Capítulo 3

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16 de diciembre 2012. 

Elina.

Quería estar sobria pero Cohen no me lo permitía, cuando sabía que estaba mas de dos días sobria me inyectaba a la fuerza haciéndome caer de nuevo en el abismo. Estaba tirada boca abajo en la cama sin sentir mi cuerpo, solo estaba yo y mi mente que no paraba de torturarme, Kara dormía tranquilamente al otro lado de la habitación y a mí el sudor me corría por la frente.

Abrí la puerta de la casa mirando a mi pequeña hermana Kaira correr hasta mí recibiéndome con los brazos abiertos, la alce llenando su carita de besos haciéndola reír.

–Te extraño tanto.–acomode su cabello.

–Aquí estoy Nani.

Su mano tocó mi mejilla y yo cerré los ojos disfrutando de aquel simple toque.

–¡Kai!

La abuela salió de la cocina con su mandil manchado de harina, me sonrío desde el umbral de la puerta sin acercarse a mí, parpadeé y todo había desaparecido dejándome en una habitación negra dónde los disparos hacían eco.

Danielle Cohen llegó a las seis de la mañana por mí para llevarme a entrenar sin importarle como me encontraba, me hizo pelear con una chica  pelirroja que  me venció en cuestión de nada pues la droga me había quitado la fuerza que tenía; cuando la droga dejo de hacer efecto los ataques de ansiedad me tenían escondida en una esquina de aquel sótano, el sudor volvió empapando todo mi cuerpo y me pasó desapercibido como me sacaban de ahí llevándome con Eric.

—¿Quieres tu dosis cariño?—acarició mi mejilla.

Negué tirada en el piso, me era imposible mantenerme de pie.

—Por favor ayúdame.—hablar me dolía— por favor.

Mi cuerpo comenzó a temblar pidiendo a gritos otra dosis de droga pero mi mente pedía piedad.

—Hay que hacer un trato.–se colocó de cuclillas frente a mí— yo te doy mi ayuda a cambio de que me demuestres que servirás para mí.

Quería negarme pero sabía que era la única manera salir del hoyo en el que me encontraba, asentí.

—No escuchó.—sonrió con malicia.

–Acepto.

Eric llamo a sus hombres que me levantaron del piso.

—Llévenla con Joseph.—ordenó.

Kara miró desde lejos como aquellos hombres me llevaban como si fuera un saco de papas, se incorporó cuando Eric apareció yendo detrás de mí hasta el otro lado de la mansión donde había una habitación desolada.

—Si tú matas a este hombre, te ayudaré.

Mire al hombre sujetado a una silla que me miraba pidiendo piedad, los hombres me soltaron y me costó mantenerme de pie, mis manos temblaban a mis costados.

—Sino eres capaz te drogare hasta que mueras.

Mire de reojo a Kara que se mantenía con la mirada fija en la pared como si no existiera, no había rastro de la chica que me auxiliaba en la madrugada.

—Danielle.—la llamo su hermano.

Danielle le entrego un arma que Eric extendió hacia mí esperando que la tomará, la observé y después al hombre que lloraba en silencio.

—Es tu decisión.—le quitó el seguro a el arma.

Con mi mano temblorosa alcance el arma que pesaba más de lo que esperaba, le apunte con el cañón a el hombre.

Lo siento

Jale el gatillo cinco veces matando a el hombre de inmediato, el arma cayó al piso junto conmigo que fui incapaz de mantenerme más tiempo de pie.

—Buen trabajo Archer, ahora servirás para mí.

Lo había hecho, había matado a alguien.

Dulce Infierno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora