CAPÍTULO 35

267 36 6
                                    

Nunca había sentido tanta incertidumbre, o por lo menos no esa forma. Ni siquiera terminaron de importarle las explicaciones de Seung Won y JiYoon con respecto a la desaparición de su hija. Todo lo que su mente podía procesar era el hecho de que alguien se había llevado a la niña. Incluso le fue imposible ignorar la idea de que, si hubiera estado en casa, si hubiera respondido una de las incontables llamadas que le había hecho Seung Won, nadie se hubiera atrevido a arrebatarle a su bebé.

Sintiéndose ajeno a su propio cuerpo y a la situación, simplemente se había enclaustrado en la alcoba de su hija mientras sostenía entre sus dedos uno de los tantos osos de felpa que la niña adoraba. Las yemas de sus dedos acariciaron la superficie peluda mientras escuchaba el lejano arrullo de un llanto, y no fue hasta que sus propios ojos repararon en una lágrima humedeciendo el pelaje del oso, que se dio cuenta que era él quién lloraba.

Cubriéndose el rostro con una de sus manos, no pudo evitar sollozar gravemente mientras permitía que la situación lo embargara. ¿Cómo siquiera podía pensar correctamente, cuándo lo único que llenaba su corazón era la cruda y visceral culpa? De la nada, sintió el sitio a su costado hundiéndose, y sin siquiera mirar en dicha dirección, simplemente sintió el conciliador toque de una mano mimosa, la cual se hundió en las hebras de su cabello amablemente.

—Vamos a encontrarla...— escuchó el débil murmullo— Te lo juro.

—No, no lo hagas, Ji Yong— gruñó, apartándose del toque, hundiendo los hombros mientras dejaba que el oso se deslizara de entre sus dedos.

—¿Seung Hyun? — murmuró el recién llegado, viendo cómo el mayor se ponía de pie, dándole la espalda.

—De verdad, no quiero ser grosero, pero no quiero la compañía de nadie en este momento. — gruñó.

Mirando la rigidez en los hombros del más alto, Ji Yong no hizo nada más que suspirar profundamente mientras levantaba el oso de felpa y lo dejaba sobre la cama. Alzándose, se acercó solamente un par de pasos, intentando y fallando en alcanzar al mayor. Tragando saliva, no pudo evitar sentirse culpable por la situación. Él sabía quién tenía a la niña, y lo peor de todo era que había actuado sin pensar verdaderamente en lo que podía haber provocado.

—Me culpas— aseguró el castaño— Piensas que es mi culpa que ella hubiese desaparecido.

—No sabes lo que estás diciendo. — gruñó, alejándose un par de pasos.

—Si yo no hubiese huido de la ceremonia, y no hubiese armado todo este lío, ella podría haber estado aún aquí. — esperando por una respuesta que no parecía llegar, Ji Yong simplemente sonrió afligido mientras se encaminaba hacia la puerta.

—Te amo, pero verdaderamente mi vida solo ha ido en picada desde que nos conocimos— habló, logrando que el menor se detuviera. Girándose, Seung Hyun consiguió ver cómo el más joven se paralizaba en el marco de la puerta mientras sutiles temblores le atacaban el cuerpo— He sido tan egoísta, pensando solamente en lo que siento. Nunca me puse a pensar en el daño que le podría estar causando a mi propia hija.

AMOR POR CATÁLOGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora