Capítulo 32

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Años atrás...

Olivia y Angélica estaban leyendo una historia juntas en la sala sentadas en el gigantesco sofá.

El libro de la selva las tenía enganchadas en la lectura, tanto que se habían olvidado de todo a su alrededor.

Dylan estaba sentado a su lado, chateando con alguien en su teléfono. Blenti, por su parte, estaba acurrucado en el otro costado de Angélica, con los ojos algo entrecerrados, ya que el sueño lo estaba invadiendo poco a poco.

La madre de los niños estaba cocinando, mientras que su padre revisaba algunos papeles importantes de su trabajo sobre la mesa.

—Cuando terminemos de comer, alístense que saldremos a pasear. —avisó la mujer a todos.

La familia Williams, ya preparada, subió al coche y comenzaron el viaje hacía una de las pequeños parques de Climothy. El día era esplendido y el sol irradiaba su calor en las alturas del cielo.

Angélica llevaba en brazos a Blenti y Dylan tenía a Olivia en la parte trasera del auto. La pequeña Olivia miró a Angélica detenidamente, y se preguntó a si misma si algún día llegaría a ser tan bonita como ella.

Angélica la encontró mirandola y le sonrió.

—¿Pasa algo, Oli? —le preguntó su hermana mayor.

Olivia sonrió y negó con la cabeza.

—Te quiero.

La joven se ruborizo y su sonrisa se ensanchó.

—Yo también, pequeñita.

Le tomó la mano por encima del asiento y así se quedaron en el transcurso del viaje.

Pero...jamás creyeron que aquel viaje tendría un destino diferente.

Un venado se atravesó en el camino, haciendo que el coche perdiera el control y este se estrellara fuertemente contra un árbol, llevándose así la vida de Angélica, Dylan, Blenti y la madre de ellos...

Olivia sobrevivió pero sufrió un enorme shock a sus cuatro años y solamente tenía a su padre, que también había salido con vida, para que la consolara. Pero ese consuelo sólo duró cuatro meses ya que, no volvió a prestarle atención en absoluto.

Olivia no hablaba y tampoco jugaba a la edad de nueve años.

Su padre cada tanto estaba en la casa y la dejaba al cuidado de una niñera que no la trataba bien. La golpeaba por no comer la comida como correspondía y le decía groserías a los gritos.

Tras aquel accidente, Olivia había perdido a sus hermanos y a su mamá y eso, le había abierto una herida que prometía jamás cerrarse.

Los extrañaba mucho y los lloraba constantemente. Una desolación enorme para alguien tan pequeño.

Se imaginaba que ellos estaban allí, con ella, abrazándola y diciéndole lo mucho que la querían. Lamentablemente, comenzó a tener ataques de asma, y siempre llevaba su inhalador en uno de sus pantalones constantemente sucios, rotos y con talla chica.

A los once años ya cocinaba sola y limpiaba su casa, mientras que su padre pasaba días y días sin verla. Olivia vivia sola.

Parecía que él ya no estaba viviendo allí. Olivia no iba a la escuela, y no tenía amigos. Apenas sabía escribir, y buscaba videos en Youtube que le enseñaran a contar.

Pasaba horas y horas sentada en el sillón de su casa, imaginándose como hubiera seguido todo si ellos no hubiesen muerto.

—¡Mamá, Blenti me está molestando! —gritaba cada tanto, para no sentirse demasiado sola.

No te olvides de Angélica.Where stories live. Discover now