CAPÍTULO 14

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Los vástagos no eran nada más más que una raza pecadora destinada a sufrir.

Escena retrospectiva—

La fría noche se había encargado de envolver la inmensa ciudad, al igual que la recia brisa se encargaba de remover las copas de los árboles mientras creaba un ligero silbido que erizaba la piel de los más sensibles.

Mientras el cómodo silencio le rodeaba, una joven vampiresa de larga cabellera castaña se dedicaba a hojear un grueso libro de páginas amarillentas, recreando en su mente escenas fantásticas que solo las mentes mortales eran capaces de imaginar, siendo ellos quienes viéndose tan limitados de conocimiento, se permitían crear.

Removiéndose sobre el cómodo sofá, se obligó a sí misma a retener una sonrisa gentil al percibir el suave crujir de los goznes de la puerta, mientras se dedicaba a esperar una triunfal entrada. Ladeando el rostro hacia un costado, acarició con las yemas de sus dedos la fina página, delineando gentilmente las líneas tintadas fingiendo estar absorta.

—Conocería su aroma a cientos de kilómetros, mis niños.— murmuró quedamente mientras alzaba la mirada y observaba como sus dos jóvenes crías se miraban con decepción una a la otra, y fruncían el ceño dulcemente.

—¡Mamá!— reclamaron ambos en tono compungido mientras se acercaban lentamente y se acomodaban cerca de la vampiresa.

—Niños, aún les falta mucho para que puedan sorprenderme.— aseguró— Cuando ustedes apenas van, yo ya he venido dos veces.— se rio dulcemente, ganándose una sabe carcajada por parte de ambos jóvenes.

—Las clases con el tío Hyun Suk no han servido de nada.— se quejó el joven castaño, recostando su cabeza en el regazo de su madre, quién le miró enternecida y acarició las sedosas hebras.

—Quizás sólo necesiten pasar más tiempo bajo su cargo...— sugirió, escuchando los sonidos de protesta de parte de ambos, lo que ocasionó que una ligera carcajada escapara de sus labios, obligándole a llevar su mano para cubrirla con disimulo.

—O quizás deberían de ocuparse en vez de ir a holgazanear como lo hacen los humanos...— el tono autoritario de una cuarta voz, les hizo volver la mirada hacia la puerta, encontrándose con un alto y delgado hombre de cabellera azabache, vestido con ropajes color negro.

—Tus hijos son jóvenes, Soo Hyuk...— trató de encubrirles.

—De igual manera, tienen responsabilidades.

—Por supuesto...— murmuró jovial— Como tú y yo cuando éramos más jóvenes, ¿Recuerdas lo que solías decir?

—Eun Ji...— murmuró mientras le hacía un sutil gesto alarmado.

—Las responsabilidades pueden esperar, sólo tenemos una única y corta vida por vivir. ¡Ah, al diablo! Tenemos mucho por delante, los deberes después. murmuró ella, tratando inútilmente de imitar la voz de su pareja. La grácil risa fue muriendo lentamente, mientras los marrones y brillantes ojos de la vampiresa se tornaban opacos y sus sentidos perdían poco a poco la estabilidad. Cubriendo su frente con su palma, la pelinegra se recargó contra el cómodo sofá, mientras escuchaba a los presentes alarmándose. Un profundo ardor corrió a lo largo de su cuerpo, haciendo hervir su sangre mientras la fluidez de ésta golpeaba con fuerza contra los capilares. Jadeando débilmente, alzó la mirada mientras sus labios temblaban y un escalofrío recorría su espina dorsal.

—¿Cariño, estás bien?

—La ventana...— murmuró quedamente, mientras se volvía hacía el objeto mencionado— estallará...— advirtió, observando apenas un par de instantes después cómo ésta estallaba en miles de pedazos y una gruesa rama de árbol entraba por el enorme orificio, permitiendo que la recia brisa inundase la estancia.

THE DIARY OF A VAMPIRE Where stories live. Discover now