Capítulo 50

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05 de febrero 2015.

Elina.

Lo mire desde el otro lado de la cama con los brazos cruzados bajo mi pecho mientras los músculos de su espalda se tensaban y su respiración se hacía cada vez más pesada, cuando se giro a verme sus ojos estaban casi negros por la furia pero no me intimido.

–¿En qué mierda estabas pensando?–soltó rabioso.

Puse los ojos en blanco.

–Hice lo que tenía que hacer.–le reste importancia.

–¡Puedo haber salido mal! ¡Carajo!

Golpeó la pared enfurecido.

–Pero no salió mal, está muerta y Eric no sospecha en absoluto de mí.–susurré frívola.

Me miraba furioso del otro lado de la cama, la vena de su cuello comenzaba a saltarse y yo no pude evitar calentarme.

–¿Cuando vas a aprender Elina? Las cosas no se hacen así.

–Era la oportunidad perfecta, tenía que aprovechar.–me senté en la cama sobre mis talones– venga, ven a la cama.

–No.

–¿No?–lo seguí con la mirada.

Me volví a levantar siguiéndolo a la sala donde caminaba de un lado a otro como un león enjaulado.

–¡Estoy bien Niklaus! ¡Mírame!–grite exasperada.

Apretó sus puños con fuerza deteniendo su caminata, miró un punto fijo en el piso perdido en sus pensamientos en tanto yo me acercaba con cautela hasta él.

–Lo siento.–di mi brazo a torcer– ¿Vale? Lo lamento.

–Eres impulsiva Elina.–dijo entre dientes.

Alce los hombros dándole la razón, rodeé con mis brazos su cuello.

–Lo siento.–volví a decir.

Bufo intentando dejar el enfado a un lado.

–No hagas algo así de nuevo Elina, somos un equipo.

Mire hacia otro lado con un hueco en el estómago, mi estabilidad estaba colgando de un hilo y no sabía cómo manejar eso ni como hablar sobre ello con alguien más.

Recargue mi frente en su pecho y suspiré dejando caer mis brazos a mis costados agotada por la pequeña discusión que habíamos tenido, sus brazos me envolvieron y mi cuerpo entro en calor al instante.

–¿Podemos ir a la cama?–murmuré.

Asintió y tomando mi mano nos dirigimos a la habitación de nuevo quedándonos quietos al pie de la cama.

–Te amo.–dije mirando la cama fijamente.

Se metió a la cama conmigo en brazos.

–Te amo.–beso mi frente.

Me acurruque a su lado pasando mi brazo por su abdomen pegandome lo más que pudiera a su cuerpo, deje un beso en su pectoral mientras el acariciaba mi cabello distraído, no tardó mucho en dormir y yo tuve otra noche de insomnio.

Salí de los brazos de Klaus yendo en busca de mi celular en la sala rebuscando en mi bolso hasta encontrarlo al fondo, me senté en el piso sintiendo el frío del mármol helar mi piel.

–Elina.–respondió Theo.

–Necesito un favor.–dije en voz baja.

–Dígame.

Dulce Infierno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora