CAPÍTULO 2

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Una cascada de luces brillaba intermitente sobre decenas de personas que se movían al compás de una sugerente y excitante melodía, cuyos cuerpos se presentaban perlados por una delgada capa de sudor. El aroma a marihuana y alcohol era lo suficientemente fuerte como para emborrachar los sensibles sentidos de aquel alto hombre que descansaba sobre uno de los taburetes frente a la barra.

Seung Hyun había perdido de vista a su amante hacía poco más de una hora, luego de que el joven de marcadas ojeras se deslizara de su radar y fuese a alimentarse.

Alzando la mano, pidió silenciosamente un whisky más, siendo atendido por el mozo apenas un par de segundos después. Bebió de él con rapidez, sintiendo como el fuerte líquido raspaba su garganta. Agitando la cabeza, intentó alejar de su mente los pensamientos de todos los presentes allí, sin embargo esa era una tarea difícil puesto que ya no podía diferenciar entre lo que decían y lo que pensaban. Gruñendo desde lo profundo de su garganta, miró por sobre su hombro sólo para divisar a aquel alto joven con el que compartía cama, quien se mantenía impasible, mirándole mientras una preciosa humana le bailaba como toda una zorra.

Con facilidad, aquel delgado joven se deshizo de la humana, escuchando una maldición por parte de la ebria chica. Dirigiéndose hacia la barra, tomó asiento justo a un lado de aquel hombre de morena piel.

—Olvidas la razón por la que estamos aquí.— aseguró apenas se apoyó contra la barra, mirando fijamente al mayor.

—No lo olvido.— aseguró— Me encargué de las crías que me tocaban a mí. Las he enviado a casa junto con un par de cazadores.— informó.

—Bien. También lo he hecho yo.— suspiró pesadamente— Sin embargo, quisiera saber qué demonios te sucede.

—¿Qué carajos te importa?— gruñó desde lo profundo de su garganta.

—¿A quién le gruñes lobo?

—Vete al carajo...— gruñó entre dientes mientras le miraba, demostrándole cómo sus ojos comenzaban a brillar en un intenso color carmín.

—Cálmate, Seung Hyun.— le ordenó— Antes de que alguien se dé cuenta de lo que somos, y armes un escándalo.— bebiéndose lo último del trago del mayor, le dedicó una última mirada antes de alejarse.

Emitiendo un gruñido disgustado desde el fondo de su garganta siguió bebiendo hasta hartarse. La rabia y la melancolía comenzaban a mermarle la poca racionalidad al punto en que todo lo que quería era levantarse de allí y tomar al primer maldito humano que encontrase y desgarrarle la garganta, frente a todos.

Cerró los ojos mientras escondía su rostro entre sus manos apoyadas contra la barra. Lamió sus labios ansiosamente y liberó su alcohólico aliento, tan solo hasta que sus sentidos percibieron una agriosa presencia. Alzó la cabeza lentamente, mirando un punto incierto en la pared repleta de estantes con botellas de alcohol de todo tipo, mientras sentía los vellos de su nuca erizándose. Mirando por sobre el hombro, aspiró con fuerza, llenándose los pulmones con ese olor repugnante.

Su sentido de la audición apartó todos y cada uno de los sonidos, dejando simplemente el constante golpeteo de unos altos zapatos contra el piso del lugar. Cerrando los ojos, permitió que sus sentidos le guiaran a través del lugar hasta encontrar a la dueña de aquella esencia. Una hermosa joven de pálida piel lechosa, cuerpo voluptuoso y larga cabellera rubio claro quien miraba a su alrededor.

Mirando a su alrededor, se aseguró de que el ojeroso se hubiese marchado del lugar antes de respirar profundamente. Haciendo amago de sus habilidades, ocultó hábilmente su olor mientras se concentraba en el estante de licores frente a él y escuchaba detalladamente el repiqueteo de los tacones contra el piso dirigiéndose hacia él.

THE DIARY OF A VAMPIRE Where stories live. Discover now