parte de mí tenía miedo a haberle decepcionado.

Alguien me tapó los ojos, y yo me sobresalté cuando noté la cálided de las mismas, esbozando una muestra de sopresa, y girándome instántaneamente. Sin embargo, cuando ví la persona que se hallaba detrás de mí, me deshice de sus manos y mi sonrisa se desvaneció de golpe. Daniel. Que le hubiese perdonado no quería decir que me inspirara toda confianza.

Bajó los brazos, en señal de abatimiento, y me miró expectante. ¿Qué pretendía que le dijese?

-Hey. Me has jodido el plan. Tú tenías que decir quién era, y yo... yo... bueno, qué mas da.

¿Qué? ¡No eramos unos críos! Ya estaba otra vez con su maldita bipolaridad. Unas veces me mostraba su lado más tierno y tímido, y otras era la persona más abierta y normal que podrías haber conocido nunca. Iba de extremo a extremo; y era un poco agotador.

-¿Qué pasa?

Lo dije con tono cansado, lo que por mi parte pudo parecer un tanto borde, pero era como me sentía en aquel momento. A ver, no era incómodo, ni nada de eso... Pero simplemente, y para mi gusto, no podía olvidar lo que había pasado, por muy mal que me hubiese comportado yo con él también.

-Nada. ¿No puedo saludar a una amiga?

Me vi obligada a asentir con la cabeza. Sí, podía. Y yo misma le había perdonado, así que por su parte era lo mínimo. ¿Por qué liaba tanto las cosas? ¡Le acababa de juzgar por eso mismo! ¿¡Qué mierda pasaba conmigo!?

-Sí, es solo que me duele un poco la cabeza. Perdona, tengo algo de sueño.

Y otra vez, con excusas baratas, intenté salir del problema. Y por lo que pude ver, funcionó bastante bien.

-Bueno... ¿Entonces vienes a cenar conmigo ahora?

Miré al suelo detenidamente, y luego le volví a mirar a él. Una y otra vez, pestañeando quizás más de la cuenta, pero era una reacción inconsciente al ponerme nerviosa. ¿Cenar? ¿Eso no iba a ser mucho? No, no lo era; pero podría ser algo violento después de lo que había pasado. No me veía capacitada para pasar mucho tiempo con él, la verdad.

-Vale.

Mi parte racional tomó el relevo por una vez desde que llegué al internado, y me sorprendí a mí misma diciendo eso; y levantándome con él. Pero antes de que pudiera estar de pie completamente, se giró hacia mí, y quedamos cara a cara. Y demasiado cerca; para mi gusto.

-Lo siento, Bianca. Te lo diré las veces que haga falta. Me porté como un verdadero anormal ese día. Pero te juro que no pensaba nada de lo que dije.

Segunda vez que me pedía perdón. Y aún así, no pude evitar mirar de nuevo al suelo, evitando verle los ojos. Yo con él me había portado peor, y ni siquiera me había disculpado bien una sola vez, lo que seguro me hacía parecer una idiota.

-Yo lo siento también. No debí darte esperanzas, porque realmente ni yo las tenía en ese momento, en nadie. No esperaba que funcionase, y no debí elegir lo que elegí. Realmente me gustaba Carlos, pero también me gustabas tú. Y como buena masoquista que soy, le elegí a él; desechándote como si no valieses nada, y como si no te acabara de golpear. Es un bestia, lo sé... Pero le pueden sus impulsos. En el fondo, es una persona maravillosa; y tú también. De verdad, siento mucho haberte tratado así.

Él tiró sus brazos hacía mí, pero no antes de que unas lágrimas escaparan por sus mejillas. Este era el chico afable, y tímido que había conocido. Este era el chico que también, desde el principio me había gustado como amigo, o incluso mejor amigo. Tímido, pero increíble.

Estreché sus brazos, y reposé la cabeza en su cuello, dejándome llevar con él, por una vez. Solo éramos eso. Amigos. Y se sentía mejor que bien.

-Venga, vamos a cenar.

Literalmente, tuve que separarlo de mí. Para ser solo amigos, ese abrazo había sido más que suficiente. Así que tomé la determinación de cogerlo de la mano, y arrastrarle por el pasillo que conducía hasta el comedor.

¿Debería estar haciendo esto? ¿Los amigos se cogían de la mano, y eso, no? Bueno, decidía pensar que sí.

Miré un segundo atrás, y le sonreí. Por primera vez, era una sonrisa real. Sí. La misma sonrisa que evitó que mirase a donde tenía que mirar, y me chocase con alguien. Pero no me dio tiempo a girarme, que supe reconocer perfectamente quién era.

-¿Qué haces con mi chica?

Oh. Mierda. Siempre me pasaba lo mismo.

Solo un paso.Where stories live. Discover now