Capítulo 15

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Disfrutamos del resto de nuestra estancia en el bosque pero la plática que surgió antes nos había dejado con una incertidumbre palpable. Por mi parte hacía como que todo estaba bien y tranquilo aunque por dentro miles de cosas pasaban. No sólo debía ocuparme de Liv también de su padre. Más que nunca deseaba que lo que escuché fuera un rumor y nada más. Ana sonreía pero esa alegría no se reflejaba en sus ojos; estaba tan preocupada como yo lo estaba.

-¿En qué piensas?- Dije al notarla con la mirada perdida.

-¿Y si quiere hacerte algo?- Aún no me veía.

-No es tan tonto. Sabe que tengo a tu padre y a Norma de mi lado y una buena cantidad de estudiantes vio lo que pasó. Si algo llegara a sucederme ellos serían los primeros en ser señalados.-

-Tengo miedo por ti.-

-No pasará nada, cariño. No tienes nada de qué preocuparte.- Se lo decía a ella y me lo decía a mí.

-Prométeme que no harás ninguna locura.- Comencé a reír. –Lo digo muy en serio, Lara.-

-Lo sé, Ana, lo sé pero me pides que vaya en contra de mi naturaleza.- Estaba por protestar así que levanté la mano para que me dejara continuar. –Sin embargo, sé que esto es muy delicado así que me comportaré o al menos lo intentaré, ¿de acuerdo?-

-Es mejor que nada.- Seguíamos sentadas viendo al lago a unos centímetro de la otra.

-¿Te puedo besar?- No estaba tan enferma... quizá sí pero me moría por besarla. Veía su perfecto perfil, sus pestañas quebradas, sus hoyuelos que amenazaban con formarse y con una leve sonrisa. Se viró para estar de frente a mí.

-Puedes.- Me sonrió antes de inclinarse para buscar mis labios.

El tiempo se detenía, lo puedo jurar. Sus suaves y delgados labios eran como una adicción, si mis brazos eran su antídoto para mí eran sus labios. Nada existía sólo ella y yo y el frenético latido de mi corazón. Todo lo que ella causa es mi cuerpo y en mi mente no termina de sorprenderme. Sentí sus manos aferrarse a mi cuello, mientras sus labios se movían sobre los míos tan sutilmente pero con una fuerza que podía partirme a la mitad o reconstruirme por completo. Definitivamente mi lugar estaba aquí con ella. Después de unos segundos ella rompió el beso.

-¡Wow!- Dije necesitando aire. –Soy súper gay.- Ana comenzó a reír.

-Eso parece.-

-¿Tú lo eres?- Pregunté con una sonrisa; todavía no resolvía mis dudas en cuanto a lo que me había dicho el señor Cardozo.

-Sí.- Contestó sin dudar.

-¿Cómo lo supiste?-

-No lo sé. Donde vivíamos había niños y niñas con los que compartía la mayor parte del tiempo pero me inclinaba más por las niñas. Aunque es una tendencia natural, sabía que era diferente. Me gustaba el contacto con ellas, su olor era diferente, era agradable, ¿sabes?-

-Realmente no lo sabía... hasta ti.- Le sonreí. -¿Tuviste una relación... con alguien de ahí?-

-No creo que fuese una relación, éramos muy pequeñas pero sí pasábamos mucho tiempo juntas. Sosteníamos nuestras manos, nos abrazamos mucho, dormíamos juntas... no era una amistad. Lo que único que nos faltaba era besarnos.-

-Me alegra que no lo hayas hecho.- Dije de inmediato. –Tu primer beso siempre será mío.- Me sonrió con ternura.

-Hay muchas cosas en la que eres la primera, Lara.- Me acerqué a ella hasta que nuestras frentes quedaron unidas. Me dio un corto beso. –Y lo que pasó no ayudó mucho en cuanto a mi relación con los hombres.-

La Hija del PastorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora