Capítulo 22

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En este punto y después de lo que me ha sucedido en estos meses he entendido que las cosas pasan por algo y no necesariamente vienen de la mano con el karma. A veces las cosas pasan para dejarnos una enseñanza o darnos una pequeña advertencia. Lo que sea, debemos verlo con la mejor actitud y sacar lo mejor de eso. Esos eran los pensamientos de una persona equilibrada, esa no era yo. En este momento quería usar el cabello de Olivia como antorcha, la muy hija de puta cruzó todos los límites posibles.

No sé cuánto tiempo estuve tirada a la intemperie; sólo recuerdo haberme encogido cuando sentí que alguien tocó mi hombro. Buscaba regresar a la realidad pero era casi imposible. Escuchaba dos voces masculinas y eso me aterró pero después esa voz se identificó como Daniel y me relajé completamente. Me había encontrado la persona adecuada.

A lo lejos recuerdo que mencionaron a Norma y al señor Cardozo. Le agradecía a Dios por estar a salvo de alguna manera; ellos se ocuparían de mí. Daniel pequeño me quitó con mucho cuidado la mochila; solté un chillido cuando rozó mi brazo izquierdo. Su padre buscaba tranquilizarme diciéndome palabras que apenas comprendía. Después de no sé cuánto tiempo escuché la voz de Norma... estaba muy agitada y no era para menos. Mi aspecto no debería ser el más agradable del mundo.

Con cuidado me voltearon para quedar boca arriba; Daniel hizo un intento por cargarme pero el dolor era demasiado y el grito que pegué lo asustó, así que me dejó de nuevo en el piso. Norma frotaba mi mano suavemente, me hablaba pero no comprendía, mi cerebro estaba muy ocupado tratando de bloquear el dolor. Fue entonces que escuché la voz del señor Cardozo. No sé si mi subconsciente está jugándome una broma pero creo haberlo escuchado maldiciendo.

Sintiendo un dolor indescriptible, ambos hombre me levantaron y comenzar a caminar tan rápido como podían. Sólo esperaba que no me llevaran a la iglesia porque no quería que Ana me viera en estas condiciones. Mis deseos fueron echados a la basura cuando escuché el característico sonido de la puerta de madera de la iglesia. Mierda. El señor Cardozo dio instrucciones y rápidamente me vi envuelta por el calor del lugar. Al avanzar escuché la voz de Ana y su perfume llegó a mí... también escuché a Norma. Esperaba que la llevara lejos de ahí.

Me depositaron en una cama y escuchaba a la gente entrar y salir de la habitación... un pequeño sollozo, algunas lágrimas sobre mi mano. Rogaba porque no fuera Ana. Me quitaron la ropa con mucho cuidado hasta dejarme en interiores y fue entonces que comenzó el sufrimiento. Trataron mis heridas sin ningún tipo de delicadeza; los escuchaba decir que era lo mejor, que sanaría más rápido. Entre que eran peras o manzanas, dolía como la mierda. Quería golpear a alguien y de preferencia si era Olivia.

La primera noche fue un infierno, no sabía si curaban mis heridas o las estaba abriendo más y lo peor era que incluso gritar me dolía. No podía abrir propiamente la boca; sentía la cara totalmente hinchada y no había parte de mi cuerpo que no me doliera. Era un verdadero martirio. Entre el dolor mis pensamientos se dirigían constantemente a Ana, ¿cómo estaría?, ¿estaría durmiendo bien? Todo se tranquilizó cuando llegó a verme la primera vez. Y fue mucho mejor cuando se quedó a dormir conmigo.

Era casi imposible contener el "te amo", sé que no está preparada pero incluso si nunca lo dice, no lo dejaré de sentir. Para mi sorpresa fue a la escuela; quizá no quería que la gente sospechara o no sé qué motivó que fuera pero no me agradaba del todo. Con Olivia en plan de loca, temía por la seguridad de Ana y pasarían muchas semanas antes de que pueda ser completamente funcional de nuevo. Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando Silvia entró a la habitación.

-Buenos días, Lara.-

-Hola, Silvia.-

-¿Cómo te sientes?-

La Hija del PastorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora