CAPÍTULO 6

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En medio de la oscura alcoba, se escuchó el chirrido de los goznes de las puertas mientras éstas se entreabrían lentamente, dando marcha a inseguros y suaves pasos que parecían perderse entre el inquietante silencio.

Retrayendo sus piernas con más ahínco contra su pecho, Ji Yong observó como una robusta silueta se movía insegura cerca de la puerta, mientras emitía débiles quejidos y se sostenía de las costillas. Frunciendo el ceño, se alzó de la cama, solo para ir al encuentro de aquella criatura que apestaba a sudor y sangre, reprimiendo un jadeo incrédulo al encontrarse con quien fuese su mejor amigo. Murmurando su nombre como una plegaria, lo sostuvo entre sus brazos, sintiendo instantáneamente cómo el joven moreno se apoyaba en él, en evidente signo de cansancio.

--¿Cómo llegaste aquí?- inquirió con voz queda el más joven mientras le arrastraba con dificultad hasta la inmensa cama.

--No fue difícil...- se quejó mientras se permitía cerrar los ojos y descansar su mallugado cuerpo sobre las sábanas blancas, tiñéndolas de un ligero color rosado a causa de sus heridas- No hay guardias custodiando las puertas, ni rondando los pasillos.- jadeó.

--Pero creí que los cambia formas estaban allí afuera.- frunció el ceño- Siendo sus prisioneros, de alguna forma deben de tenerlos vigilados.

--Me parece extraño también, sin embargo, es cierto lo que digo.- abriendo los ojos, situó su mirada en la tela dorada que se extendía por sobre los postes del lecho victoriano- Ji Yong, es la mejor oportunidad que tenemos.- dijo luego de un par de inquietantes minutos en los que el aludido había estado mirando un punto incierto en el cabecero de la cama.

--¿Para qué?- jadeó aún sin mirarle.

--Escapar...- volviendo la mirada, sus oscuros ojos marrones se encontraron con aquella tímida y asustadiza mirada color caramelo, la cual se tiño escéptica.

--Pero apenas y puedes moverte.- intentó razonar- ¿Crees que podrías ser capaz de escapar de cientos de ellos?

--Prefiero morir allí afuera, peleando...- murmuró mientras su mandíbula se tensaba- Que permanecer un minuto más aquí encerrado.

--Entonces, hagámoslo.

Había sido el delgado peli-rubio quién había abierto los ventanales de cristal, permitiendo que el aire gélido irrumpiera en la alcoba, e incluso llegase a alborotar los mechones de su cabello. Cerrando los ojos por breves instantes, permitió que su cuerpo se acostumbrara al peso de su compañero, quien parecía hacer un gran esfuerzo por hacer a un lado su dolor físico, demostrando solamente un ligero cojeo de la pierna izquierda además de una mueca estoica en su rostro.

Respirando profundamente, Ji Yong saltó sobre el barandal de piedra, observando cómo el mayor le seguía a los pocos segundos. Ambos cuerpos cayeron con poca agilidad sobre el bien recortado pasto, emitiendo un ligero y seco sonido que fue amortiguado por el silbido del fuerte viento. Mordiendo su labio fuertemente, el más delgado ahogó un gemido dolorido mientras sostenía entre sus manos su tobillo, el cual pareció haber crujido a causa del impacto.

Mirándole de soslayo, Young Bae respiró profundamente en varias ocasiones mientras trataba de aislar su propio dolor para entonces ponerse de pie.

Ambos sabían que no podían detenerse. Era cuestión de tiempo para que alguno de los vampiros Choi se diese cuenta de su ausencia. Sintiendo el fuerte golpeteo de su sangre contra sus oídos, ambos emprendieron la huida improvisada, permitiendo que sus demoniacas alas se desplegasen, así como también sus condenados rasgos relucieran.

El rápido latido de sus corazones les acompañaba en aquel imprevisto acto, mientras el recio viento gélido dejaba invisibles arañazos en sus rugosas pieles demoniacas. Una sonrisa de dientes afilados relució entre los labios del próximo líder Kwon, cuando sus ojos observaron el espeso bosque a poca distancia. Pronto podrían perderse en el bosque y alejarse de aquella pesadilla. Pronto serían libres.

Sin embargo, a Young Bae no le parecía tan sencillo. Volviendo la cabeza, se encontró con la imagen que tanto había implorado no encontrar. Les perseguían. Grandes animales peludos corrían tras sus espaldas, emitiendo guturales gruñidos y respiración animales. Los largos e irregulares caninos relucían mientras los enormes animales ladraban ásperamente, permitiendo que grandes cantidades de baba escurriera en sus hocicos y empapase sus abundantes y grasosos pelajes.

Habían salido para morir, en vez de quedarse para ser torturados.

Seung Hyun había sido informado de que sus prisioneros habían intentado escapar por el mayor de los licántropos quien había dado la orden inmediata a su primogénito y a otro de los licántropos para que fuesen tras su captura.

Sintiendo el gélido viento acariciando su pálida piel, el alto hombre atravesó con firmes pasos los verdes y desalados jardines, yendo al encuentro de aquellos con quienes había formado una alianza.

Dos grandes caninos de pelajes marrones sostenían bajo sus enormes patas a un par de jóvenes vampiros, quienes forcejeaban inútilmente.

--No somos tus malditos perros de caza.- un tono gutural se desprendió de los pálidos labios de uno de los cambia formas mientras tomaba imagen humana y permitía que el pelaje marrón y grasiento le despellejara.

--Mino...- la advertencia teñía la grave voz del progenitor del aludido, quién negó lentamente y rodeó al líder de los vampiros para ir al encuentro de ambas crías.

--¿Qué es lo que ha pasado?- exigió saber Seung Hyun, mientras su mirada se fijaba en el herido peli-rubio.

--Mis centinelas vieron cuando este par saltó de una de las habitaciones.- explicó el líder de la manada de licántropos, Seung Won- Al parecer fue el chico más joven quien lo hizo primero, el otro parece estar gravemente herido.

Ninguno de los pocos presentes esperaba que el estoico vampiro tomase represalias él mismo, puesto que solía actuar por medio de sus bien entrenados cazadores, a pesar de ser él mismo uno de ellos. Abofeteando fuertemente al joven heredero, Seung Hyun se permitió mantener aquella expresión desinteresada en su rostro, mientras que sus hambrientos ojos se deleitaban con la imagen de un sumiso contrincante arrodillado a sus pies, posición que el licántropo centinela le había obligado a adoptar.

--Te creí más inteligente.-murmuró quedamente mientras sus labios se torcían en un gesto asqueado y su inquietante mirada se proponía examinar detalladamente al jadeante chico.

Abriendo sus fauces, el alto pelinegro emitió un grave gruñido que emergió desde lo profundo de su garganta, mientras sus garras crecían y tomaban bruscamente al joven vampiro, alzándolo por sobre su cabeza y tirándolo con bastante fuerza.

Un ligero jadeo dolorido abandonó los labios del más joven mientras sentía como su cuerpo resentía los constantes y desmedidos ataques. Las desesperadas suplicas sólo hacían que el coraje y la rabia desbordante incrementara, así como lo hacían también los ataques. .

--¿Qué es lo que he hecho?- jadeó el menor entre un débil sollozo.

--Nada, y es por eso por lo que debes ser castigado. No has hecho nada.

--¿Qué piensas hacer con ellos?- inquirió el licántropo con voz cansina.

--Por el momento, autorizo a tus muchachos a jugar con ellos. No me importa lo que les hagan, tan solo asegúrense de que no les queden las suficientes ganas para intentar escapar de nuevo.

Aullando jovialmente, el cambia formas primogénito tomó su forma animal, volviendo a aquella imagen de un gran canino de espeso pelaje marrón y grasiento, con ojos totalmente negros y afilados dientes irregulares. Sintió el pasto entre sus patas antes de echar a correr hasta el mallugado rubio y tomarlo entre sus fauces, importándole bastante poco que abriera la pálida piel antes de zarandear al ya inconsciente vampiro y emprender la huida al bosque, acción que imitó el centinela que se había mantenido a raya.

Agitando la cabeza un par de veces, Seung Won observó a su hijo mayor desaparecer en el espeso bosque, antes de suspirar profundamente.

Algo estaba mal con su hijo. Quizás fuese su instinto animal, o quizás sólo se trataba de que estaba loco. Lo que fuese, le dejaba el amargo sabor de la culpa impregnado en los labios.

Compadecía al par de chicos.

Si algo llegaba a quedar de ellos después de estar en las garras de su hijo, lamentarían haber intentado escapar.

THE DIARY OF A VAMPIRE Where stories live. Discover now