V - La Nueva Vida de Nícolas

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Nícolas, además de trabajar como investigador en la Universidad, también se divertía observando en los telescopios los astros y los movimientos de las estrellas. Conseguía imaginar cómo el Cosmos era de cerca a causa de las maravillosas experiencias que viviera al lado de Zara.

Merko adoraba llevar a Helen a la escuela en compañía de Lorena. En el camino, conversaban sobre varios asuntos y pasaban buenos momentos juntos.

Era un viernes, cuando una maravillosa puesta de sol anunciaba el fin de la tarde; Nícolas, cuando terminaba un día más de trabajo en el Instituto de Cosmología, llamó a Zara telepáticamente:

— Cariño, soy yo.

Ella estaba en su escritorio observando a los alumnos por la ventana, cuando oyó la voz de su marido:

— Hola, Nick. ¡Qué bueno oírte! ¡Hoy he tenido un día lleno!

— El mío también, pero hoy quería una noche especial. ¿Vamos a salir un poco y cenar juntos? Iré a buscarte con el coche. Puedes dejar el tuyo en el aparcamiento que mañana yo te llevo al trabajo.

— ¡Qué buena idea! También estaba pensando en hacer algo esta noche. ¿Qué tal una comida japonesa? — Sugirió la doctora.

— Estupenda idea. En pocos minutos estaré ahí. Avisa a mamá para cuidar de Helen esta noche.

— ¡Claro! Voy a hablar con ella. A Merko y a Lorena les encanta quedarse con Helen.

Zara estaba un poco cansada, a causa del trabajo y ansiosa se quedó esperando en el patio del aparcamiento. Después de algunos minutos, Nícolas llegó para recogerla. Ella se puso contenta al verle y él, rápidamente salió del coche para abrirle la puerta para que ella entrase. Después, Nícolas entró de nuevo dándole un beso antes de que saliesen.

— Estoy muriéndome de ganas de saborear una comida japonesa, pero Nick, mira que embotellamiento. La ciudad de Los Ángeles tiene más coches que personas. ¡Dentro de poco será imposible conducir por aquí! — Comentó ella, estresada.

— Como en toda gran ciudad, cariño, pero tengo una solución.

— ¡Estás de broma! No puedes hacer lo que estás pensando.

La noche cayó y Nícolas entró en un camino vecinal que llevaba a una región de vinícolas. Cuando no habían más coches a la vista, en un abrir y cerrar de ojos, empezaron a volar sobre la ciudad. Las personas y los edificios empezaron a hacerse pequeños y las luces de la noche creaban la atmósfera perfecta, junto con la sensación del viento tocando sus rostros. Nícolas bajó la capota de su coche descapotable, miró a Zara y dijo en tono de ironía:

— Querida mía, vamos a llegar rápidamente a nuestro destino esta noche. Además de eso, tenemos el privilegio de disfrutar el viaje desde el punto de vista de las aves.

— ¿Cómo puedes hacer eso? Sabía que podías levantar y manipular objetos y la gravedad, ¿pero volar? ¡Es extraordinario! Aún más con el peso de este coche. —Zara respondió con admiración — ¡Pero mira hacia delante! Puede haber helicópteros y otros obstáculos.

— Quédate tranquila, mi amor. Estoy prestando atención. Es una sorpresa que estaba guardando para contarte. Merko está enseñándome la concentración necesaria para hacer cosas impresionantes con la telequinesis. Incluso, me dijo que podemos elevarnos a nosotros mismos contrariando la gravedad y volar... ¿No es increíble? Yo no sabía que eso era posible, pero Merko me ha enseñado que cuando aprendemos a dominar la gravedad, sobrepasamos todos los límites que el peso ejerce sobre las masas.

— Creo que es mejor que bajemos. Alguien puede vernos y eso puede traernos problemas.

Nícolas convino con ella y en pocos minutos ya estaban en el aparcamiento en el último piso de un centro comercial. Fueron cautelosos y bajaron en un lugar donde no había nadie.

Los Hijos del Tiempo 2 - El Origen de La VidaWhere stories live. Discover now