FINAL.

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¿Cómo pudiste hacernos algo así?¿Por qué?

Las lágrimas castigaron mis mejillas y sentí que poco a poco me iba derrumbando por dentro.

Estaba tan dolida con todo, que no me entraba en la cabeza que él nos había lastimado de tal manera.

Mi padre apretó los ojos con fuerza, y cuando los abrió,  se encontraban humedecidos.

Fue una tentación desde el principio, Angélica. Conocí a Ashley cuando fui al viaje de negocios en Francia. Nos gustamos, una cosa llevó a la otra y ella quedó embarazada. Me hice cargo de Sally, por supuesto. Quise dejar a Ashley pero...

¿Pero qué, papá?¡Destrozaste una familia!¡Mamá te tenía odio mientras te enterraban!No puedo imaginarme como estará ahora. Yo confiaba en ti. Olivia confiaba en ti, Dylan confiaba en ti y...Blenti...él estaba tan orgulloso de ti...

Su rostro se volvió perplejo en cuanto nombré a mi hermanito.

¿Blenti?¿Lo has visto? —preguntó, su voz temblaba mucho.

Asentí con la cabeza y una ligera sonrisa apareció en mis labios al recordar aquella noche que lo había visto.

Se ha vuelto muy inteligente. Ahora está cuidando a quién sabe qué. —musité, con una risa a lo bajo.

¿Cuando podré verlo? —insistió, emocionado.

Levanté los ojos y se los clavé. Cualquier rastro de debilidad se borró automáticamente.

No mereces verlo. No después de lo que hiciste.

Olivia despertó de aquel transe en cuanto escuchó la puerta de su habitación abrirse.

La habían trasladado ya hace unos días a una que tenía cama y ventana. Incluyendo un precioso y brillante escritorio de madera negra y un pequeño asiento para que pudiese escribir y dibujar.

Se sentó en la cama y refregó sus ojos al ver la llegada de su enfermero adentrándose en su habitación.

—Te traje jugo de pera, el que te gusta y tres tostadas. Admite que soy el mejor. —le dijo él, dejando la bandeja cuidadosamente sobre el escritorio.

—Gracias, presumido. —respondió ella.

—Por cierto —balbuceó, mientras se rascaba la nuca con algo de incomodidad—...feliz cumpleaños.

Olivia sonrió, mientras acariciaba un mechón negro de su cabello. Hoy cumplía ya dieciocho años.

—Gracias otra vez, Ethan Vinny. ¿Crees que te dejaran pasar la tarde aquí?

Él sonrió.

—¿Por qué no vamos al parque? No me dirán nada, claro, si no te ayudo a escapar de aquí.

Olivia rodó los ojos y se puso de pie.

—Me falta un mes para irme de aquí. Ya estoy bien, mi tio Eduard vendrá por mi y me iré a vivir a Francia con él y mis primas.

Ethan apretó los labios y asintió. Parecía dolido. Aunque ya la noticia lo sabía anticipadamente, no significaba que le dolia menos por escucharla de su boca.

—Te voy a echar de menos, Olivia.

Ella se acercó con cuidado a él, por miedo a que se echara hacía atrás y le plantó un casto beso en los labios, tomándolo desprevenido.

—Deja todo esto, deja este lugar y ven conmigo, Ethan. Puedes buscar un empleo allí de lo mismo, yo te ayudaré. Seré tu fiel compañera en todo. Ven conmigo, por favor —suplicó, casi desesperada, con un hilo de voz—. Tú haces que todo mal desaparezca de mi vida, Vinny.

No te olvides de Angélica.Where stories live. Discover now