Capítulo 1

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Cuando somos olvidados por alguien, puede herir profundamente nuestra autoestima y desencadenar una serie de emociones como tristeza, confusión y rechazo. Nos preguntamos qué hicimos mal, por qué esa persona nos ha dejado atrás, y nos aferramos a los recuerdos que compartimos en un intento de mantener viva la conexión que una vez existió.


Años después...

—Ángel deja la computadora y ayúdanos a preparar la mesa por favor. La cena está lista. avisó, mamá.

Me levanté con pereza de mi escritorio y cerré mi cuenta de Facebook.

Bajé las escaleras y Dylan estaba comiéndose parte de la ensalada de tomate, procurando no ser visto por mamá.

Le lancé una mirada de advertencia, y él me sonrió con sus dientes rojizos.

Papá se encargaba de colocar los cubiertos mientras que mamá ponía los platos. Ella vio a mi hermano y le dio un manotazo en la espalda.

—¡Deja de comer como si no hubieras comido por una semana! —lo regañó mamá, sacándole el recipiente de la mano.

—¡Es que tengo hambre! —protestó, sentándose en la mesa.

—¿No conoces la palabra "esperar"? —le pregunté, poniendo cinco vasos a cada costado de un plato.

—Es porque es un tonto. —respondió Olivia por él, que con demasiado entusiasmo miraba su plato recién servido con pollo al horno con rodajas de patatas fritas.

—Tú cierra la boca y come. —dijo mamá, también sentándose junto a ella.

—Tú eres una tonta. —contraatacó Dylan, haciéndole burlas y muecas como un niño de cinco años.

—Los dos son tontos y se acabó la discusión. —dije yo, con la esperanza de terminar su pelea.

—Tú eres tonta, Angélica. —dijo Olivia, con comida en su boca.

—Mis tres hijos son unos idiotas ¿felices? A comer. —soltó mi padre, tomando una pata de pollo con la mano y llevándoselo a la boca.

Mi madre rió y miró a Dylan.

—¿Tienes que ir a trabajar mañana?

—Tengo el día libre pero, saldré con Cleo y Taylor a caminar y a tomar algo.

—¿Por qué no me avisaste? —pregunté, con un hilo de voz.

Ellos también eran mis amigos, y mucho más amigos que mi hermano.

—Porque te lo iba a decir mañana, ya que quedaron en confirmarme.

Dylan y yo eramos hermanos mellizos. Eramos idénticos físicamente: Ojos marrones, cabello castaño y de estatura alta, bueno en realidad él era el más alto, y yo apenas llegaba hasta su hombro.

Teníamos diferencias acerca de nuestros gustos, pero no variaba tanto. Solíamos pelear muchísimo, pero a medida que fuimos creciendo, lo tomábamos como algo estúpido y antes de recurrir a los gritos e insultos, preferíamos hablar con calma hasta encontrar la solución.

Compartíamos varios de nuestros amigos, y no nos importaba eso en absoluto ya que, siempre la pasábamos bien con ellos.

Olivia era la más pequeña, tenía seis años y ya iba a primero de primaria. Su cabello negro le llegaba hasta por los hombros y sus ojos oscuros intimidaban a cualquiera, claro, siempre usándolos a su favor cuando consistía en una travesura o convencer a mamá de comprarle dulces de los más caros.

No te olvides de Angélica.Onde as histórias ganham vida. Descobre agora