Capítulo 12

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La semana se fue más rápido de lo que hubiera deseado. Pasé el resto de la primera semana de vacaciones tonteando con Ana y haciendo prácticamente nada. Y se me ocurrió la brillante idea de dejar todo para los últimos días. Error. Tenía que estudiar, hacer montones de tareas, leer, escribir, repasar, preparar presentaciones y más. Y eso sólo era lo de la escuela; regresaba a los entrenamientos y seguía con los últimos retoques a la iglesia. En resumen, era una locura.

Partes del día las usábamos para que ella me ayudara con mis tareas y yo ayudarle a ella; sólo en inglés pero al menos le estaba ayudando en algo. Por fin terminamos las tarjetas de química y pasábamos una considerable cantidad de tiempo estudiándolas. Creo que incluso soñé que el hierro me seguía porque no me sabía su número atómico.

Si hubiera una palabra para describir los últimos días junto a la rubia sería, mágico. Era maravilloso pasar el tiempo con ella y hacer cosas tan elaboradas como hornear un pastel a cosas tan simples como observar la puesta de sol desde una maravillosa locación. Desde que admití y acepté que estoy loca por ella dejé que todo fluyera; las cosas se han dado muy bien entre nosotras o al menos así lo percibo. El día que llegó a casa y durmió ahí fue definitivo en nuestra relación. Principalmente por su abrumadora confianza.

Ana cada día se mostró más y más segura conmigo y eso me llenaba de alegría. A momentos las cosas se ponían sombrías; desgraciadamente para Ana había muchas situaciones que detonaban sus malos recuerdos y eso me mataba. Creo que en estos días había logrado un gran progreso en cuanto a estar ahí para ella y no portarme como una desquiciada cada que me decía algo. Aunque después de la confesión del desayuno no me había dicho mucho más.

Ofelia y su familia seguía sin tolerarme y la chica llenita estaba aún más empeñada en mostrarme cuanto le desagradaba. Hacía esto por Ana porque es la única forma viable que veo de protegerla pero la actitud de Ofelia estaba haciendo que me saliera de mis casillas; sí ya sé que eso es algo muy fácil de conseguir pero esto era demasiado. Aún tengo el sabor del agua mugrienta en mi boca y la peste de mi cabello a veces la siento en mi nariz.

Hoy llevó las cosas a un plano que no desconozco; físico. Estaba limpiando las bancas en las cuales algunas personas se subieron para colgar algunas cortinas; estaba levemente inclinada y ella pasó empujado mi trasero lo cual hizo que me cayera de frente. Apenas y tuve la oportunidad de meter una de mis manos para no caer sobre mi rostro. Mi mano comenzó a dolerme horriblemente y estoy casi segura que me había ganado una buena lesión. Para mi mala fortuna era mi mano derecha, con la que sacaba. Intenté respirar profundamente pero al no funcionar, la ira clamó su lugar.

-¿Cuál es tu puto problema? En dos segundos estaba encima de ella y prácticamente la tenía contra la pared.

-Tú sabes cuál es el problema.- Me respondió retadoramente.

-No sabes de lo que estás hablando, Ofelia. Aléjate de mí o enfrenta las consecuencias.

-Ella me ha dicho que han convivido y sé lo que haces.-

-¿Sí?-

-Sí, la estás convirtiendo en una horrible persona como tú y como Olivia.- No pude reprimir la carcajada.

-Claro, tengo un ejército de idiotas en proceso de elaboración. Para ser tan lista eres muy tonta.-

-No te pases.-

-¿Y si lo hago qué?- Me tuve que agachar hasta tener su nariz a escasos centímetros de la mía. –Si crees que porque tienes a tu familia aquí me voy a detener estás muy equivocada. Estoy hasta la madre de esta actitud imbécil de "amo a mi prójimo pero sólo a los que me conviene". Y créeme que no es bueno para ti verme enojada.-

La Hija del PastorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora