Capítulo 11

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Lo veía, venía a mí... con sus ojos que sacan chispas y sus manos empuñadas; su espalda ligeramente encorvada. Vestía de traje y su corbata, la de la suerte; era una corbata azul con anclas rojas y blancas perfectamente distribuidas. Se veía tan pulcro, tan limpio y olía muy fuerte a colonia. Pero esa era su imagen externa, se mostraba limpio mientras por dentro estaba podrido; maloliente; sin alma y sin corazón. Era un monstruo y por albures del destino me tocó coincidir con él.

Tomé una almohada y me abracé a ella. Sabía que no había más que era inútil pero al menos quería hacer un intento de poner algo entre nosotros. Me gustaba soñar que alguien alguna vez lo detendría... que alguien vendría a rescatarme de esta torre de miedo y desesperación. Así que me aferré con fuerza a mi escudo, esperando que al menos me ayudara a retrasar mi agonía. Cerré los ojos y respiré profundamente. Hay algo raro, algo no va bien, esta almohada no olía a húmedo, ni a suciedad, olía divinamente rico. Huele a... a Lara. ¡No! Lara está aquí, tengo que hacer que se vaya o también la va a lastimar. Me quito la almohada de la cara, abro los ojos y la chica alta está viéndome con una enorme sonrisa. Volteo a todos lados y él no está, desapareció.

-Vete antes de que regrese.- Le advierto desesperadamente.

-Yo te voy a cuidar, Anita.- Sus brillantes ojos verdes me ven con ternura.

-Sí te ve aquí conmigo también te va a querer curar. Vete.-

-Nadie más está aquí. Sólo somos tú y yo.- Con dificultad me paro pero no me duelen las piernas. –Te quiero, Ana. Ven conmigo.-

-¡No! No digas esas palabras... si te escucha... va a ser peor.- Dios sabe que la quiero pero él no lo puede saber, la va a alejar de mí, la va a lastimar y si la lastima nunca me lo voy a perdonar. No quiero que sufra por mi culpa.

-Vamos, cariño.- Extiende su mano hacia mí; busco mover mis piernas pero es inútil. Veo abajo y tengo grilletes en los tobillos. La vuelvo a ver y pasa. Él está detrás de ella.

-¿Tú también?- Pone sus sucias manos sobre ella y la abraza por atrás. Veo el rostro de Lara transformarse pero no se puede zafar. Nadie puede, es muy fuerte. –Así que tenemos a dos lesbianitas...- Hunde su nariz en el cabello de Lara.

-¡Suéltala!-

-Lo mucho que me voy a divertir contigo.- Esa voz, esa voz que promete, que cumple cada palabra que sale de su boca. Lara se resiste pero es inútil, veo lágrimas corriendo por sus mejillas. Él lleva una de sus manos debajo de su sudadera.

-Cierra los ojos, Anita. No veas.- Me pide entre lágrimas. Con todas mis fuerzas intento mover mis pies pero es en vano. Estoy fuertemente agarrada al piso. Mis ojos se llenan de lágrimas, la única persona con la que tolero el contacto físico ahora mismo estaba siendo consumida por mi oscuridad. Mi demonio se aferraba a ella.

-¡No! Juega conmigo pero no la toques a ella.- Él no hace caso y su mano sube cada vez más por su vientre. -¡Lara, no!- Sollozo incontrolablemente y de pronto comienzo a sacudirme. Siento una fuerza externa que me mueve con una fuerza descomunal.

-¡Ana, despierta!- Abrí los ojos, busqué por toda la habitación... no es el calabozo. Es otro lugar. Parpadeé unas veces y enfoqué a Lara frente a mí con sus manos sobre mis hombros y sus ojos llenos de angustia. Vi el moretón en su ojo... La lastimó ¡Dios, no! Casi de inmediato llevé mis manos a los costados de su rostro. Cerró los ojos e inhaló profundamente.

-¿Quién te hizo eso?-

-Tú me hiciste esto, Anita. Jugando voli.- Cerré los ojos unos segundos y volví a abrirlos... ahora todo se acomodaba. Estaba en casa de Lara. Me relajé y sentí el agarre de Lara aflojarse también. –Sólo fue una pesadilla. Estás a salvo aquí.- La pesadilla más real de mi vida. Las lágrimas volvieron a llenar mis ojos y segundos después rodaron por mis mejillas. Con la poca luz vi los ojos de Lara oscurecerse. Algo no le gustaba. Quitó sus manos de mis hombros y las llevó a mi rostro, lentamente se acercó y descansó su frente sobre la mía. –No llores, cariño.- Su voz sonaba tan lastimada que apenas logré escucharla. Con sus pulgares limpió mis lágrimas.

La Hija del PastorWhere stories live. Discover now