Capítulo 40

3.2K 220 3
                                    

31 de diciembre 2014.

Elina.

El último día del año. Cuánto había cambiado mi vida en estos últimos meses estando al lado de Klaus, sin duda alguna   ahora era mucho más feliz que estando con Eric pero eso era evidente, a Eric lo odiaba y jamás dejaría de hacerlo en cambio a Klaus lo amaba y parecía que cada día lo hacía más.

–¿En qué piensas?–sus brazos envolvieron mi cintura.

Moví mi cabeza dejando que dejara su mentón descansando en mi hombro.

–En como ha cambiado mi vida.–sonreí mirándonos al espejo.

Se quedó en silencio sin quitar su mirada del espejo donde nos veíamos reflejados.

–No puedo esperar por regresar aquí.–la emoción fue notable en mi voz.

Dejo un beso en mi mejilla y una sonrisa apareció en mis labios, fue como algo me iluminará y me diera cuenta de algo que siempre estuvo delante de mí.

Era él, era lo que siempre busque.

–Andando antes de que Zel venga por nosotros.

La última noche del año, con mis hermanos, mi mejor amiga, Klaus que tenía a su hermana y a su mejor amigo, ojalá pudiera detener el tiempo y estar en este mundo de ensueño por el resto de mi vida.

En la sala de estar ya estaban todos y yo no pude evitar detenerme a observarlos, necesitaba esto, necesitaba mi libertad para poder vivir y disfrutar con las personas que amaba.

La risa de todos me hizo volver a la realidad, tenía que disfrutar estos momentos.

–La última noche del año.–dijo mi mellizo.

–Increíble ¿no?

Asintió pasando su brazo por mi hombro pegandome a su cuerpo, aún recordaba mi primer festividad sin ellos encerrada en un centro de rehabilitación luchando contra el que Eric había convertido mi veneno.

–Te amo hermanita.–me abrazo con fuerza.

–Te amo más Dan.–le regrese el abrazo.

Zel se había vuelto a encargar de hacer la cena con ayuda de Bogdan que no ocultaba más lo que sentía por la hermana de su mejor amigo, Klaus parecía estar de acuerdo con lo que estaban teniendo pero siempre dejando en claro que sí lastimaba a su hermana él se encargaría de hacerlo sufrir el triple. En el comedor nos acomodamos de la misma forma en la que lo habíamos hecho en navidad, entre ponche, algo de carne y queso se nos fue la cena disfrutando de las anécdotas que contábamos entre todos

Mire a Klaus con deleite, su rostro de concentración a lo que platicaba su hermana y su risa relajada hacían que mi pecho vibrara con total alegría, su mirada cayó sobre mí y me regaló una sonrisa que marco los hoyuelos en las comisuras de sus labios, tomó mi mano por encima de la mesa dando suaves caricias en tanto bebía de su ponche.

Kara me miraba con una sonrisa tierna y sabía que se alegraba por mí, porque al fin había encontrado a alguien que me hiciera sentir segura a pesar de todo el peligro que nos rodeaba constantemente.

Al terminar de cenar nos dirigimos a otra sala donde había una enorme pantalla donde aparecía el título "Cena para uno" parecía ser un programa ya tradicional para los alemanes o eso dijo Klaus y Zel, todos reíamos mirando la pantalla donde era transmitido tal episodio, termino antes de que el reloj marcará las doce en punto.

Luka apareció con copas con champagne y un vaso con jugó para Kai, cada uno tomo su copa y comenzamos a gritar la cuenta regresiva que aparecía en la televisión.

–¡10! ¡9! ¡8! ¡7!...

Klaus me tomo de la cintura pegandome a su pecho con una enorme sonrisa de oreja a oreja en sus labios.

–...¡3! ¡2! ¡1! ¡Feliz año nuevo!

Cerré los ojos disfrutando del beso que Klaus me estaba dando acariciando mis labios de la forma que solo él sabía hacer que me olvidará de todo, sonreí en medio del beso.

–Feliz año nuevo cariño.–dije al separarnos.

–Feliz año nuevo nena.

Comenzamos a abrazar a todos celebrando el nuevo año que había llegado, el ruido de los fuegos artificiales no se hizo esperar haciendo que todos fuéramos por el abrigo para salir a observar.

–Espera.–me detuvo Klaus.

Me detuve justo en el umbral mirando como todos observaban el cielo donde los fuegos artificiales explotaban en mil colores, mire a Klaus.

–¿Qué pasa?–dije curiosa.

–Quiero darte algo.–metió la mano en su bolsillo.

Puse toda mi atención en él, mi boca se abrió cuándo saco una cajita negra de terciopelo.

¡Por Dios! ¿Cómo se respiraba?


–No es un anillo de compromiso.–aclaro.

No me importaría si lo fuera.

Abrió la caja dejando a la vista un anillo de oro que tenía una piedra roja en el centro de lo que parecía ser una flor.

–Es un anillo de promesa, mi promesa hacia a ti que pase lo que pase siempre veré por tu bienestar, por tu estabilidad y tu felicidad porque...–se calló cuando el anillo llegó al inicio de mi dedo.

–Te amo.–solté sin ser capaz de callarlo más.

Su sonrisa se hizo más grande mostrando sus dientes, me tomo de las mejillas.

–Te amo.–respondió.

Sus labios se acoplaron a los míos con sorprendente perfección, podía sentir los latidos de nuestros corazones sincronizados como si el beso hiciera que nuestro ser fuera uno solo, al separarnos lo abrace colocando mi cabeza en su pecho mientras observabamos los últimos fuegos artificiales.

Daría todo porque mi vida fuera así el resto de mis días, con él, con todos los que amaba pero al fin y al cabo yo tenía algo que terminar antes de tener mi libertad.

Kara decidió comenzar a sacar fotografía excusándose que sería bueno tener un recuerdo de este día y concordaba con ella, fueron tantas fotos que las mejillas me dolían de sonreír tanto pero cada sonrisa valía la pena.

Dentro en la habitación con Klaus cuerpo contra cuerpo en la calidez de nuestro propio mundo volví a observarlo grabandome cada expresión de su rostro al reír despreocupado, retire un pequeño mechón de su frente ganandome su atención.

–¿Sabes? He vivido en un infierno durante mucho tiempo.–dije distraída– convertí mi mundo en un infierno sin embargo tú lograste transformarlo en algo dulce, en un dulce infierno.

Me acarició el cabello con sus ojos azules brillosos por mi confesión, levantó su cabeza volviendo a besar mis labios con ímpetu.

No sabía que iba a pasar después de hoy, de lo único que estaba segura era de que amaba a Niklaus Schwarz como nunca había amado a nadie.

Dulce Infierno ©Where stories live. Discover now