IV - La Venganza de Mirov

284 25 0
                                    

Planeta Vida - Año 64102

El pasillo de la prisión era oscuro, helado y las celdas herméticamente cerradas perpetuaban la soledad de los condenados. En una de las cárceles, un bulto lleno de odio dejaba trasparecer en la sombra de brea sus ojos vengativos. Después de más de 10 años, Mirov no consiguiera disminuir su rabia. Pensaba en huir a cada segundo de su tiempo en la prisión. Rumiaba su odio y deseo de venganza, mientras se quejaba sobre cómo sus enemigos le apresaran allí. Maldecía a todos, en un estado casi enloquecido mientras su eterno adulador, Radof, oía sus palabras repetidas diariamente, clausurado en la celda de al lado. Como todos sabían, los dos prisioneros fueron condenados a prisión perpetua, debido a la gravedad de sus crímenes — traición y conspiración contra la familia real.

En los mejores días, cuando su corazón parecía haber alcanzado paz y sosiego, Mirov se ponía un dedo sobre la cicatriz y la masajeaba suavemente, como si quisiera reavivar la ira que le mantenía allí sin enloquecer. Una pena, pues si él estuviese insano o muerto por alguna decisión equivocada, la humanidad estaría libre de todo el mal de aquella criatura.

Radof con sus ojos tristes todo observaba. Era dependiente de su señor, preso en su red de intrigas y mentiras, incluso sabiendo en su corazón que no le gustaba aquel hombre.

En la oscuridad de la celda, después de mirar al largo abismo que se extendía detrás de la cárcel por la ventana presurizada, Mirov indagó, divagando:

— ¿Por dónde será que anda el capitán Fizard?

— Sabemos que huyó con otros soldados a la Floresta Mutante, señor — Pronto explicó Radof. — Probablemente, deben haber sido devorados por alguna criatura. Dicen que nadie escapa de allí.

— Si él escapó con otros militares entrenados por Merko, existen oportunidades de haber sobrevivido, pues él les enseñaba muy bien a sus subordinados a sobrevivir en las adversidades de aquel lugar hostil... ¡Aquel bastardo! — Continuó Mirov, al acordarse del causador de su desgracia. — ¿Dónde será que aquel gusano se encuentra? Me gustaría tanto ponerle las manos encima a aquel desgraciado del capitán Merko...

— Señor, creo que lo más importante ahora es encontrar una manera de huir de esta prisión. Pienso que tenemos una oportunidad. Tengo un amigo que trabaja en el servicio real — Confidenció Radof, arrimado a la pared para que su señor pudiese oírle. — Él ha descubierto mi precaria situación a través de un primo mío y ha decidido visitarme para ver si necesito algo. Ya fui avisado de eso por los guardias de turno de la mañana. Así que le vea, le pediré informaciones sobre el capitán Fizard y sus soldados.

— Tú y tus sorpresas... — Mirov dio una risa llena de sarcasmo. — ¿Por qué has tardado tanto para contarme sobre este tu amigo? Indagó Mirov con desprecio. — En verdad, fue este Croiff quien me avisó para huir cuando el rey me mandó prender. No hizo más que su obligación ya que debe haber imaginado que un día yo sería el nuevo rey de este planeta.

— Somos amigos desde la infancia y me debe favores. Sé que puede ayudarnos. Mi suerte fue que él y mi primo se encontraron después de todos estos años, mientras yo me pudría en este calabozo.

— Si consigo salir de aquí pondré mis planes en acción. Primero voy a matar al rey, o tal vez le dé el mismo veneno que él me dio. Le arrojaré en esta cárcel para que se pudra. En cuanto a la princesa, cuidaré de ella personalmente. El paso más importante ahora es encontrar a los militares rebeldes para unir nuestras fuerzas — dijo Mirov, sonriendo con su mirada maquiavélica, pensando solamente en la venganza.

***

Al día siguiente, ambos aguardaban ansiosos la llegada del amigo de Radof. Mirov andaba de un lado al otro de la celda como un tigre enjaulado.

Los Hijos del Tiempo 2 - El Origen de La VidaWhere stories live. Discover now