Capítulo 66.

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Tomé la botella, agarrándola fuerte. Como si se me fuera a caer. Como ya había dicho, no era la primera vez que cogía una, pero la verdad es que las palabras de Marion me habían dejado petrificada. Bueno, toda la situación en general.

Yo no bebía... bueno, no desde hacía mucho. Al menos, año y medio. Pero por alguna extraña razón, no podía decirle que no lo quería. Así que me limité a sostenerlo como si nada.

-¿Ya sabes qué te pondrás? Tenemos que estar des-lum-bran-tes.

Se empezó a reír, y me abrazó. Luego simplemente salió por la puerta, como si no esperara una verdadera respuesta. Pero no, no sabía qué ponerme. Y desde luego, nada de lo que tenía era tan "deslumbrante" como ella decía que debía de ser. Mi ropa era sosa, y mis vestidos parecían más de una cría de de chica-de-casi-diecisiete-años. Aún así, siempre me habían gustado... Pero ahora, al ver su maravillosa ropa... Supongo que había aceptado que la mía fuera una completa basura.

Dejé la botella en el suelo, me tumbé en la cama, y lo pensé bien. Yo no podría ir el viernes... vestida con nada. No sabía si verdaderamente había que ir elegantes, o informales. Todo eran demasiados problemas, por no hablar de la pareja que escogería para mí Carlos; y lo más importante, el hecho de que debería aguantar verle con otra. Con quién fuese, daba igual.

Alguien llamó a la puerta. Já. Seguro que Marion se había olvidado algo, y se había dejado las llaves dentro. Eso era. A mí siempre me pasaba, incluso antes, cuando ella me había abierto. Así que me levanté, y abrí la puerta. Y entonces si que no pude creer mis ojos.

-Hola, Bianca.

Juro que en ese momento me entraron ganas de morirme. ¿Él? ¿Aquí? No, no, no. Eso no tenía sentido. Él estaba en Uckla, en California. Ahí es donde debería estar. Pero ver su cara delante mía, inconfundible, me hizo cambiar de opinión. Por Dios, hacia que no le veía años. Tantos que... buf, ni se podían contar.

-¿Puedo pasar o...?

Me apartó, y entró directamente, rindiéndose. Yo cerré la puerta, y volvi a mirarlo. Oh, esto no podía estar pasando. Dios, me había prometido a mí misma que me olvidaría de él, pero eso era una jodida mentira. Nunca podría olvidarme de todas las putadas que me había hecho el chico que ahora estaba en frente mía. Sí, ese con ojos azules, y pelo más negro que el ollín. Ese jilipollas que se había sentado en mi cama.

-El de matemáticas preguntó por ti, y me sorprendí de que dijese tu nombre. A ver, para que me entiendas, no tengo ningún interés, pero... Curiosidad, quizás. Podía haber sido cualquier otra "Bianca Laurence".

Enfatizó las últimas dos palabras, y me enfurecí bastante. ¿Qué coño hacía ese idiota sentado en mi cama? ¿Pues si no tenía interés para qué venía? Yo no quería verle, y si él a mí tampoco... Dios, esto no me estaba pasando a mí... otra vez.

-Vaya, vaya, veo que te lo estabas pasando bien, ¿eh? Pero dime una cosa, beber solo... ¿no es así como penoso? Digo, es normal que alguien como tu...

"Nerd". Sus palabras rebotaron en mi cara, y tuve ganas de llorar. Todas esas veces que me había hecho daño con sus puñeteras frases. Todas esas veces que me había dicho que era una marginada. Vale que fuese pequeña, y que me gustase un poco estar sola. Pero no tenía derecho. No tenía derecho a hacer que me tuviera que cambiar de colegio a los trece años, por su constante acoso.

Cogió la botella en las manos, y no pude evitar sonrojarme.

-Bueno, supongo que no quieres compartirla. Cuéntame, por favor. ¿Qué es de ti? ¿Viniste a este internado solo para poder esconderte de los demás? ¿Para... ser rara, a lo mejor?

Me dirigé a él, y le pegué una bofetada. Primero, no tenía ningún derecho a hablarme así. Ya había sufrido bastante por ese bastardo. Segundo, no tenía derecho a estar en mi cuarto, en mi cama, más concretamente, sin mi permiso. Y tercero y último, de debía estar en este internado. Ni en este Mundo, si pudiese ser.

Agarró mi mano fuerte, y me miró a los ojos. Yo a él también, aunque guardando las distancias. Madre mía, tenía enfrente mía al chico que más daño había podido hacerme durante toda mi vida. Él solo se limitó a sonreír, y a acercarse a mí.

-Ahora que te miro... si, has cambiado. Definitivamente que lo has hecho. Por Dios, vaya cambio.

Bajó la mirada de mis ojos, y volví a pegarle una bofetada. ¡Qué se fuera ya! ¿Por qué seguía ahí? ¿Quién coño se creía que era para hablarme de esa manera? ¿Para mirarme de manera tan descarada? Un jilipollas, un completo subnormal. Pero del que por alguna razón que desconocía no podía separar su brazo, por mucho que quisiera. Si por mi fuera, le dejaría el cuerpo lleno de moratones. Le haría sangrar. Dios, le odiaba... muchísimo. Seguía haciéndolo. Pero es que de verdad, había sido el causante de que mi vida cambiara por completo.

-Quiero decir... para bien, ¿eh? Compréndeme. Solo quiero saber, si sigues siendo igual. Si sigues...

Y entonces sucedió algo que no llegué a entender. Me besó. El idiota de Humprey me besó. Unió sus labios con los míos. Y yo no pude por más que intentar empujarle. Pero nada, no era capaz de moverse ni un ápice. ¿Pero qué? ¿No me acababa de llamar marginada en toda la cara".

Solo un paso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora