XXVI - La Sed de Poder

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Las puertas de la nave se abrieron y Mirov salió, junto con Kirubi, que vestía una armadura completa de combate. Los tripulantes salieron tras ellos, también utilizando uniformes militares para actuar en caso de que los humanos les atacaran. Pero, en vez de eso, los sumerios les recibieron como a dioses e, inmediatamente, se arrodillaron frente a ellos.

"Este planeta será mío para siempre. Ahora soy más que un rey. Me siento como un Dios", pensó Mirov, cuando vio la humanidad a sus pies.

Se sentía divino, viendo todas aquellas personas postrándose y reverenciándole, como si pudiese mandarles por toda la vida. Aquella misión estaba superando sus expectativas. Cualquier fallo que ocurriera durante el plan hasta allí perdiera la importancia. Él había vencido.

Mirov bajó a tierra, con el cayado en la mano, que en verdad era un arma láser poderosa camuflada, y miró hacia todos los lados. Se rascó la cicatriz por algunos segundos y enseguida dejó la visión vagar por el horizonte. Anduvo en medio del pueblo que abrió un camino para que pasase, desfilando su gloria divina.

Kirubi y los militares observaban, analizando si habría alguna hostilidad por parte de los terráqueos que les rodeaban. En caso de que ocurriese algo, estaban listos para reaccionar, con las manos en sus pistoleras. Las armas de la Génesis permanecían preparadas para una confrontación, que sería desigual en caso de que ocurriese.

Mirov pudo sentir el miedo estampado en los rostros de los primeros seres humanos que se acercaban, con curiosidad y adoración. Vio que no había peligro y mandó que bajasen las armas.

Los terráqueos, en sus parcos conocimientos, miraban impresionados todo lo que ellos utilizaban: trajes de batalla, las luces de la nave, el propio tamaño del crucero espacial y el hecho de ser parecidos a los dioses que imaginaban en sus grabados y estatuas. Solamente Mirov, con su apariencia sombría, los ahuyentaba. Pero a él no le importaba, sólo saboreaba el olor del miedo que los seres humanos exhalaban. Esto hasta que los tres robots de ataque aparecieron por las puertas de la nave.

El andar de las máquinas causó un ruido ensordecedor y sus ojos amenazadores brillaron en un tono rojo, mostrando todo el poder de fuego que poseían. El pueblo empezó a recular, el pánico dando vestigios de ser instaurado.

— Será fácil subyugar a este pueblo, mi señor. Ellos ya están reverenciándonos en señal de respeto y subordinación. Lo que les ordenemos, ciertamente lo harán — dijo Radof.

— Bien más fácil de lo que pensé — añadió Mirov. — Ni era necesario enseñar los robots. Ahora que los han visto, estos seres humanos serán aún más obedientes. — Comandante Kirubi, voy a mis aposentos a preparar un discurso. Quiero que uses el computador maestro para reconocer el lenguaje de ellos y traduzcas mis palabras para estos humanos.

Conforme ordenado, el comandante activó la función de traducción automática del computador y aquellos seres humanos del pasado, aunque hablasen un dialecto desconocido al tirano Mirov, ahora podrían entenderle perfectamente.

— Seres humanos del planeta Tierra, venimos en paz. ¡Yo soy Mirov, vuestro Dios! Obedecedme y seréis recompensados. Puedo protegeros de cualquier enemigo, si hacéis lo que yo os ordene. Reverenciadme y sentid todo mi poder.

Irguió el rostro, encarándoles a todos y cogió su cayado. Lo levantó en dirección al cielo. Enseguida, lanzó un rayo que se disipó entre las nubes. Súbitamente, un gemido de asombro fue oído y todos se inclinaron aún más al suelo, en señal de respeto.

"Me siento muy bien" — Pensó Mirov.

A continuación, continuó hablando al pueblo:

— Puedo ayudaros a organizaros y obtener poder, enseñándoos el valor del trabajo para el desarrollo de los pueblos. Aprenderéis la escritura para comunicaros mejor. Os enseñaré la tecnología y el conocimiento para que prosperéis bajo mi mando. Haced lo que os ordene y seré benevolente, pero no despertéis mi ira para que no seáis aniquilados de la faz de la Tierra.

Los Hijos del Tiempo 2 - El Origen de La VidaWhere stories live. Discover now