Capítulo 51

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08 de febrero 2015.

Elina.

Abrí la puerta de metal con una mano mientras que con la otra sujetaba con fuerza la agarradera del estuche donde se encontraba el fusil, me acerque a la orilla del edificio colocandome en cuclillas abriendo el estuche, saqué el francotirador acomodandolo sobre el techo.

Observé mi celular rechazando la llamada de Niklaus Schwarz antes de ponerme pecho tierra fijando mi vista por la mira del franco buscando a mi objetivo entre la gente que había.

Solo tenía una oportunidad.

Tome una bocanada de aire mirando a Marko caminar por la calle cabizbajo con la vista en la pantalla de su celular, se detuvo en la esquina de la calle esperando que el tablero digital diera paso al peatón.

Un disparó.

Mi cuerpo se sacudió hacia atrás cuando tire del gatillo dando un tiro certero en su cabeza haciendo que se desplomara entre la gente que corrió con pánico,  una mujer se detuvo tratando de auxiliarlo en vano, ya estaba muerto.

Metí el fusil en el estuche y lo tome de la agarradera para salir de la azotea del edificio bajando con tranquilidad regalando sonrisas a las personas con las que me topaba en el camino.

El viento me golpeó el rostro cuando salí del edificio, me dirigí a mi coche abriendo la puerta trasera para dejar el estuche en el asiento de atrás cerrando la puerta escuchando el sonido de las sirenas de la ambulancia acercarse.

–¡Dios mío!–grito una mujer alterada.

La observé en silencio, debía irme pero parecía bastante afectada así que me acerque.

–¿Se encuentra bien?–me incliné mirándola.

Me miró con los ojos muy abiertos, se incorporó y tomándome desprevenida me dió una patada en el abdomen sacándome el aire, caí de rodillas al piso intentando tomar aire pero una mano rodeo mi boca y nariz con un trapo.

Cloroformo.

La falta de aire me hizo inhalar aquel olor impregnado en el trapo dejándome inconsciente en brazos de una persona desconocida.

\•\•\•\

La cabeza me punzo cuando logré despertar en un lugar desconocido para mí, pude escuchar como mi respiración se alteraba mientras intentaba incorporarme pero un par de manos me sujetaron de los hombros obligándome a mantenerme quieta.

–Al fin despiertas.

La silla giratoria delante de mí al otro lado del escritorio dió la vuelta dejándome con un mal sabor de boca al ver a nada más y nada menos que a Ivar Cohen.

–¿Sabes? Hay otras formas de solicitar una reunión.–dije irritada.

–Esto no es una reunión Elina.–se levantó.

Intenté volver a levantarme pero las mismas manos me hicieron mantenerme en mi sitio, gruñí.

–¿No? ¿Qué es entonces?–lo mire enfadada.

–Solo quiero charlar con la próxima señora Cohen.–su tono era burlesco– o eso espero.

Acaricie mis dientes con mi lengua.

–¿Qué quieres Ivar?

–Cuidado como me hablas.–advirtió.

Me hizo temblar pero eleve el mentón demostrando que no tenía miedo aunque eso era lo único que sentía.

Dulce Infierno ©Where stories live. Discover now