Capítulo Extra 5: Amar no es malo

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Mamá es muy linda.

Mamá tiene lindos ojos.

El cabello de mamá brilla como el sol.

La risa de mamá me pone feliz.

Amo a mamá.

Me sonrío al otro lado de la isla con las mejillas manchadas de harina con la que estaba haciendo aquella extraña mezcla para las galletas, mis galletas favoritas, ella las solía cocinar cuando el invierno se acercaba.

La risa traviesa de aquella pequeña rubia hizo que le quitarás los ojos de encima a mamá para verla, había derramado su vaso con leche sobre su silla especial para bebés.

–Mamá, Zel ha vuelto a derramar la leche.–la acuse.

Sus ojitos me miraron con curiosidad y me sonrío, solté un suspiro y baje del banco gigante para ir hacia ella sacándola de su silla para abrazarla mientras mamá limpiaba el desastre de mi odiosa hermana.

–Debes dejar de tirar las cosas Zeline.–la regañe.

Tomo un mechón de mi cabello y tiro de él divertida.

–¡Mamá!–lloriqué.

Mamá me quito a la pequeña demonia de mis brazos y revolvió mis rulos con una sonrisa en forma de disculpa por lo que había hecho mi hermana.

–Venga mi niño grande.–me volvió a subir al banco.

Me recargue en la isla mirando como mamá comenzaba hacer pequeñas bolas con la mezcla.

–Haz el honor.–me entrego chispas de chocolate.

Comencé a poner las chispas en los círculos de masa con una sonrisa mientras mamá me observaba y me ayudaba.

Era muy linda.

Cuando estaba con ella me sentía muy feliz pero cuando llegaba papá todo se ponía muy raro como ahora mismo, miró a mamá, después a mí hermana y después a mí con desaprobación.

–No es una mujercita para que esté cocinando.–dijo malhumorado.

–Solo me estaba ayudando.–murmuró mamá.

Lo mire esperando que eso lo detuviera de discutir con mamá pero no fue así, me baje del banco yendo por Zeline que lloraba en su silla por los gritos de nuestros padres, me senté en el piso con la rubiecita entre mis piernas intentando calmar su llanto.

–Shh... pronto se callarán.–la mecí.

La pegue a mi cuerpo y me mecí con ella tarareando la canción que mamá solía cantarme antes de dormir, pareció funcionar porque su llanto finalizó al igual que los gritos de mis padres.

Mamá se puso de rodillas enfrente de mí y acarició mi mejilla con suavidad.

–Lo siento tanto mi niño.

Sus ojos estaban rojos y tenía sangre en su labio inferior.

–Nunca voy a amar a nadie.–sacudí la cabeza.

Me miró con angustia.

–No digas eso Klaus, amar a alguien es muy lindo.–dijo con delicadeza– solo tienes que amar a la persona correcta.

Suspiró.

–Nunca te detengas en sentir cariño, ama con locura ¿si?

Guarde silencio.

–Amar no es malo.

Sonreí divertido desde la barra observando a Ellie bailando en la sala de estar de su penthouse con los ojos cerrados y solo mi camiseta puesta.

Es una mujer muy bonita.

–Venga Klaus, ven a bailar conmigo.–me invito sin dejar de bailar.

–Prefiero verte nena.

Hizo pucheros y eso la hizo lucir demasiado tierna.

–¡Venga aguafiestas!

Me reí, sacudí la cabeza y me acerque a ella mientras saltaba en su sitio disfrutando de la canción, le envolví la cintura con mi brazo pegandola a mi cuerpo.

–¿Te he dicho que te amo?–susurre en su oído.

Me regaló una sonrisa enorme en tanto sujetaba mis mejillas.

–¿Te he dicho que te amo más?–ladeó su cabeza.

Negué con diversión.

–Te amo mucho Niklaus Schwarz.–dijo cerca de mis labios.

Me encorve para alcanzar sus labios metiendo mi lengua a su boca y así jugando con la suya, solté su cintura y lleve mis manos a sus mejillas para profundizar el beso.

–Te amo Elina Archer.

Sus ojos brillaron.

–Si me amas, baila conmigo.–me volvió a invitar.

Está vez acepte bailando con ella la siguiente canción que sonó sintiéndome como un hombre completo, era como si todos los años de mi vida algo me hiciera falta y ese algo era ella.

En ese momento supe que la quería siempre en mi vida, supe que era la mujer con la que quería despertar todos los días.

Supe que quería que fuera mi esposa.

Dulce Infierno ©Where stories live. Discover now