CAPÍTULO 9

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Los débiles rayos lunares iluminaban de a poco el interior del coche, las sombras hechas por los inmensos árboles cubrían las desoladas calles. El simple sonido del motor y los neumáticos del auto tomando cada vez más velocidad era lo único que los distraía. Los imponentes edificios comenzaban a alzarse, demostrando que se acercaban a la parte buena de la ciudad

Ji Yong era consciente del inmenso cambio que significaba el ir de los barrios bajos, a la zona de clase alta. Para el tipo de personas como él no había preocupaciones como las del hombre a su costado. Definitivamente ellos no sabían lo que era la desesperación, la impotencia, el dolor y el verdadero sufrimiento. No veían más allá de sí mismos.

El millonario había decidido llevar al mayor a una de sus tantas propiedades, la cual no era más que una casa sencilla. Aunque no negaría que dentro había ciertos lujos, pensaba que el mayor podría sentirse un poco menos incómodo. Estando finalmente en el interior de la propiedad, Seung Hyun fue quien anduvo al frente, observando todo a su alrededor, sonriendo con cierta ironía.


—¿Y bien? ¿Qué dices?— le cuestionó el más joven.

—¿Sobre qué?— le miró, con cierto desinterés.

—Sobre todo esto.

—De verdad pertenecemos a mundos distintos.— murmuró de forma agridulce— Ni siquiera sé que estoy haciendo aquí.

—Estás aquí porque dije que te ayudaría.— declaró, acercándose lo suficiente como para poder apreciar cada gesto.

—Lo escuché antes. — suspiró— ¿Por qué no hace las cosas más fáciles para ambos? — eliminando la poca distancia que aún los separaba, Seung Hyun rodeó con sus brazos las estrechas caderas— ¿Por qué no simplemente acepta lo que quiere? — inclinándose, sus labios se cerraron con fuerza sobre el pálido cuello. Mordió y succionó con fuerza, escuchando enseguida un débil gemido en respuesta.

—Ni siquiera sé de qué estás hablando...— gimió mientras trataba de apartarse. Se miraron.

—Ambos sabemos que está haciendo todo esto para de alguna forma, tenerme enredado en su dedo meñique...— bufó— No soy estúpido. Usted lo único que desea es demostrar que puede hacer lo que quiere, tratarme como a un juguete que puede utilizar y desechar. — suspiró— Entonces bien, hágalo.

Haciendo alarde de su fuerza, lo único que hizo después el mayor fue empujar al millonario hacia lo que parecía la sala. Viendo cómo la expresión del joven se descomponía, él mismo frunció el ceño mientras se deshacía de los botones superiores de su camisa.

—Es todo lo que le interesa, ¿No es verdad? — gruñó, deshaciéndose entonces de su camisa— Mi cuerpo, mis labios sobre su piel y mis manos alrededor de su cuerpo.

Luciendo una expresión de verdadero desconcierto, Ji Yong retrocedió mientras veía al platinado acercándose. Le molestaba escucharlo decir todas aquellas estupideces. Ya había tenido su dosis de una vida así, había sido suficiente de juicios insensibles. Empujó lejos al mayor.

—Basta.—murmuró, con cierta derrota tiñendo su voz— Estoy ayudándote sin esperar nada.

—¿De verdad?— se mofó— ¿Y a quién intenta convencer? ¿A mí o usted?

—Eres injusto...— respondió, agachando la cabeza.

—¿Eso cree? Dígame una vez, solo una vez en la que se hubiese preocupado por alguien más que no sea usted, sin esperar absolutamente nada a cambio.— su mirada inquisitiva logró carcomerle la piel. Quizás tenía razón, Ji Yong hacía todo aquello para que en algún momento entregara a él como lo hacía con su hija. Como si no hubiese nadie más. Como si lo necesitara para respirar— ¿Lo ve? No puede negarlo.

AMOR POR CATÁLOGOTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon