Capítulo 5

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Una semana había pasado desde que estaba aquí; hoy, preciado viernes de nuevo las aves me cantaban mucho antes de la hora para despertarme. No, definitivamente no me acostumbraría a ellas, al menos no por ahora. A final de cuentas estos amaneceres tan temprano me ayudaban a practicar mis habilidades culinarias. Logré hacer unos huevos estrellados sin salpicarme el aceite... al menos no tanto como la primera vez. Al menos a estas alturas ya no moriría de hambre. A la hora acostumbrada esperaba por Norma en un punto intermedio entre nuestros hogares.

-Buenos días, Lara.-

-Buen día, Norma.-

-¿Las aves?- Asentí.- Poco a poco, señorita.- Le sonreí ampliamente. -¿Qué tal tu noche?-

-Ángel es muy gracioso, nos entretuvo un gran rato. Si te refieres al alcohol no fue mucho apenas y me tomé un par cervezas.-

-No, para nada, Lara. No te preguntaba por lo que hiciste. Simplemente quiero hacerte plática y saber si te divertiste.-

-Aprecio mucho eso, sí lo hice. Hasta...- La rubia vino a mi mente. -¿Por qué Ana no soporta que la toquen?- La mujer parecía que se ahogaba con el viento.

-¿Cómo sabes?-

-Ella me dijo.-

-Es algo que ella debe decirte.-

-¿Entonces sí sabes?- Asintió. -¿Es malo?- Después de unos segundos volvió a asentir.

-¿Ella te dijo?-

-Sí. Ayer salió como loca de la clase de la profe Jaqueline y la seguí.-

-¿Y sólo eso?-

-Pasaron algunas cosas... No la entiendo. Creí que habíamos avanzado algo y de la nada de nuevo me pidió que me alejara.-

-Ana ha pasado por muchas cosas.- Volteó a verme. -Sigo creyendo que sólo se dieron la impresión equivocada. Yo sé que van a congeniar muy bien.- Comencé a reír.

-Yo un desastre y ella la hija del pastor. La combinación perfecta.- Dije sarcásticamente.

-Hay opuestos que funcionan muy bien.-

-¿Has funcionado tú con algún opuesto?-

-Mi hermana.-

-Es tu familia. Prácticamente estás obligada a que te agrade.-

-Sabes tan bien como yo que no es cierto.- La bruja vino a mi mente.

-Aparte de tu risueña hermana.- Norma rió.

-Sí pero es muy temprano para hablar de eso.- No sé si se refería a la hora del día o nuestra relación que apenas se formaba.

-Lo siento.-

-Está bien. Es sólo que esta charla debe estar acompañada de café y galletas y muchos pañuelos.-

-De acuerdo.-

-Entonces, Ana abrió su corazón contigo.-

-No creo que haya sido así, fue más como "te lo digo para que dejes de joder".- Norma reía. Un poco de esa alegría no le caería nada mal a su hermana.

-Te equivocas por completo, si ella te dice algo es porque confía en ti. Es una persona muy reservada; como ya te habrás dado cuenta. Sólo abre tu mente, Lara.-

-No esperes mucho, Norma. No esperes mucho.- Llegamos a clase y para mi fortuna me tocaba una hora de matemáticas por lo que, si la rubia aparecía tendría que trabajar con ella. Como se comenzaba a hacer costumbre me despedí formalmente de Norma y me dirigí al salón que me correspondía. Estaba completamente vacío. Me senté, me puse los audífonos y me dediqué a escuchar música en lo que la clase comenzaba, aún faltaba más de media hora. Cerré los ojos y me dejé llevar por la música. Estaba a punto de quedarme dormida cuando alguien me quitó uno de los audífonos.

La Hija del PastorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora