CAPÍTULO 17

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El frío corazón de ese viejo vástago comenzó a latir conforme los segundos pasaban y esos ojos oscuros le miraban con detenimiento, teniendo una determinación que nunca antes había visto en nadie más. Sus marrones esferas temblaron suavemente mientras el nerviosismo le carcomía las entrañas y extrañamente, una sensación de vértigo atacaba su cuerpo, logrando que su mente colapsase y cayese contra ese firme pecho, entre esos fuertes brazos que le sostuvieron con simpatía.

Su rápida respiración acarició esa morena piel al nivel del cuello, erizando los vellos de la nuca del dueño de éste.

Esos labios azulados se entreabrieron, dando paso a un gentil vapor fresco que se mezcló con la frialdad de la noche que les rodeaba. Inseguro, el ojeroso se sostuvo de las pesadas prendas del castaño, decidiéndose a alzar la mirada para encontrarse con esos carnosos labios que se mantenían cerrados en una fina línea que no permitía traslucir nada en absoluto. Alzándose lo suficiente, el mayor se acurrucó contra el hueco de ese fuerte cuello, permitiendo que sus sensibles sentidos se emborrachasen de ese aroma único que poseía el otro.

Echándose para atrás, el moreno consiguió llevar consigo al más viejo mientras se recostaba sobre el irregular suelo, importándole poco que su espalda resintiera después. El vástago más delgado descansó sobre su pecho, tocando con una de sus palmas el lugar exacto en el que se encontraba su inexperto y frío corazón.


—¿Alguna vez has amado a alguien?— la voz del mayor era como un cadencioso sonido que incluso pudo haberse fundido con el silencio del lugar.

—Solo una vez.— respondió con sinceridad— Ella era humana.— los pequeños ojos caramelo del mayor se abrieron con sorpresa, a la vez que giraba el rostro para encontrarse con esa mirada que le atendía con sinceridad— Fue hace algunos años. Yo tenía quince y se suponía que era mi primera vez de caza. En cuanto la vi quedé fascinado. Era sumamente hermosa.

—¿Y qué pasó?— dijo entre dientes el mayor. Sin siquiera saber por qué, se sentía molesto.

—El padre de Ji Yong, ordenó que nos alimentáramos del primer humano que viésemos, pero no pude. Al final, la deje escapar. De no ser por una de las cazadoras, quien mantuvo el secreto, él se hubiese encargado de castigarme. Cada noche después de eso, yo la buscaba y la miraba desde lejos. Era como una obsesión para mí.— suspiró lentamente, tratando de acallar sus recuerdos— La última noche que la vi, el padre de Ji Yong estaba mancillando su belleza, su pureza.— tragó fuerte— De alguna forma, pude escuchar sus pensamientos, ella gritaba porque él se detuviese, pero no lo hizo. La mató luego de violarla. La mantuvo consciente hasta que drenó la última gota de su sangre.

—¿Qué fue lo que hiciste?

—¿Qué podría hacer? Yo era solo una joven cría y él el líder del clan, con siglos de experiencia respaldándole.

—¿Y cómo lo superaste?

—No se supera un amor. Simplemente sigues adelante. En algún momento, llegarán los recuerdos de nuevo pero para entonces, las heridas habrán cicatrizado y ya no te será tan difícil.

—¿Cómo puedes ser tan sabio, aún si eres tan joven?— el claro ceño fruncido en el mayor, trajo una suave sonrisa a aquellos acolchados labios rosas.

—ChaeRin dice que mi alma debió haber nacido hace siglos. Y por tanto, puedo tener esa sabiduría.— rio sin muchas ganas— Deberíamos volver a la mansión, antes de que amanezca.

—No quiero volver.— confesó— No soportaría la mirada compasiva de todos. No quiero una humillación más.

—¿Consideras humillante enfrentar los problemas?— el mayor le miró con el ceño fruncido en un signo de perplejidad— Porque eso harías, al volver y mirarlos a la cara. Enfrentar y que por esta vez, has sido vencido pero aun así, sigues en pie y bien.

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