Capítulo 13

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09 de septiembre 2014

Elina.

Algunos colegas de Eric se encontraban en la mansión yendo de un lado para otro por todo el jardín sin hacer nada en concreto solo lamiéndose las bolas entre ellos, por mi parte solo me plante a su lado regalandole sonrisas a los hombres que estaban ahí sin decir nada tal y como me lo había ordenado, no pude evitar repasar a Niklaus con la mirada cuando llegó denotando autoridad ante todos que lo saludaban con respeto pero él solo se limitaba a asentir.

—Schwarz.–lo saludo Eric.

—Cohen.–le regreso el saludo.

Su mirada cayó en mí, me estremecí.

—Señor Schwarz, bienvenido.–murmuré.

—Señorita Archer.–se limito a decir.

Me mantuve en silencio mientras hablaban sobre los próximos negocios que tendrían, me bebí tres copas con champagne en veinte minutos como fortaleza para poder soportar estar ahí parada como una estatua o para soportar la necesidad que sentía de tirarme al señor Schwarz.

—Smith ha enviado a unas chicas junto el cargamento.

Mire a Eric sintiendo horror por sus palabras aunque ya sabía de qué iba ese negocio.

Trata de blancas.

—Sabes que yo no entro en esos negocios Cohen.–parecía molestó

—Nunca es tarde para hacerlo.–sonrio de lado.

Con toda la delicadeza que pude tener retire la mano de Eric de mi cintura regalandole una sonrisa.

—Iré al tocador un momento.

Asintió mientras yo me apresuraba a entrar a la casa yendo al baño cerca del despacho de Eric, sentía arcadas por la crudeza de este mundo, sabía perfectamente que no solo traficaba droga sino también mujeres pero siempre tenía la misma reacción, esas mujeres eran como yo y aunque mi caso era distinto no merecían entrar a esta porquería de vida.

Me arregle el cabello delante del espejo después de mojarme la nuca tratando de ignorar lo que estaba sintiendo en ese momento. Me gire cuando la puerta se abrió dejando a la vista a Niklaus que se mantenía serio mientras yo abría la boca para decir algo pero nada salió.

—No puedes ir por ahí provocando a la gente.–dijo sin moverse.

—¿Ah no?.–recargue mi cadera en el borde de la losa del lavamanos cruzando mis brazos a la vez.

Vestía un vestido negro pegado que me llegaba a la mitad de los muslos y marcaba mis curvas a la perfección, debajo solo llevaba un hilo procurando que no se marcará la fina tela sobre el vestido.

—No.–se tenso.

—Yo creo que sí.

Con las yemas de mis dedos acaricie muy apenas la tela de su saco azul antes de que me aprisionara las muñecas para que dejara de tocarlo, sonreí con arrogancia.

—¿Lo estoy provocando señor Schwarz?–la sensualidad en mi voz hizo que su manzana de Adán se moviera con fuerza.

Sus ojos se oscurecieron y una sonrisa apareció en sus labios como si de pronto una idea que estaba dispuesto a ejecutar pasará por su mente, hizo que retrocediera hasta tenerme aprisionada contra el lavamanos donde sentí el filo presionando en mi culo, con una mano recorrió la curva de mi cintura subiendo muy lentamente hasta mi cuello subiendo hasta mi menton que acarició con su dedo pulgar antes de inclinarse a devorarme la boca como si lo hubiera deseado por mucho tiempo, mi jadeo se ahogo en su boca mientras le seguía el ritmo sintiendo su lengua entrando a mi boca para comenzar a jugar con la mía, está vez un jadeo de sorpresa se callo en su boca cuando sin dificultad logro subir la falta de mi vestido dejándolo hasta mi cintura.

—No sabes cuánto deseo esto.–paso sus dedos por encima del hilo que a penas cubría mi zona.

—¿Y qué esperas?–dije con la respiración acelerada.

Bajo las tiras de mi vestido tirando de el hasta dejar mis senos libres los cuales tomo entre sus manos acariciando mis pezones  mientras se ponía de rodillas delante de mí sin dejar de tocarme, paso su nariz por mi monte y yo me sentí desfallecer.

No podía imaginar la necesidad que tenía de él hasta ese momento que se encontraba entre mis piernas, dejo de tocar mis senos para poner toda su atención a mi sexo que ya estaba húmedo esperando por él, me miró mientras corría el hilo a un lado antes de pasar con demasiada lentitud su lengua por mis pliegues hasta detenerse en mi clítoris que de inmediato agradeció su atención, eche mi cabeza hacia atrás sujetándome del borde del lavamanos cuando comenzó a hacer magia con su boca.

—Schwarz.–gemí.

Pude sentir su sonrisa y sus dedos jugando en la entrada de mi sexo esparciendo mis fluidos antes de meter un dedo en mí, me sujeto con fuerza de las piernas cuando trate de separarme al escuchar como llamaban a la puerta.

—Ocupado.–trate de sonar tranquila.

—Oh... Lo siento.

Cuando escuché que se marcharon enterré mis dedos en su cabello sintiendo hasta ese entonces como mis caderas se movían al ritmo de su lengua y sus dedos, sentí tensión en mi abdomen bajo avisándome que estaba a punto de venirme y fue entonces que separó su boca de mi sexo causandome frustración que fue calmada por sus dedos, sus labios volvieron a besar los míos haciendo que probará mi sabor.

—Espero que aprendas a qué no puedes hablarme como se te de la gana.–saco sus dedos de mí.

Me quedé paralizada sintiendo mi sexo entumido por no haber terminado, me acomode el hilo y el vestido saliendo de mi trance molesta separándome de él.

—Vete a la mierda.–masculle.

Salí del baño sintiendo mis mejillas calientes, tome una bocanada de aire antes de salir de nuevo al jardín junto a Eric que me miró detalladamente hastas que llegue a su lado donde se encontraba Olivia que al verme rodó los ojos.

—Estaba a punto de ir a buscarte.

—Ya estoy aquí.–dije malhumorada.

De reojo mire como Schwarz se reintegraba con un grupo de hombres sin dirigir su mirada hacia nosotros.

—¿Estás bien?–su ceño se frunció.

Asentí alcanzando otra copa con champagne que me empine bebiendo todo el líquido de un trago.

—¿Segura?

Note como ahora estábamos solos, no me había dado cuenta cuando Olivia se marchó.

—Sabes que detesto que saques el tema de...–trate de excusarme.

—Son simple negocios, velo como eso.

Lo mire en silencio, no podía mostrar debilidad en este punto del juego, asentí sin más dejando que me acercará a él para besarme con pasión pero no despertó nada en mí.

—Este vestido te hace ver increíblemente sexy.–murmuró en mis labios.

Tal vez era mi oportunidad para terminar lo que alguien más había empezado.

—Creeme que sin él me veo mucho mejor.

—No tengo duda, no sabes cuánto estoy deseando encerrarnos en una habitación.–confeso con la voz grave.

—¿Y qué esperamos?

Eso fue suficiente para comenzar a caminar juntos hacia la entrada de la mansión, Eric se disculpo son sus colegas diciendo que tenía que atender un asunto urgente antes de que ambos desparecieramos dentro de la mansión yendo a su despacho donde dejé que me follara sin poder evitar imaginar que el alemán era quien lo hacía y lo odie por eso y por no haber dejado que terminara, sabía que mis gemidos eran audibles para las personas en el jardín pero a ninguno de los dos le importo estábamos sumidos en un momento de placer, sabía que Eric me deseaba pero yo deseaba que él fuera el señor Schwarz.

Dulce Infierno ©Where stories live. Discover now