Capítulo Extra 4: ¿Esto es amor?

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Niklaus.

¿Me arrepentía de matarlo? Claro que sí pero no porque me hiciera falta su ayuda, siendo sincero nunca ayudo en nada a su familia solo veía por él y sus malditos negocios de los que ahora me tenía que hacer cargo.

¿Cómo iba a hacer eso? Cuánta razón tenía Dedrick al decir que era débil, nunca iba a poder liderar y hacer lo que él hacía en este mundo de mierda.

Ahora solo éramos Zel y yo.

Joder.

Le di otro trago a la botella de licor sentado en el piso de mi habitación mirando por la ventana como la densa nieve seguía cayendo, apreté la boquilla de la botella cuando volvieron a llamar a la puerta.

¿Cómo iba a hacer esto?

–Niklaus, te he traído algo de comida.–dijo Zel al otro lado de la puerta.

Pobre Zel, perdió a sus dos padres y está viendo a su hermano caer en el abismo.

No merecía esto, no lo mereciamos.

Me levanté tambaleante yendo a la puerta de mi habitación abriendola para ver a Zel que lucía cansada, sus ojos estaban hinchados indicando que había estado llorando.

Que mal hermano he sido.

–Yo... no quería molestarte.–dijo apenas audible.

–Tú nunca molestas.–arrastre las palabras.

Entro a mi habitación dejando la bandeja sobre el mueble pegado a la pared, recorrió con su mirada cada rincón y se giro hacia mí con los labios temblorosos.

Iba a llorar.

–No quiero perderte a ti también.–contuvo el llanto.

Sus palabras fueron como un balde de agua fría que me hizo despertar de aquel sueño, deje la botella a un lado y me acerque a ella para abrazarla.

–No lo vas a hacer Zel...

Suspiré mirando a mi hermana y a mis dos mejores amigos –Bogdan y Greta– sentados alrededor de la mesa disfrutando del desayuno en tanto yo no podía sacarla de mi mente, ni a ella ni a Xavier.

La habían drogado y abusado de ella, eso me hacía querer ir por él y matarlo con mis propias manos pero me prometí nunca más volver a actuar con la cabeza caliente en estos casos.

La forma en la que comenzaba a quererla me asustaba, nunca había querido a una mujer como la quería a ella, por Elina era capaz de hacer que el mundo ardiera si así me lo pedía, era alguien que merecía lo mejor del mundo después de toda la mierda que le habían hecho vivir.

Yo no podía imaginarme vivir sin ver a Zel, Elina era muy fuerte al querer protejer a sus hermanos sin importar que eso significará no verlos nunca más, la admiraba.

–Tierra llamando a Niklaus.–Bogdan paso su mano delante de mi cara.

Regresé mi atención a ellos sin entender mucho de lo que hablaban. Mañana a primera hora todos se marcharian a Alemania junto a los hermanos de Elina.

Elina.

Celosa de Greta.

Que mala idea había sido ponerla celosa con mi mejor amiga.

–¿Pasa algo Niklaus?–me miró con atención Zel.

La mire fijamente, se parecía tanto a nuestra madre.

–No, nada de que preocuparse.–murmuré.

–Pues pareces muy preocupado.–señalo

–Es cierto.–concordó Greta.

Puse los ojos en blanco irritado levantándome de la silla para ir al pequeño balcón en la suite en busca de aire fresco, recargue las palmas de mis manos en la baranda observando la ciudad de Manhattan sintiendo el frío viento golpearme.

–Hermano.–se acercó Bogdan.

Lo mire sobre mi hombro sintiendo cada músculo tenso en tanto se ponía en mi lado imitando mi posición.

–¿Qué pasa Schwarz? ¿Es esa mujer?–dijo directo.

Claro que era ella.

Ambos nos sentíamos de la misma manera: yendo en un coche predispuesto a estrellarse pero a mí no me importaba, no quería alejarme de ella en ningún momento y eso, eso me jodía porque no debería estar sucediendo.

–Puedes hablar conmigo hombre.–me palmeo la espalda.

Suspiré, lo sabía.

–Si, es ella.–respondí a su anterior pregunta.

–¿Qué pasa con ella?

–La quiero Bog, la quiero de una forma que es abrumadora.–decir eso en voz alta me hacía sentir vulnerable.

–No entiendo.–se rasco la nuca mirándome confundido.

–Ninguna mujer me había hecho sentir como ella me hace sentir, cuando la veo, cuando estoy con ella...–tome una bocanada de aire– me olvidó de todo esto, quererla me hace sentir tan débil.

A veces las palabras del hombre que me tocó como padre se repetían en mi mente diciendo lo débil que era, querer a alguien le da el poder de destruirte.

–Querer no te hace débil.–su mano apretó mi hombro.

–Ella está con Cohen...–intenté con otra excusa.

–Ambos sabemos que está a su lado por obligación.–me recordó la verdad razón.

–Bog...

–No, no voy a dejar que creas que querer a alguien te hace débil porque he visto como se miran.–sus palabras me hicieron temblar, ¿era tan evidente– quererla te hace sentir vivo Niklaus, no dejes que el miedo te haga perderla.

Mire sobre mi hombro como regresaba al interior de la suite dejándome con sentimientos contradictorios dentro de mí.

Ella me hacía sentir bien, me hacía sentir que la vida no era tan mala.

A la mierda todo, si quererla me hacía ser un hombre débil no me importaba, la quería y no solo la quería para pasar el rato, no, la quería para algo más e iba a encargarme de demostrárselo.

Dulce Infierno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora