XVI - El Observador

161 18 0
                                    

Todas las naves estaban listas para partir del planeta Vida y el Rey Mirov fue personalmente a despedirse de su flota. Fizard encabezaría la misión y supervisó todos los detalles de la operación.

— ¡Vamos a eliminar a Merko! Voy a saborear mi venganza después de todos estos años. No te olvides, coronel, de que quiero al enemigo vivo o muerto. Si le traes con vida tendré todo el placer de ver su humillación y ejecución. Pero si fuera necesario matarle, tráeme su cuerpo. Quiero estar seguro de que realmente está muerto — ordenó Mirov.

— Vuestra Majestad, llevo conmigo a los robots que son verdaderas máquinas asesinas. No dejarán piedra sobre piedra hasta traer a nuestro enemigo prisionero.

— No será fácil derrotar a Merko, a pesar de toda la autoconfianza que tienes. Quiero ver resultados y no sólo falacias. Ahora ve y acaba con ellos. No te olvides, infiltra a nuestro espía antes incluso de entrar en el planeta. Tendrá que hacer una minuciosa investigación sobre la rutina de la familia de nuestro enemigo. Entra sólo dos naves en la atmósfera del planeta, para no llamar la atención de los gobiernos terráqueos. Eso deberá ser lo suficiente para aniquilar a Merko. Deja tres naves orbitando en Júpiter, sirviendo de apoyo a la misión. En caso de necesidad, estas irán a auxiliaros. No te olvides de lanzar nuestros poderosos virus sobre los sistemas de información de los terráqueos.

Pensó y continuó:

— De esta forma, sus computadores no sabrán sobre la presencia de nuestras naves. La invasión de los radares para neutralizarlos debe preceder a vuestra entrada en el planeta. Las dos naves que entrarán en el espacio terrestre deben penetrar en el mar y escudriñarlo hasta encontrar la nave de Merko, la Star Hunter. Destruidla y buscad a nuestro hombre para matarle.

Mirov pensaba con una sonrisa maliciosa:

"Si no consiguen destruir a Merko en esta misión y él vuelve al planeta Vida intentando atacarme, ya he pensado en una solución: volveré al pasado terrestre y destruiré a su familia o a las personas que él más ama, antes incluso de que consiga volver. Me quedaré esperando para verle de rodillas implorando por la vida de los otros."

Los soldados se alinearon frente al rey Mirov en el atracadero de la base. Ellos aguardaban el discurso de incentivo que sería hecho:

— Este es un día importante para el planeta Vida. Vosotros, bravos soldados, seréis recordados por vuestro coraje. Deberéis entrar en la Tierra y traer a Merko, el traidor, vivo o muerto, para que todos recuerden que yo, Mirov, soy el rey, y todos mis enemigos deben ser aniquilados. Dad vuestra sangre en esta empresa y sabed que todo lo que hagáis será por el planeta madre. Todos seréis recompensados al volver de la misión. ¡Ahora id y luchad con bravura!

Los militares ovacionaron las palabras del monarca y entraron en sus naves de ataque. La flota siguió hacia el espacio profundo y Mirov, teniendo a su lado a su fiel Radof, les observó hasta que desaparecieron de su vista.

— ¡Mi Señor parece sentir mucha confianza! — dijo Radof.

— Creo que no fallarán. Pero si algo no sale bien, he enviado con ellos al espía Dargan, para descubrir el máximo de informaciones posibles. Aunque tenga que ir personalmente al planeta Tierra para matar a Merko y todos sus descendientes, así lo haré. Nada me va a quitar la satisfacción de ver a mi enemigo a mis pies, implorando por su vida. Va a pagar cada minuto que estuve en prisión.

Mientras conversaban, las naves se dirigieron al pasaje intergaláctico hacia la Vía Láctea. En ultravelocidad, entraron el agujero de gusano y, en pocas horas, se aproximaron a Júpiter. Las cinco naves se alinearon en posición de ataque cerca de la Luna Calisto. Detrás del gigante planeta, sería difícil que fuesen detectados por los radares terrestres.

Los Hijos del Tiempo 2 - El Origen de La VidaWhere stories live. Discover now