Capítulo 32

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10 de diciembre 2014.

Elina.

El sol parecía menos intenso con la nieve tiñendo las calles de blanco haciendo que el frío fuera más penetrante sin embargo estando a su lado la calidez me abrazaba dejando lo helado a un lado. Su mirada estaba fija en la carretera en tanto conducía concentrado ignorando mi mirada, los Rayban y el cabello revuelto lo hacían lucir sexy.

–¿Te gusta la vista?–sonrió sin mirarme.

–Podría pagar por verla el resto de mi vida.–susurré sin dejar de mirarlo.

–¿Acaso es una propuesta?–me miró un segundo.

Alce los hombros divertida.

–Vea la carretera señor Schwarz.–dije con seriedad.

–Lo que ordene.

Atrapé mi labio inferior con mis dientes sin dejar de mirarlo, se había dejado crecer un poco más la barba y eso me enloquecía.

Le subí el volumen a la radio dejando que la música sonará por todo el coche, sabía que a Klaus no le gustaba escuchar la música a un volumen tan alto así que deje el sonido a un volumen considerado.

Well you can't get what you want.
But you can get me
So let's set out to sea, love.

Tarare la canción mirando distraída por la ventana, nos acercabamos a las orillas de Nueva York.

–...Cause you are my medicine when you're close to me.–cante volviendo a mirar a Klaus.

Sonría con diversión.

—Of another dream? If you can't get what you want, then come with me...

–Si esa es tu forma de decir que me quieres, yo también lo hago nena.

Mis labios se curvearon hacía arriba pero me mantuve en silencio.

Pude divisar el puente que conectaba con Brooklyn a la distancia pero Klaus giro el coche dejando el puente en el olvido, le baje el volumen a la música cuando mire a Klaus pensativo.

–¿En qué piensas?–dije con curiosidad.

–He hablado con Zel está mañana...

Me puse alerta acomodandome en el asiento.

–Tus hermanos están bien.–dijo para tranquilizarme– es solo que está organizando una cena para navidad.

–Oh...

Eso significaba que se iría a Alemania.

–Y quiero que vayas conmigo.–soltó aparcando el coche afuera del almacén.

Lo mire sorprendida.

–Oh...–volví a decir.

Se quitó los Rayban y se giro a verme, tenía un brillo en la mirada que desapareció cuando parpadeó.

–Pasariamos navidad con tus hermanos, Bogdan y mi odiosa hermana.

Me pareció divertido como había señalado a su hermana.

–A mí me cae bien Zel.–reí nerviosa.

–A mí también pero no le quita lo odiosa.–se burló.

Guarde silencio mirando por la ventana el almacén buscando tiempo para encontrar una respuesta.

–Es que Eric...–susurré– ¿Qué le voy a decir?

Entrecerró los ojos.

–Facil, dile que irás con tu novio a Alemania.–había diversión en su voz.

Sonreí golpeando su hombro.

–Ouch.–hizo morritos.

Sentí como mi corazón se derretía con esa simple acción, me desabroché el cinturón para acercarme más a él acunando sus mejillas en mis manos.

–Dile que irás con tu amiga a cualquier lugar en Europa.–dijo cerca de mis labios.

Lo mire fijamente quedandome hipnotizada en sus ojos azules, acaricie su barba distraídamente.

Eric no era de festejar navidad mucho menos año nuevo así que no veía problema en inventar que Kara y yo iríamos a celebrar a Europa.

–Iré contigo a Alemania.–acepte.

Metio sus manos entre mi cabello tirando de mí para juntar nuestros labios en un beso que logro que sintiera el corazón en la garganta, no sabía si iba a poder acostumbrarme a este hombre.

–Vayamos adentro.–susurró sobre mis labios.

Entramos al sitio tomando distancia pues como lo había mencionado antes algunos de sus hombres de Alemania ya habían llegado a Nueva York para comenzar a trabajar y saber porque Niklaus Schwarz los había llamado, al entrar lo saludaron mencionando su apellido mientras a mí me saludaron con un simple asentimiento de cabeza.

–Espero no seas muy recelosa con compartir espacios porque vamos a compartir despacho.–dijo abriendo una puerta.

Me adentre al despacho, estaba diseñado con madera oscura haciendo que el lugar luciera un  poco intimidante, las paredes laterales estaban llenas de estanterías repletas de libros ordenados a la perfección, había un sofá al lado de la entrada y enfrente estaba el escritorio con una MacBook, lapiceros y unas cuantas carpetas, detrás del escritorio había tres grandes ventanas que dejaban ver cómo la nieve caía y una puerta del lado derecho.

–¿Qué te parece?

Me acerque al escritorio mirando con detenimiento las cosas sobre este, me guarde una sonrisa tomando el portaretratos.

–¿Nuestra foto?–trate de ocultar la emoción.

Era la foto que Dan nos había tomado el día de nuestro cumpleaños.

–Es una buena foto.

Sonreí dejándola en su sitio.

–Es un lindo sitio Klaus.–dije respondiendo a su pregunta.

–Abajo está el sótano, ahí están entrenando.–miro el reloj en su muñeca.– quiero presentarte pero será más tarde.

Me senté en la orilla del escritorio mirándolo, sus cejas se arrugaro mientras tecleaba algo en su celular.

–¿Señor?.–llamaron a la puerta.

–Adelante.–dijo.

Luka entro mantenido su rostro neutro y su postura recta.

–Hay noticias del señor Dagach.–informó.

Me baje del escritorio con interés.

–Ha llegado a Nueva York esta mañana.

–Gracias Luka, retirate.–dijo con la voz grave.

Cuando Luka salió Klaus se giro hacia mí, tenía la mirada oscura y yo sentía como las palmas de las manos me comenzaban a picar, lo que había dicho Luka solo significaba una cosa:

–Llegó el momento.–dijo con firmeza rodeando el escritorio con sus ojos penetrantes puestos en mí.

La vida de Xavier Cohen estaba por llegar a su fin.


Dulce Infierno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora