Capítulo 83.

3K 68 10
                                    

Capítulo 83. It's a beautiful day and I can't stop myself from smiling.

Unos golpecitos en mi cabeza me hicieron despertarme. Pero apenas pude entreabrir los ojos y ver dónde estaba, los cerré de golpe. Ese desde luego no era mi cuarto, y la persona que intentaba levantarme tampoco era mi compañera de cuarto. Aunque era muchísimo más atractiva, eso sí.

Los recuerdos de anoche chocaron juntos en mi mente, haciéndome consciente de todo lo que había sucedido. Incluso de... Si, de eso. Madre mía, ¿cómo pude llegar a no-bueno-teóricamente-sí acostarme con Carlos? Mierda, mierda y mierda. No me había dado cuenta de que seguía sin ropa. Intenté cubrirme con la sábana, pero Carlos me arrebató un trozo, sonriendo.

-Oh, vamos, ¿lo dices en serio?

Me sonrojé un tanto, pero intenté disimularlo empujándole de la cama, hasta que cayó al suelo. Y le miré entonces. Él también estaba desnudo, y en su máximo esplendor, por así decirlo. En otras condiciones me habría asustado, pero no entonces. Estaba guapísimo estuviese como estuviese... Aunque así tenía cierto... Encanto. ¡Madre mía! ¿Qué narices estaba pensando?

Me tapé más con la manta, y busqué mi ropa con la mirada. Vale, me parecia vergonzoso que me viera aunque tuviera puesta la ropa interior, y aunque me hubiera visto así ayer, cuando decidí dormir con él. Cuando me dejó dormir con él. En el sentido más estricto de la palabra, porque al final no hicimos más que dormir. Carlos paró justo en el momento preciso, porque seguía obcecado en que teníamos que esperar. Y eso, aunque no me creyera que yo pudiera pensar así, era una mierda.

-No hace falta que te tapes. Tengo una buena vista desde aquí.

Ignoré su comentario, por miedo a ponerme aún más roja, y seguí buscando mi ropa. Hasta que la encontré, desperdigada totalmente por el suelo, totalmente arrugada y echa bolas. Cada parte en un rincón diferente de la habitación.

Me enrollé las sábanas al cuerpo, y fui a recoger prenda por prenda. Carlos me miraba aún sin levantarse del suelo, con una ceja levantada. Justo cuando iba a coger la camisa agarró la sábana que arrastraba desde mi cuerpo, con la que estaba tapada, y tiró de ella hacia sí. Tanto que no pude cogerla a tiempo antes de que cayera al suelo, dejándome completamente expuesta ante sus ojos.

-Me parece que llegamos un poco tarde ya, ¿por qué no nos saltamos la primera hora?

Vale. Ahora sí que no podía estar más roja. Porque me había quedado paralizada. No quería que... ¡Joder! Carlos aprovechó mi confusión para arrastrarme con él al suelo, hasta caer justo a su lado, a los pies de la cama. Encima de él.

Intenté levantarme, pero me lo impidió. Tan simple como poniéndome un brazo en la espalda, y atrayéndome hacia él. Volví a intentarlo, haciendo un puchero, pero tuvo el mismo resultado. Era inútil. Si no quería soltarme, no me soltaría. Tal y como había pasado cuando me había cargado a su hombro la otra noche,

-Déjame.

Sus labios se desplazaron a mi cuello, y besó el lugar donde el pulso era más evidente. Luego un poco más arriba, en mi barbilla, y luego más abajo, en mi hombro. Y ese simple acto me había nublado la vista, por lo que ya no sabía si lo que verdaderamente quería hacer era quedarme con él o ir a clase.

-No.

Me mordió el labio, y yo di el siguiente paso, tal y como sucedia siempre. Porque era la idiota que siempre caía en sus malditas redes. Posó por un momento sus manos en mi sujetador, y yo me separé de él. No. No iba a permitir eso. Apenas podía dejarle que me viese así, porque ya me avergonzaba.

-Ey. Límite infranqueable.

No sé de donde pude sacar esas palabras, pero el caso es que salieron y ya está. Él se mordió el labio, y me guiño un ojo, mirándome de manera desgarradora. Madre mía, parecia como si quisiera comerme o algo. Daba algo de miedo.

Se acercó de nuevo a mis labios, pero esta vez fue él quién inició el beso. Y giró lentamente hasta que yo quedé debajo de él, aprisionada entre su cuerpo y por suelo. Joder. ¿Quién narices era capaz de tener las ideas claras en ese maldito momento? Porque yo no, desde luego.

-Bueno, tenía que intentarlo.

Já. Iba listo si creía que le iba a dejar verme desnuda. Me levanté lentamente, aprovechando que por un momento había dejado de besarme, y me puse rápidamente los pantalones y la camiseta, sin darle importancia a que no estuviesen en su mejor estado. Agarré el chaleco de brillantes, y la corbata, y las llevé del brazo. Preferí no ponerme los tacones, y salir descalza.

Curiosamente, Carlos se había quedado quieto, y me había permitido irme. Bueno, o no había dicho nada al respecto. Salí por la puerta, y caminé hacia las escaleras para llegar hasta mi cuarto, tenía que cambiarme. Era Miércoles, al fin y al cabo. Y no tenía nada de resaca, lo que era bastante agradable.

Subí las escaleras, percatándome de que no había nadie a mi alrededor. ¿Tan tarde era? ¡No podía haber dormido tanto! ¡Maldito Carlos!

Giré la llave para abrir la puerta lentamente, por si acaso Marion seguía durmiendo. Pero no. Las camas estaban hechas. Y no había absolutamente nadie. Solo un papel doblado encima de mi colchón.

Me quité la ropa, despues de cerrar la puerta, y me puse el uniforme del internado. Nunca me acostumbraría a llevar esa mierda de prendas. Cuando estaba cambiada, cogí el papel entre mis manos, y lo desdoblé.

~¿Dónde narices estás? Sea donde sea, espero que te lo estes pasando BIEN. PS: me he ido a clases ya, espero que me cuentes los detalles. XO- M.~

Me puse los zapatos, y deje el papelito otra vez sobre mi cama. ¿Qué bien? Oh, más que eso.

Miré por última vez los horarios, y sali por la puerta. Me tocaba Química, pero no había hecho los deberes. O bueno, no estaba segura de si llegaba a esa clase ya, o era demasiado tarde.

Bajé arisa las escaleras hasta llegar a la primera planta. Hoy ni siquiera me había mirado al espejo para ver que cara de muerta llevaba, pero sabía que tenerla, la tenía. Y el pelo... Madre mía, no quería ni pensarlo. Ayer por la noche estaba genial, pero... Ahora estaría igual de desastroso que siempre.

Me topé con un par de chicos hablando al final de las escaleras, pero pude esquivarles, y literalemente, correr hasta clase. No sabía la hora que era, no sabía si llegaría a tiempo, o me habrían puesto ya una falta, pero mi único objetivo era el aula de Química, al fondo del pasillo.

Toqué la puerta dos veces, y asomé la cabeza. La rofesora estaba acompañada de un chico rubio, aparentemente de mi edad. Tardó un poco en verme, porque estaba ocupada hablando.

-Y este es Sean Parso... Hola, señorita Laurence. Pase, por supuesto, no se quedé ahí.

Cogí un sitio que quedaba libre en la primera fila, mientras sentí los ojos del chico fijos en mí, intimidándome. Vale, solo necesitaba eso. Otra vez más.

********

¿Cómo será el nuevo chico?

¿Os ha gustado el capítulo? Votar si os gusta

Solo un paso.Where stories live. Discover now